Un año después.
Kihyun admiraba el devastado e inhóspito panorama fuera del inmenso ventanal que decoraba su, ahora, flamante nuevo laboratorio en la nueva sede de investigaciones nacionales. Cruzó sus brazos, pensativo y, dejando salir un lento suspiro desde el fondo de sus pulmones, giró a ver sobre su hombro a quien se encontraba cerca de él.
Jooheon frenó sus pasos a medio camino y sonrió lentamente, a la vez que, con la misma parsimonia, alzaba sus manos al aire en claro gesto de rendición.
—Me ha descubierto, Magnánimo doc.
Kihyun chasqueó la lengua frente al mote de su título pero, rápidamente, una pequeña sonrisa en sus labios le traicionó y terminó por hacerle un gesto al autómata para que se acerque.
Sorpresivamente, Jooheon no solo acató su orden de inmediato, sino que el humanoide terminó por rodear la cadera del pelinegro con sus brazos y apretarle en un cálido abrazo desde atrás, descansando su barbilla sobre el hombro derecho de Kihyun. Notó una leve irregularidad en la zona, secuela del desplazamiento que padeció cuando le secuestraron.
Ese recuerdo siempre hacía que sus ojos brillaran en un ferviente enojo consumido por lo que tuvo que pasar su pareja a manos de un tirano inútil.
—Estamos solos... —le notificó, entonces, con un murmullo lento casi sobre su oído.
Jooheon sintió como el cuerpo contrario, finalmente, se relajaba entre sus brazos.
—¿Dónde estaba tu mente ahora?
—Solo estaba... Rememorando. Ha pasado ya un año, ¿sabes?
—El tiempo es sorpresivamente irónico a veces... Un parpadeo puede durar una eternidad, dependiendo a quien se lo preguntes.
Extrañado por sus palabras, el pelinegro giró nuevamente su rostro en su dirección, haciendo contacto con sus iris de un pálido rojo, y alzó una ceja con intriga.
—¿Desde cuándo te has vuelto tan filosófico?
Una profunda y grave risa brotó del autómata, divertido y satisfecho con su reacción. Sus ojos se ocultaron en dos pequeñas medialunas y sus hoyuelos hicieron acto de presencia sobre sus mejillas. Kihyun sintió su aliento cortarse en la garganta al verle tan feliz, tan humano.
—Supongo que he pasado mucho tiempo con Hyungwon —dijo, dando un paso atrás para incorporarse y poder verle mejor, aun manteniendo la sonrisa—. ¿Te encuentras bien, Kihyunie?
El nombrado le miró en silencio, pensando en la profundidad de su simple pregunta y terminó por asentir con la cabeza, dejando salir el aire con una leve sonrisa.
—Lo estoy, siempre que te veo a mi lado.
El breve sonrojo sobre la piel sintética del autómata era algo que siempre maravillaba al médico. Jooheon esquivó sus ojos, tímido de repente, y alzó su diestras para rascarse nervioso la nuca.
—Fui llamado para hacerle llegar la solicitud de la Vicedirectora Ahn para un encuentro inmediato en su oficina, Director superior Yoo.
Siempre que se avergonzaba, Jooheon regresaba a su porte militar y comenzaba a hablar formal con el médico. Era algo que a Kihyun le daba gracia y ternura, por lo que, siempre que podía, intentaba molestarlo hasta lograr esa misma reacción.
—Bien, de todas formas ya he terminado mi labor aquí el día de hoy.
Tomó su intercomunicador, que descansaba sobre el escritorio que solía utilizar por las mañanas, y luego, regresando a donde Jooheon seguía parado firmemente como un guardia imperial, tomó gentilmente una de sus manos para tirar de él. El autómata prácticamente se derritió ante su toque, rompiendo su formación instantáneamente, para seguir los pasos del pelinegro en silencio, intentando esconder el nuevo sonrojo en su rostro.
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Re:Ver || Kiheon
Fanfiction-¡Papá! -Exclamó Kihyun, emocionado por verle. Pero el autómata seguía sosteniéndole, por lo que el niño de cabellos oscuros se giró a verle. -Señor robot, déjeme ir por favor. Sólo así, él le soltó y Kihyun corrió hacía su padre. Pero al estar a su...