Capítulo 3: Minerva

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Amor, una palabra que siempre me hizo pensar en que significaba realmente

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Amor, una palabra que siempre me hizo pensar en que significaba realmente. Por momentos llegue a creer que la única persona que me amaba era Santino, que ese sería el único amor que conocería; el de un hermano.

Mis padres jamás fueron de demostrar cariño ni nada por el estilo, ni siquiera estaban juntos de verdad, solo era parte de las apariencias como gran parte de las cosas que hacia nuestra familia.
Incluso mi mamá parecía contenta cuando padre murió.

Todo el concepto que tenia del amor cambio el día que conocí a Haze.

Se me acercó cuando yo andaba haciendo algunas compras en el mercado, llevaba su uniforme y tenía una sonrisa que iluminaba todo el lugar, desde ese momento la conexión entre ambos se dió naturalmente, justo allí supe que entre nosotros podría haber el mejor de los romances y por meses así fue, hasta que la noticia de un próximo compromiso llegó a mí, cada día me levantaba en negación, creyendo que eso jamás pasaría pero quedaban exactamente dos meses para mi cumpleaños y ese día seria oficialmente entregada en compromiso y futuro matrimonio a un ser desconocido. No quería pensar en ello, menos si estaba con mi amado Haze.

Aproveche el alboroto que había en casa con Dona para salir e ir a ver a mi novio, nos vimos donde siempre y nos besamos como nunca.

—Te extrañe tanto —susurré sobre sus labios.

—Y yo a ti bonita —comento él con una sonrisa. —No te costó salir? —preguntó luego.

—No,  para nada... Había todo un drama con mi prima así que ni cuenta se dieron —me encogí de hombros viéndolo.

—¿Que sucedió? Si se puede saber

—Lo normal, se fue de fiesta con no sé quién y llego ebria, en muy mal estado la verdad porque incluso se cortó el cabello — una sonrisa extraña se plasmo en su rostro. —¿Por que te ríes?

—No es nada bonita, es que me sorprende que tu prima sea tan loca y tú tan diferente, además quizás a qué tipo de fiestas va —negó con la cabeza para luego tomar mi mano y apegarme más a él.

—La verdad no lo sé, pero bueno ya te he dicho como son mis primos- sus manos rodearon mi cintura y dejo un cálido beso en mi frente.

—Tienes razón cariño...

—Por otra parte, siento que ya está quedando muy poco tiempo y debo ver que hare para evitar ese compromiso...- comenté con algo de preocupación en mi voz.

—Deberías relajarte...

—No entiendo, tú eras el mayor interesado en que no me comprometa con ese tipo —fruncí levemente el ceño.

—Lo sé pero quizás debamos tomar la situación con calma... Puede que se nos ocurra algo

Quedé un poco pensativa al oírlo pero no quise preguntar más.

***

En casa las cosas ya estaban un poco más en calma, estaba paseando por uno de los pasillos cuando vi a Santino sentado en la mesa del jardín, sonreí y corrí a abrazarlo.

—Cucciolina... —exclamó él abrazándome.

—¿Cuándo será el día que no trabajes tanto?  Ya casi ni te veo —comenté haciendo un puchero.

Él me jalo hacia su cuerpo dejándome sentada en su regazo.

—Sabes que siempre me haré un tiempo para ti, eres lo más importante para mí —susurró.

Le quité la bufanda que traía y vi la marca que tenía en su piel, pase suavemente mi mano por su rostro y luego pregunte: —¿Que te ocurrió ahí?

—No es nada cucciola, el otro día estaba cazando y un animal se puso agresivo —dijo quitando mi mano de su rostro —Ya luego se borrará por completo

Dejé un tierno beso en su mejilla para luego dejar mi rostro entre su cuello, era relajante y me encantaba sentir su aroma, él tiernamente acarició uno de mis brazos mientras me mecía suavemente.

—Me encanta estar así contigo... Como si nadie más existiera, como si solo fuésemos tú y yo —comenté cerrando los ojos disfrutando del tacto de sus manos en mi piel.

—A mí también me encanta, es lo único que necesito —exclamó poniendo su mano en uno de mis muslos.

Me removí ligeramente sobre sus piernas para acomodarme y puse una mano en su  suave y bien peinado cabello acariciando este en tanto él apoyó con un poco más de fuerza su mano en mi pierna, cuando estábamos así de cerca sentía una conexión única y aquello llenaba de inmediato todos mis vacíos.

Pasados los minutos sentí un bulto bastante grande cerca de mis glúteos y un ligero rubor se dibujó en mi rostro, me acomodé pensando que quizás era otra cosa pero de pronto sentí como el bulto se endureció más y Santino rápidamente hizo que me pusiera de pie.

—Debo seguir trabajando Mini ve adentro —exclamó en un tono seco y frió, me dolía cuando se comportaba así.

Sin entender mucho ni cuestionarle nada, obedecí.

Cuando iba entrando al interior de la casa me encontré con Damiano quien me detuvo rápidamente.

—¿Qué ocurre? —pregunté.

—Estoy buscando a Dona, salió casi corriendo y no sé que le ocurre, desde que llegó pelona anda muy rara... —exclamó él llevándose una mano a la boca.

—Deja de decir esa palabra —Dije con una pequeña risita y posteriormente suspiré con pesar —No la he visto, yo estaba con Santi afuera —respondí.

—Entiendo —alzó la mirada para dirigirla hacia mi —¿Te sucede algo Mini? Te noto extraña, no me digas que tu novio te hizo algo por que lo mato

Negué riendo y puse mis manos en su rostro para calmarlo.

—No me pasa nada, es solo que hay cosas que aun no termino de entender... ¿Puedo preguntarte algo? —dije mientras mis mejillas se tornaban de un color carmesí.

—Adelante ángel soy todo oídos

—Primero prométeme que no se lo dirás a nadie —levante las cejas esperando su respuesta.

—Oh vamos, claro que no le diré a nadie, dime

—Está bien, quisiera saber por qué... —hice una pequeña pausa  —Hmm por que a ustedes los hombres se les endurece eso...

Damiano comenzó a toser y luego me miró riendo.

—¿Se nos endurece qué? —preguntó.

—Pues ya sabes... eso —señale su entre pierna —Porque se les pone duro?

Mi primo siguió riéndose y luego tomó mis hombros.

—Verás, eso nos pasa cuando debemos... —Se quedó en silencio un minuto como si estuviera buscando las palabras que diría —Más bien nos pasa cuando estamos, Mmh como decirlo... Cuando estamos cerca de alguien que amamos o queremos mucho... Es una señal de cariño —finalizó.

—Si es así... ¿Por qué no estás duro ahora? Acaso no me quieres? —Exclamé cruzándome de brazos sin entender muy bien.

—Noo, eso no es cierto lo que pasa es que... No se nota, el mío es algo pequeño ¿quieres ver?

Hice una cara de asco y me alejé —Dios no!!! —negué con la cabeza —Gracias Dam... Iré a comer algo, te veo luego —Dejé un beso en su mejilla y me fui caminando lentamente por el pasillo.

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