Capítulo 9:

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Sulpicia continúo mostrándome el castillo, algunos lugares directamente se los salteo, pero no voy a preguntar.... no es mi lugar cuestionar las decisiones de los vampiros.

—Los siento— dijo Sulpicia deteniéndonos en mitad de un pasillo

—¿Por qué? — pregunte con dudas y sorpresa de que un vampiro se disculpara conmigo, una simple humana.... un alimento, pero lentamente mire sus ojos rojos, lo que hizo que ella me dedicara una leve sonrisa.

—Por el comportamiento de Athenodora— aclaro Sulpicia —Ella no es mala, lo prometo, solo que no sabe muy bien como comportarse con los humanos o....... en general— comento de forma tardía Sulpicia mientras arrugaba su rostro, recordando algo.

—No me molesta— dije de forma automática —Si ustedes necesitan ali—intente decir solo para que la mano de la mujer me tapara la boca y me miro con seriedad, provocando que mirase hacia el piso.

—Mírame— dijo Sulpicia con seriedad, con dudas levante la mirada para encontrarme con sus ojos rojos. —Nadie y repito nadie, va a volver a alimentarse de ti—

Fruncí el ceño confundida, eso es lo que todos en este lugar me dicen siempre, pero solo soy una humana, un alimento. El gruñido de parte de Sulpicia, me hizo volver a bajar la vista rápidamente hacia el piso.

—Esa es la cara que estas poniendo cuando estas dudando— dijo Sulpicia —Ahora somos familia y creerme que protejo a mis hermanas y hermanos, ellos piensan los mismo— comento con firmeza la mujer —No puedo explicarte porque somos familia, pero Marcus lo hará—

¿Familia? ¿Hermanas? ¿Hermanos?

Las manos de Sulpicia dejaron de tapar mi boca y agarro una de mis manos, mientras miraba una dirección con una sonrisa —Ven, te voy a presentar a mi esposo—

Asentí con la cabeza lentamente, mientras dejaba que ella me guiara por los pasillos, hacia unas puertas de gran tamaño, las cuales Sulpicia abrió sin tocar y sin ningún esfuerzo.

La habitación parecía una especie de oficina, muy lujosa y costosa. Sin embargo, no mire mucho y mire hacia el piso, al notar a un vampiro con un libro en su mano junto a un escritorio lleno de papeles.

—Ah, amor— dijo el hombre —Que agradable sorpresa—

—Aro— dijo con un tono seductor Sulpicia, sin dejar libre mi mano —Vine a presentar a Alexandra— Ella me pegó levemente con su codo en mi costado y con dudas levante la vista para encontrarme con los ojos del otro vampiro, quien me dedico una sonrisa cálida.

—Un placer conocerte, Alexandra— dijo Aro extendiendo la mano que tenía una guante, mire de reojo a Sulpicia, quien sonrió y asintió con la cabeza, por lo que estreche la mano del hombre.

—Aro, normalmente saludaría sin los guantes— contesto Sulpicia —Pero no quiere invadir tus recuerdos—

—¿Tienes un don? — pregunte y me tense, antes de mirar hacia el suelo.

—Alex— suspiro Sulpicia —No te va a lastimar por preguntarle cosas—

—No, no lo haría— dijo de inmediato Aro, lo que hizo que lo mirase lentamente a los ojos, él estaba sonriendo cálidamente —Contestando a tu pregunta, si tengo un don. Puedo saber los recuerdos de la otra persona con tan solo un toque—

Parpadeé entendiendo lo que me estaba diciendo, él podría ver todo lo que pensé desde que tengo memoria.... pero ¿Qué puede ver? Hice todo lo que los rumanos querían y no pensé nunca en escapar.... me comporte como ellos querían. Sin embargo, ¿Qué era de mi antes?

—Alex— dijo Sulpicia sacándome de mis pensamientos y la mire, ella estaba con el ceño fruncido mirándome.

Mire hacia el suelo de inmediato, pero lentamente la volví a mirar recordando que no le gustaba que mirase al suelo cuando ella me hablaba —Lo siento, ¿Qué decías? — dije con dudas.

—¿Estas bien? Parecías distraída— comento Sulpicia

—Estoy bien— dijo de forma automática

—¿Quieres comer algo? A esta hora los cocineros humanos deben estar ya trabajado— dijo Aro mirándome

—No tengo hambre y la verdad es que no como mucho— admití

—Pero tus marcas.... ellos se alimentaron mucho de ti, ¿Cada cuánto te alimentaban? — gruño Sulpicia, mientras Aro fruncia el ceño y su sonrisa afectuosa desaparecía.

—Lo suficiente para no morir— dije como algo obvio —Soy la favorita de Vladimir o eso es lo que me ha dicho y recibía un trato mejor—

Un ruido fuerte, me hizo girar la cabeza para ver que Aro había roto con una de sus manos el costado de su escritorio—¿Hace cuánto estas con ellos? — pregunto Aro

—No lo sé— dije —No recuerdo nada más que Vladimir y Stefan—

—¿No recuerdas nada antes que ellos? — pregunto incrédula Sulpicia. Negue con la cabeza sin mostrar ninguna emoción, pero eso duro poco al notar lo enojados que estaban los dos.

—Con mi don podrías saber de tu pasado— comento Aro

—Pero ella solo te dirá que si para complacerte— interrumpió Sulpicia. Miré al suelo y no negué lo que ella dijo....

—¿Tal vez cuando pase más el tiempo? ¿Cuándo confíes más en nosotros? — pregunto Aro.

—No me han hecho daño— comente —Eso es suficiente para mí, pero sigo sin entenderlos, soy alimento—

—Alex, no empecemos de nuevo— interrumpió Sulpicia

—Lo siento— conteste de forma automática

Un silencio lleno la habitación y levanté la mirada del suelo lentamente para encontrar a los dos mirando un punto fijo, entendí de inmediato que estaban escuchando algo que estaba sucediendo.

—¿Por qué no llevas a Alexandra a la sala donde pasas la mayor parte del tiempo junto con Athenodora? — pregunto Aro mirando a Sulpicia con un sentimiento extraño en sus ojos rojos dirigidos hacia la mujer.

—Claro amor— contesto Sulpicia, antes de besar la mejilla de su esposo y volviendo a agarrar mi mano.

—De nuevo, un placer Alexandra— dijo cordialmente Aro

Asentí con la cabeza aún confundida de como debía actuar con estas extrañas situaciones, pero no puede pensar mucho en eso, cuando Sulpicia me llevo por otro pasillo.

—Ahora conocerás el lugar donde pasamos Aro, Caius, Marcus, Athenodora y yo la mayor parte del tiempo, cuando queremos estar en familia— dijo Suplicia

La mujer abrió unas puertas de gran tamaño y era un gran salón lujoso con muchas cosas de entretenimiento.

—¡¡Ustedes dos!!— gruño Sulpicia —Compórtensen—

Mire hacia la mujer a mi lado y luego hacia adelante para encontrar a Athenodora sentada a horcajadas sobre el regazo de un hombre rubio, dejaron de besarse y nos miraron con ceños fruncidos, especial a mí. 

La compañera de Marcus Vulturi (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora