11 | El colgante de las guardias

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11 | EL COLGANTE DE LAS GUARDIAS

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11 | EL COLGANTE DE LAS GUARDIAS

—Tienes que fortalecer el coco. —Shaun recogió la espada del suelo y se la tendió una vez más a Teodora. Ambos estaban en la verde pradera que había detrás de la casa haciendo su rutinaria sesión de entrenamiento, como el mismo Shaun insistió en nombrar a aquel espacio de tiempo—. Toma, otra vez. —Teo resopló y tomó la espada sin mucho ánimo.

«Serás una buena guardiana cuando sepas manejar una espada», le dijo una vez Shaun hacía varios días atrás.

—Estoy cansada de hacer esto, ¿no podríamos hacer otra cosa?

—No —Shaun sonó tajante—, debes hacerlo hasta que te salga. Fortalecer el coco significa tener disciplina cuando toca, no importa el cansancio mental o físico que tengas. Primero hazlo, ya descansarás luego.

—Cualquiera diría que te has pasado toda la vida cazando para luego tener que entrenarme.

—Es mi deber y lo acepto. —Shaun se encogió de hombros—. ¿Por qué no aceptas tú el tuyo?

En aquel momento, a Teodora la invadió el enfado.

—No te confundas, Shaun —pronunció mirándolo fijamente a los ojos estando sus rostros a metros de distancia—. Que esté cansada no significa que no lo acepte. Puedo descansar sin rendirme.

—Bueno, creo que llego en un buen momento para apaciguar los ánimos. —Nedhel apareció ante ellos apoyándose en su bastón—. Creo que necesitáis un descanso, seguro que después os sale todo mejor. —Teodora miró a Shaun con orgullo y el joven entornó los ojos—. Además, debo darte algo Teodora, ven conmigo.

En silencio, la guardiana y el joven elfo siguieron al anciano Nedhel al interior de la casa

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En silencio, la guardiana y el joven elfo siguieron al anciano Nedhel al interior de la casa. Teo se lanzó, literalmente, al pequeño sillón frente a la chimenea, aunque en esa temporada ya empezaba a hacer calor y las llamas pronto deberían ser apaciguadas. Shaun se sentó en el otro sillón, con las piernas en lo alto del brazo de este, mientras cerraba los ojos y esperaba a que Nedhel regresase de buscar lo que quiera que fuera a darle a la guardiana.

—¿Qué me tiene que dar? —preguntó Teo mirando al elfo y Shaun, aún con los ojos cerrados y de brazos cruzados, se encogió de hombros con indiferencia.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora