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CAPITULO 3

Virgen de la medalla milagrosa, no vuelvo a tomar más, promesa que se hacía cada vez que salía de parranda, de pronto sintió una respiración profunda en su nuca, cayó en la cuenta de que habían brazos pesados que se enroscaban en ella y que no le iban a permitir salir así nomás, entonces recordó, italiano caliente, brazos tatuados, tanga mojada, amiga poseída por la putería, no, no, no, Lu, se olvidó de ella, la desesperación la atacó, abrió los ojos de golpe y quiso sacarse los brazos de encima, intento que fue en vano, parecían dos bloques. Max al sentir que ella se retorcía se despertó, hacía mucho que no dormía tan profundamente

–Tranquila mujer –habló con voz ronca

–Por favor necesito saber dónde está mi amiga y también necesito ir al baño –rogó Alejandra mientras se seguía moviendo

–Estoy muy cómodo no pienso soltarte así que tendrás que hacerte encima –hablo él con los ojos aún cerrados

–¿¿¿QUÉ??? ACASO ESTÁS DEMENTE –gritó ella sabiendo que no iba a aguantar mucho más y que iba a orinarse encima, se movió aún más sin éxito, Max ni si quiera se inmutaba, Alejandra al ver que no iba a ceder y q le quedaba muy poco tiempo de aguante acercó su boca al brazo de él y le metió un mordisco, el italiano abrió los ojos de golpe, soltando un grito y maldiciones, ella riéndose por lo bajo, salió de la cama y se envolvió en una sábana mientras cruzaba las piernas para aguantar el pis –Por favor donde está el baño –le dijo seria

–Debería dejarte ahí parada y ver cómo te haces encima pero voy a ser bueno y te diré dónde está, solo si me prometes que volverás a acostarte conmigo –dijo mientras cruzaba sus manos detrás de su cabeza en modo arrogante

–SI, CARAJO, SI –exclamó más enojada aún

–De acuerdo principessa –se levantó riendo, se posicionó frente a un espejo q cubría toda la pared y marcó su dedo índice en el mismo, una luz detectó su huella y detrás había un baño gigante, la dejó pasar y se metió adentro con ella

– ¿Estarás aquí mientras yo haga mis necesidades? –Preguntó incrédula –Esto es demasiado ¡¡¡Sal de aquí ahora!!!

–Si me voy no podrás salir ya que tu huella no está identificada –le explicó mientras se miraba al espejo y peinaba su cabello corto

–Bueno como quieras, yo no aguanto más –Levantó la sabana que la cubría y se sentó, una sensación de alivio invadió su vejiga, maldito loco pensó. Se anudó la sabana lavó sus manos, y se recogió el cabello en una rodete que anudó con su mismo pelo, algunos rulos caían por el costado de su cara y le enmarcaban el rostro, es preciosa pensó él, que estaba desnudo, apoyado en la pared – ¿No piensas vestirte? –cuestionó Alejandra

–En realidad, no –respondió tranquilo. Le pasó un cepillo de dientes nuevo, ella se aseo e intentó salir, pero él no la dejó, se acercó y respiró en su cuello, ahí estaba la sensación de nuevo, mojada otra vez con una sola respiración.

–Max, por favor, debo irme –imploró con ojos cerrados, luchando con el deseo

Él mordió su cuello descubierto, la tomó por la cintura y la alzó para sentarla en el lavamanos gigante de su baño, de un tirón desprendió su sabana, y la besó con exasperación, Alejandra sabía que no había vuelta atrás y dejó que él hiciera con ella lo que quisiera, ese efecto tenía él en ella, se entregaba sin pensar el después, la penetró despacio, con aplomo, con una mano la sostenía de la cintura y con la otra tocaba sus senos, ella con la cabeza hacía atrás pegada en el espejo y las manos en los hombros de él, se balanceaban en un vaivén que parecía no tener fin, ella gemía bajo, casi susurrando, él hacía ruido con su respiración, sin sacarle los ojos de encima, porque no quería perderse ningún detalle en ella, llegaron al clímax juntos, él la alzó sin salirse de su vagina y así se metieron en la ducha, estuvieron abrazados en esa posición por un rato largo, sin decir nada, solo recuperándose de la intensidad de recién mientras el agua caía por sus cuerpos, al cabo de unos minutos, Max la ayudó a bañarse, le paso la esponja por la espalda y por todo su cuerpo, le lavó cada rincón de su piel, había encontrado la perfección, su piel morena, si cintura pronunciada, sus senos parados y grandes, sus piernas lisas, y sus glúteos voluptuosos la hacían un poema.

ALEJANDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora