Capítulo 10:

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Athenodora rodo los ojos y volvió a besar al hombre rubio, quien tampoco le hizo caso al grito de Sulpicia.

—Serán— comento Sulpicia enojada y apretando los puños

Athenodora se bajó del regazo del hombre y se sentó a su lado —¿Le vas a presentar a Caius? —

—No necesito conocerla, ya la vi cuando fuimos a atacar ese despreciable lugar de los rumanos— comento el hombre rubio

—Necesitas, ella es tu hermana ahora— interrumpió Sulpicia —Alexandra, él es Caius—

Mire a los ojos rojos y de inmediato mire al suelo, antes de hacer una pequeña reverencia con la cabeza.

—Alex— suspiro Sulpicia —No tienes que saludarlo de esa manera—

—No, que lo haga— dijo Caius mirándome, se gira y besa a Athenodora una vez más antes de levantarse y caminar hacia nosotras. —Es verdad que no pareces tenernos miedo—dijo el hombre —¿Eres idiota o ya te han roto?—

—¡Caius! — siseo Sulpicia

—¿Cuál crees que es la respuesta? — pregunto Caius con tono enojado —Te estoy hablando humana—

—Alexandra, su nombre es Alexandra— gruño Suplicia

—¿Ya te encariñaste tanto? — comento con burla Athenodora sentada en el sofá con un libro en sus manos.

Sulpicia gruño a la mujer rubia y luego cruzo sus brazos sobre su pecho, mientras se mantenía firme a mi lado —¿Y que si es así? —

—Contéstame— dijo Caius mirándome con sus ojos rojos —Mírame a los ojos, cuando te hablo—

Levante la vista del suelo para encontrar sus ojos rojos —No sé la respuesta—

—¿No la sabes? — pregunto con agresión Caius

—Caius— siseo Sulpicia

El rubio suspiro irritado, antes de sacarse su capa y tirármela —Cúbrete, sé que mi esposa rompió tu camisa, puedo ver las marcas de mordeduras y a Marcus no le gustara verte así—

—A veces, tienes un lado lindo— comento Sulpicia sonriendo al hombre

El hombre rodo los ojos y se fue de la habitación sin decir nada más, me cubrí con la capa de Caius como me dijo.

—Le caes bien— dijo Athenodora sin apartar la mirada de su libro —Si no, no te hubiera hablado—

—Ahora se comportan como unos idiotas, pero no son generalmente así— dijo Sulpicia mirándome con una sonrisa.

No comente nada de lo que paso y mire como Sulpicia se acerco al sofá para sentarse, desde allí me empezó a señalar y comentar distintos lugares de la habitación que eran más que nada entretenimiento y un lugar para pasar el rato.

—Alexandra— comento con un suspiro Sulpicia

—¿Sí? — pregunte mirándola levemente

—Puedes sentarte, esta es tu casa ahora también— comento Sulpicia

Casa... esa definitivamente fue una palabra extraña para mí, ahora todo parecía distinto y puedo hacer según ellos varias cosas que con Vladimir y Stefan no podía.

—Oh— dije dándome cuanta de que me había quedado parada en el lugar mientras ella hablaba

—¿Puedes sentarte? Me irritas mientras estas parada ahí, humana— siseo Athenodora sin apartar los ojos de su libro.

Sulpicia gruño y le pego una patada  en la pierna a la otra mujer, quien de inmediato miro a la otra y mostro sus dientes.

Me tense y mire hacia abajo antes de cerrar los ojos, aprete los puños y espere a que se pelearan o me arrastraran a esa pelea donde se alimentarían de mi o solo para verme en vuelta en eso. Pero.... eso nunca llego, solo se genero un silencio.

—Alex— dijo con cautela Sulpicia —¿Estas bien? —

Un dedo se apoyó en mi barbilla y con fuerza me obligo a levantar la cabeza —Abre los ojos— dijo Athenodora. Hice lo que ella me dijo y para mi sorpresa quien estaba frente a mi era la mujer rubia, quien me miraba pareciendo que me examinaba. —No solo se alimentaron de ti—

—¿Qué? — comento incrédula Sulpicia

—Contesta— ordeno Athenodora

—Si, también era entretenimiento— dije —Ellos... me arrastraban a peleas—

Un gruñido y algo rompiéndose llego a mi oídos y mire a un costado para ver que Sulpicia había roto la pared.

—¿Cómo sigues viva? — preguntó incrédula Athenodora

—¡Dora! — grito Sulpicia mitad gruñido

—Soy su juguete favorito— dije sin emoción alguna

El gruñido de Sulpicia se incremento y fue seguido por el de Athenodora, quien me soltó y se cruzo de brazos a la vez que miraba hacia otro lado —Voy a matarlos lentamente—

Antes de que me diera cuenta me encontraba de espaldas al sofá, parpadee y mire a Athenodora quien me había tirado hacia allí, la mujer me miro, mientras Sulpicia miro sorprendida.

—Ya no eres su juguete, humana— murmuro Athenodora —Recuérdalo— gruño antes de desaparecer con su velocidad.

La risa de Sulpicia hizo que girase la cabeza hacia ella, mientras me enderezaba lentamente en el sofá para sentarme.

—Le agradas, al igual que a Caius— dijo Sulpicia sonriéndome 

La compañera de Marcus Vulturi (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora