Velorio

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Astrid

El brillo del sol, hace un destello en mis lentes donde me encuentro, aprieto el paraguas mientras miro a lo lejos a un grupo de personas llorando con dolor fingido, veo como el ataúd de mi hermana baja con delicadeza desapareciendo en el agujero donde permanecerá hasta la eternidad.

Mis ojos buscan a unos en especifico, tengo ganar de reírme al verlo con lagrimas en su rostro.

- Pura falsedad de mierda - susurro y aprieto el mango del paragua.

- Relájate bombón - la voz ronca masculina hace que suelte un suspiro.

- Sus días están contados  - me susurra en mi oído cuando lo tengo detrás de mi.

Miro a la gente y las ganas de torturarlos crecen rápidamente, la mirada de Henry se posa en nosotros por un instante, no me preocupo que me vea, la distancia entre nosotros es considerable, debería acercarse más para verme mejor.

- Debemos irnos - digo y me encamino al auto, Samael me abre la puerta y yo ingreso en el lugar del copiloto.

— En unos días lo tendre enfrente de mi y iniciará el caos.

***

Al llegar a la mansión me dedico a ir a mi habitación, al subir las escaleras la voz de la nana hace que suelte un suspiro.

— Señora Angelis.

— Como esta Pierce? — no la miró y sigo mi camino a mi habitación.

— Se encuentra muy bien, esta muy alegre estos días, si gusta ir a verlo se que le alegrara al bebé.

— Después — al doblar el pasillo la nana se detiene.

— El bebé está pequeño y necesita tener su afecto materno.

— Ahora mismo estoy ocupada, en cuanto tenga tiempo libre iré a verlo Nina.

— Entiendo — dice la señora un poco triste, lo cual ignoro, ahora mismo lo que me importa es saber que estén arreglados los últimos detalles para mi plan.

Al llegar a la habitación me dedico a quitarme la ropa negra, me dirijo a mi baño y me ducho para quitarme el olor a cementerio.

Mientras el agua cae cierro mis ojos y me dejó relajar estas dos semanas y media han sido un caos total desde la muerte de mi hermana, su hijo y su funeral me destrozaron no físicamente si no mentalmente, por mas que quería llorar ninguna lagrima salía, pero por dentro mi corazón se desgarraba.

Flashback

Las enfermeras salian y entraban y yo sólo me encontraba sosteniendo la mano de Ana.

— Señora Collins es momento de pujar ¯

Mi hermana se encuentra respirando rápidamente, una capa de sudor cubre su frente mientras me toma con fuerza.

— Lo haré — susurra y yo solo miro a al doctora.

— Recuerde que esto puede ocasionar que su corazón falle. —

— No es necesario que me lo recuerde, sin importar lo que pase debe salvar a mi hijo.

La doctora asiente y exije que pije cuando una contracción hace que mi hermana se retuerce.

— Vamos Ana, otra vez — le dice la doctora, mi hermana me mira y puja con fuerza.

La desesperación se hace presente.

— Una más cariño — le grita la doctora y con la poca fuerza que tiene hace el milagro de traer a su bebé, sonrió y ella empieza a llorar de la emoción.

ASTRID ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora