Capítulo IX

501 36 7
                                    

Era como un sueño, nunca imaginé estar de esa manera con él. Mi interés principal no era acostarme con Willy, al contrario, me imaginaba una vida a su lado, siendo felices, lo demás ni me pasaba por la cabeza. Por esto mismo me sorprendió lo rápido que iba.

-¡¿Qué estoy haciendo?!- Este impulso me iba a costar, pero no podía detenerme. Nunca me había sentido así por nadie, creí que esa sensación jamás impregnaría mi cuerpo. Desde que soy un niño ninguna chica se interesó en mi, no volteaban a verme nunca, ¿qué tal si ella tampoco quería? ¿Debería parar? Es que... se ve tan linda y... esas piernas...

Willy se sentía excitado por aquella chica, no tenía idea de qué hacer o cómo comenzar, sólo sabía que quería ser suyo. Ella también lo quería, aunque no sabía si debía tocarlo o lo asustaría.

Ahí estábamos, en esa oficina con la puerta cerrada, jugando con fuego, como adolescentes inexpertos. No pensé llegar tan lejos, hasta que...
-Cariño... Creo que estoy duro... Por favor tócame- Dijo Wonka mientras soltaba gemidos cortos.

Mi cuerpo se estremeció cuando él pronunció esas palabras, me lo dijo al oído y con debilidad, lo tenía suplicando por mi toque. No quería echarlo a perder, sería lo más tierna posible.

Bien, iba a manejar esto. Le obedecí, acaricié su miembro, estaba duro sin duda. Él comenzó a besarme con intensidad, sus manos cubiertas por los guantes de látex morados iban de un lado a otro, sus caricias me hacían soltar gemidos a mi también. Claramente no tenía experiencia en esto, sólo seguía sus instintos. Así en medio del acto me confesó que me amaba y no podía seguir sin mi, en ese momento las emociones de ambos estaban a flor de piel.
Seguí acariciando su parte, él tomaba más práctica conforme avanzamos, de repente me tomó con fuerza y me sentó en un escritorio, aún no sé cómo nadie escuchó con tremendo sentón que hizo darme. Terminó de romper mis medias con la fuerza de sus manos, estaba desesperado y anhelaba tocar mis piernas. Logró su objetivo y me admiró unos minutos. Luego se quitó la gabardina, era tan pesada que hizo eco en el piso a cuadros, después siguió con el chaleco, se quitó el cinturón, mi corazón se aceleraba aún con mayor intensidad cada vez que desprendía alguna parte de su atuendo.
Willy Wonka... Nadie te imagina de esta manera, nadie sabe que me deseas...
Era emocionante verlo así de vulnerable, y era un halago que yo provocara eso en él.

Mientras se desvestía no paraba de mirarme. Nunca fui una chica con muchos atributos, he de confesar, pero él me hacía sentir la chica más linda.

Cuando finalmente se quitó la camisa y quedó con el cabello despeinado apesar de su rígido corte, no era el mismo hombre de hace un momento, parecía un tesoro escondido. Delgado, pero no tanto, pálido, piel suave, delicado, ese cuello tan estilizado, el cual podía ver pero esta vez sin tantas prendas extravagantes encima. Quisiera decir que no estaba igual de desesperada por su toque, pero estaría mintiendo, iba a suceder.

"Quien diría que el chocolate Wonka era tan amargo..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora