.UNO - Dinner & Diatribes.

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Año 2132

Sede subterránea de investigaciones tecnológicas.


Kihyun miraba atentamente las pantallas a su alrededor y corroboraba que los datos fueran los correctos, un simple error podría dificultar meses de trabajo.

—Doctor superior Yoo, el comandante en jefe Son requiere de su presencia —uno de los autómatas de seguridad mayor interrumpió en la habitación, siempre con cuidado y respeto.

Kihyun dejó salir un suspiro y le miró sin emoción en su rostro, hacía tiempo que no expresaba lo que sentía abiertamente.

—Key, dile que no he olvidado el encuentro de hoy, pero debo terminar esto antes. Que espere 15 minutos, por favor.

—Le diré, me retiro entonces.

Esperó a escuchar el seguro de la puerta eléctrica al cerrarse para relajar sus hombros y volver a suspirar.

"Otra noche donde intentarán llegar a un acuerdo diplomático. Han pasado 10 años intentando y esto no resulta, pero tampoco tenemos los recursos para resolverlo de otra manera... Maldita codicia humana", se lamentó mientras terminaba sus comandos generales.

Habiendo revisado una última vez, el pelinegro tomó su abrigo del respaldar de su silla, su arma electrogénica y se la colgó en la cadera para comenzar a caminar fuera de su laboratorio.

Las noches eran gélidas y los días un infierno, pero bajo tierra se lograba soportar y tener una vida decente. La sede secreta en donde habitaban desde el primer ataque fue mejorando más y más con ayuda de los investigadores e ingenieros a lo largo de los años.

No era la mejor de las situaciones, pero la vida era la vida. Cada día había pequeños y nuevos cambios que ayudaban a sentirse un poco más humanos.

—¿Por qué has tardado tanto? —su jefe, Son Hyunwoo, le miró desde su puesto detrás del gran escritorio y cruzó sus brazos sobre el fornido pecho.

El padre de Hyunwoo había sido el comandante principal de la Sede cuando ocurrió el ataque. Mientras que su padre y el jefe de laboratorio eran perseguidos por los invasores, su padre daba la vida en pos de lograr la evacuación total del lugar, defendiendo sus espaldas junto a más soldados y autómatas especializados.

Claramente, Kihyun no estaba interesado para nada en su postura, pero debía mostrar interés y respeto por que ambos acarreaban con el deber de sus familias.

—Trabajo, Hyunwoo. Siempre es trabajo... —se dejó caer en el amplió sillón que ocupaba mitad de la pared izquierda, y descansó su cabeza contra el respaldo—. ¿Dónde será la reunión de esta noche?

—En nuestra sede, ya lo sabes.

Por supuesto que lo sabían. Su sede, en realidad, era la fachada exterior y superior de su hogar. Un edificio acondicionado a las temperaturas irreales del planeta y completamente vacío de información útil o herramientas que pudieran ser robadas por los invitados diplomáticos.

—¿Señuelos y guardaespaldas?

—Listos y funcionando.

Kihyun miró el techo, oscuro y opaco como todo en esa estación subterránea, y suspiró nuevamente antes de ponerse en pie.

—Bien, andando.

Apenas dio un paso fuera de aquella oficina, el pelinegro se encontró con una doble fila de seis guardias autómatas cada una, esperando pacientemente por órdenes. Kihyun les observó brevemente a medida que avanzaba por el delgado túnel que formaban sus cuerpos.

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