2 | Dos mundos y una puerta

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2 | DOS MUNDOS Y UNA PUERTA

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2 | DOS MUNDOS Y UNA PUERTA

El portal se cerró de golpe y una oscuridad la invadió. Hacía frío allí adentro y el hecho de no poder ver nada no la tranquilizaba. Teodora sacó el teléfono móvil de su bolsillo para iluminar el lugar, pero no fue necesario: de repente, una luz blanca y clara iluminó el pasadizo de piedra en el que estaba adentrada. La chica miró la pared de piedra y la tocó con la mano. Tembló por un escalofrío y se abrazó a ella misma mientras caminaba lentamente para seguir la luz. Y encontró algo inesperado detrás de esa luz que la guiaba: era la salida a un bosque. «¿Qué hace un bosque en la biblioteca?», pensó. En cuanto puso un pie en el exterior y luego el otro, el portal se cerró de golpe y quedó la pared de una simple roca grisácea, como si allí no hubiera una puerta.

Como si allí no hubiera pasado nada.

Teodora se dio la vuelta rápidamente y golpeó la roca de forma desesperada, intentando abrir la puerta por la que anteriormente había entrado, pero le fue imposible. Tras detenerse para no romperse las manos debido a los golpes, se sobó las muñecas y suspiró con frustración.

—Genial —se dijo a sí misma con ironía.

Volvió a sacar su teléfono móvil, pero no había cobertura ni señal GPS en aquel lugar. Por más que se movía buscando una mínima señal, le era imposible.

—Agh, ¡¿qué mierda es esto?! —exclamó enfurecida—. ¿Que estoy en Narnia o qué? —se dijo para sí misma, preguntándose qué clase de broma era aquella.

—¡Eh, tú! —exclamó alguien tras su espalda. Teodora se giró y vio a un chico joven. El muchacho parecía de su misma edad, con el cabello negro y unas orejas puntiagudas. Este llevaba leña en sus brazos—. ¿Quién eres?

—Hola —dijo Teo, con la voz algo insegura—. Me llamo Teodora, verás he entrado por una puerta que había a...

—¿Has entrado por la roca? —El chico frunció el ceño.

—¡Sí! —exclamó Teodora con un ápice de luz en sus ojos—. Exactamente, así es. —Aunque al decir aquello, temió sonar como una demente.

—Ya veo, entonces estás en el sitio correcto. —El chico dejó la leña en el suelo y se acercó a Teo con una leve sonrisa—. Me llamo Shaun, encantado. —El tal Shaun le tendió la mano y Teodora se la estrechó amablemente, sorprendida por la reacción del muchacho.

—Oye, ¿es que hay una fiesta de disfraces por aquí o algo? —Miró a su alrededor, pero solo veía árboles y más árboles con las hojas caídas.

—Mmm, no. —Shaun frunció el ceño—. ¿Por qué?

—Bueno, tus orejas son... —Teodora miró detenidamente las orejas puntiagudas del muchacho—. ¿Estás seguro? —El chico rio.

—¿Los humanos sois tan estúpidos?

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora