8. "Peligro En El Bosque"
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-»La noche será tu perdición, pero yo tu salvación. Que la luz de la luna nos haga inmortales«
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-Tomo en teléfono entre mis manos que casi no siento por el frío, miro su contacto aparecer en la pantalla táctil, dudó más de diez veces si marcarle o no. Pero esa voz de peligro me grita internamente que lo haga.
—Vaya, yo sabia que me extrañabas mi ángel. —ruedo los ojos y me acomodo mejor en la cama, que por cierto es la de Ran, ya que debo de estar aquí hasta que vuelva.
Menudo loco obsesivo.
Pero que se le hacía, además su casa tenía todo lo que podías llegar a necesitar, excepto... libertad.
—No te he llamado por eso torpe —escucho su risa al otro lado de la línea. En el fondo si que me gustaba escucharlo reír. Me ponía de buen humor raramente.
—¿Es por lo del campamento? —escucho como se acomoda del otro lado de la línea. Adivino que está mirando al techo con un brazo detrás de la cabeza o jugándose el cabello.
—¿Reimon te lo ha dicho cierto? —sueno ofendida por no haber sido yo la primera en decirle.
—Claro que si, es un gruñón pero también un chismoso.
—Hasta ahora me doy cuenta. —reimos por lo bajo los dos, me hago una bolita en la cama para seguir hablando con el.
—Dime cuál es tu deseo mi ángel —la piel se me eriza cuando lo escucho llamarme así. Era un lindo apelativo, lástima que no venía de una buena persona.
—¿Puedo ir? —mi voz sale temblorosa y me cubro la boca con vergüenza aunque no puede verme.
—No. —sentencia con voz firme.
—Jodete —es lo primero que me sale decir— igual iré y no estás aquí para impedirmelo. Así que no necesito tu permiso.
—Pero Reimon si estará ahí.
—Eres un bastardo —era la palabrota más fuerte que le habia dicho hasta ahora, pero me hizo enfadar— ¿Porque todo lo complicas?
—Hey, cuida esa boca. Estaba bromeando, pero tal parece tu mal comportamiento te ha ganado un castigo.
Me quedo muda por un tiempo. Ran empieza a reír con ganas. Pero a mí el calor se me subió rápido con el rostro.
—¿Que...?
—Chicos a cinco metros, no salgas de la visión de Reimon. Nada de ir al bosque sola y acata las reglas. Has eso y podrás ir sin problemas.
—Bien. Pero no te daré las gracias —el ríe un poco y aclara la garganta.
—No hace falta mi ángel. Cuando llegue me las cobraré, descansa nena... que el diablo no te lleve.
—Descansa Ran.
Cuelgo la llamada y dejó el móvil en la mesita de noche, me hago una bolita para dormir, envolviendome en las sábanas color vino que adornan la cama exageradamente grande de Ran.
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Obsesiones que matan ✓
Teen FictionSerie: sentimientos que matan (Completo) La única razón por la que su vida era perfecta, era porque él se encargaba que así fuera. Pero él se convirtió en el infierno para ella. No puedes cambiar a alguien que no quiere ser cambiado. Lo mejor siempr...