Capitulo 11

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11. "Nuestra Realidad"

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»Ve y decide; quién está mal y que es lo correcto... porque en el fondo lo sabes, no puedes escapar de mi simplemente porque no lo deseas«

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Sentí una ráfaga de viento recorrerme el cuerpo desde la espalda baja hasta la nuca que me erizo la piel. Me gire hacia la puerta abierta cuando me molesta la interrupción de sentir la presencia de alguien... Ella.

Mi ángel.

Su cara era de horror, pánico, miedo. Como me encantaba verla quedarse sin palabras, tan hermosa como el mismísimo infierno. Ni Lucifer era tan hermoso como mi ángel.

Era una mujer tan única como la muerte. Si es que la muerte era fémina. Pero igual y hasta más preciosa que esa alma.

Sus ojos me recorrieron una y mil veces intentando que todo lo que estaba viendo solo fuera producto de su imaginación. Pero pequeño pajarito...

Esto es real.

—Sangre...

Su voz fácilmente pasaba como nada. Era inaudita, y se lo decía a ella misma para volver en si. Quería convencerse a si misma de algo que no era ni iba hacer real aunque lo implorara de rodillas.

No era aclaración, ni exclamación. Era una afirmación para si misma. Le sonreí y di un paso hacia ella, pero Becca dio tres hacia atrás; eso me grito a viva voz en la cara que ella nunca me aceptó ni lo haría en lo que le resta de vida, que si por momentos estuvimos bien el viento se lo llevaría todo dejando solo recuerdos de algo que no fue al final.

Pero no la culparía, como seres humanos siempre queremos que todo se haga como lo deseamos así tengamos que pasar por encima de quienes confían, y así como ella tiraba la cuerda de su lado... yo lo haría del mío. Ella debía amarme con cada fibra de su ser, era algo escrito y profetizado en mi mente.

—¡No te acerques!

Me detuve de golpe por su grito, ella puso sus brazos extendidos hacia mí como para asegurarse de que no me acercara de más. Aunque podía ver cómo su labio y sus manos temblaban, ni ella misma estaba segura de sus acciones, pero aún así las seguía cometiendo.

—Pequeño ángel ¿Que haces aquí? Me has tomado por sorpresa con tu grata presencia, pero creo que no son horas para una visita.

Le sonreí igual que siempre le sonreía, la mire como siempre. Con amor, devoción, fanatismo, admiración y locura.

Asco, horror, pánico, miedo y rechazo, esa fue su mirada hacia mi. Porque yo si podía verla como lo más hermoso del mundo, del cielo y hasta del infierno. Yo la tenía en lo más alto, por encima de Dios podría jurar, pero ella no dejaba de verme como un simple mortal.

Un humano más del montón y eso solo lograba desquiciarme más y más. Yo quería que me necesitará de la misma forma que yo a ella, que su locura fuera mía, que ella lo sea. Mis expectativas sobre nosotros estaban por encima de niveles impensados, pero porque estaba seguro que podían hacerse reales.

—¿Eso es sangre?

Me pregunto y aunque sabía la respuesta ella esperaba y rezaba que yo le dijera lo contrario. Podía ver cómo sus ojos esperaban y me pedían que les diera una negativa.

—Si, lo es.

No iba a mentirle, nunca lo haría, ella tendría que acostumbrarse a lo que yo era, lo que hacía y todo lo que yo representaba.

Obsesiones que matan ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora