El chico de la capa roja.- BajiFuyu

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La reunión de los hombres había terminado. Todos se dispersaron y fueron en busca de sus armas, Baji se marcho a la casa de Chifuyu, necesitaba verlo y hablar con él una última vez. Pero no fue el joven rubio quien lo recibió al tocar, sino su madre, su egoísta madre, quien tenía unas grandes ojeras bajo sus ojos irritados luego de tanto llorar.

—¿Qué es lo que quieres aquí? Márchate.

—Amo a Chifuyu, le pido que por favor no lo obligue a desposar a Hanagaki.

Ante su noble petición la mujer solo rio en burla y con su ceño fruncido negó al instante.

—Deja a mi hijo en paz, Keisuke. Hanagaki puede darle la vida que se merece, es un herrero, hijo de padres adinerados y tu solo eres un simple leñador.

—Sí, tengo el mismo oficio que su esposo ¿O no?

Respondió el moreno con molestia tras ser desplazado por la mujer.

—Y yo se cuánto gana un leñador, por eso no quiero seguir padeciendo esta situación. Si realmente lo amas deberás dejarlo ir.

Sin más por hablar, la mujer dio un azoton de puerta y se marcho, dejando a Baji en la entrada con la mirada clavada al piso. Tenia razón, no podía negar que ese rubio de ojos azules era la mejor opción para Chifuyu. Con el alma rota y una gran desilusión se marcho a buscar sus armas, dentro de casi nada sería el encuentro para iniciar la casería.

Horas después, Chifuyu se hallaba corriendo desesperado buscando por Keisuke, trataría de evitar que se metiera en aquella búsqueda pues consideraba que era un acto suicida y estúpido, mas al encontrarlo y tirarse en sus brazos, no recibió el mismo afecto de su parte, sino una fría y distante mirada.

—Baji-san, por favor no vayas. Ya perdí a Hina, no puedo perderte a ti también.

Suplicaba aferrándose a su camisa, sin embargo sus manos fueron sacadas de encima por el azabache.

—¿No deberías estarle rogando a Hanagaki en lugar de a mi?

—¿Huh? Pero... ¿De que estás hablando? Si yo estoy enamorado de ti.

Exclamó Chifuyu casi en un grito que atrajo la atención de algunos presentes a su alrededor. El pelinegro lo noto y rápidamente se aparto de él.

—Solo nos divertimos, no confundas las cosas.

Y sin más lo soltó y lo abandono yéndose con el grupo de hombres. Casi al instante llego Takemichi donde Chifuyu, ni siquiera le había permitido tener un momento de paz donde pudiera pensar que era lo que había sucedido como para que ahora el mayor le hiciera semejante desplante.

—Chifuyu, no sé que me depara esta noche, si viviré o no, si saldremos con la victoria o con algunas caídas, pero... Lo estaba guardando para nuestra boda, pero quiero que conserves esto. Por si acaso...

El ojiazul saco de su bolsillo un brazalete que había hecho en su taller, se lo coloco en la muñeca y sonrió al ver lo bien que combinaba con su pálida piel.

—T-takemichi, yo...Por favor cuídate mucho...

No era que no sintiera pena por él, Chifuyu no estaba enamorado de Takemichi, pero eso no evitaba el sentir un enorme cariño y aprecio hacia él. Este lo sabía, sobre todo cuando le sonrió y deposito un beso en su frente.

—Volverás a ser feliz pronto, vengaremos a tu hermana.

Sin decir nada mas, se fue corriendo a donde el grupo de hombres ya se reunían, todos gritaban y alardeaban. Chifuyu solo se aferraba al brazalete de su muñeca, en espera de que todos volvieran con bien.