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CAPITULO 6

Lucía estaba algo triste, había peleado feo con Marco, se tomó un taxi y lo dejó plantado en un bar, el persiguió el taxi como loco, sin embargo a Lucía le había roto el corazón y ella ya no era esa chiquilla que rogaba por amor en la secundaria, en la puerta del hotel lo volvió a mandar al diablo y no hubo poder de Dios que la hiciera salir de su cuarto. Cuando terminó de escuchar el relato de Alejandra, contándole su estadía romántica en la Toscana ella le contó su fiasco de anoche. Marco en realidad tenía novia, ella había ido un segundo al baño y una mujer se le acercó para decirle que era la novia del tipo con el que estaba sentado, salió disparada de ahí tomó su bolso, le gritó que era un hijo de puta, a pesar de que él no entendía el castellano se dio cuenta que lo insultó.

–Amiga creo que no deberías haber reaccionado así, deberías haberle dado una oportunidad para explicarte lo que realmente pasaba

–Me volví loca Ale, loca de celos, sé que lo conozco hace poco, pero siento celos, siento cosas que no puedo manejar, me gustaría ser fría como vos y que los sentimientos no me dominaran, pero realmente no me sale –Alejandra se limitó a abrazar a su amiga y no se animó a decirle que esta vez no estaba manejando sus sentimientos como siempre

Esa semana, Alejandra no vio a Max, pero si obtuvo mensajes, a Dany le mentía un poco, pero agradecía que ya no fuera tan cargoso, algo había cambiado en él. Tuvieron otra reunión con la compañía y llegaron a un pre-acuerdo en donde se estipulaba hasta qué punto se hacía cargo monetariamente cada una, una vez aceptada por ambas partes, se daba cierre al caso, por primera vez Alejandra no quería terminar su trabajo, porque sabía que una vez cerrado su estadía en Italia terminaría y por ende no vería nunca más a Max. Le llamó la atención el respeto con el que se dirigieron a ellas los abogados italianos y lo dócil que se mostraron, aceptando las propuestas que llevaban ellas, nada que ver a la primer reunión.

El día sábado Max la invitó a la discoteca, quedó de pasar por ella a las 22hs, Alejandra le preguntó a Lucía si le apetecía ir con ella y esta dijo que no, que prefería quedarse en el hotel viendo una película con un pote de helado, pero si le ayudó a elegir su outfit de esta noche, eligió uno de los tantos regalos que le había enviado Max. Se despidió de su amiga y salió al encuentro. La estaba esperando como siempre, apoyado en su automóvil, amaba verle la camisa arremangada porque dejaba a la luz sus tatuajes y su reloj, que no dudaba fuera un Rolex.

Max la vio venir y silbó cuando la vio –Creo que no iremos a ninguna parte y te haré el amor aquí sobre el carro –su comentario causó risa en ella y sus mejillas se ruborizaron. Le besó los labios e intensificó el beso a medida de que sus manos tocaban su piel desnuda, agradecido de que llevara el abrigo puesto para que ningún imbécil apreciara su piel desnuda, comentario que se guardó para él, porque así se mordiera la lengua jamás iba a prohibirle que llevara la prenda que ella quisiera, con sus manos metidas entre su abrigo y su piel pensó en la dicha que sentía por tenerla ahí cerca, su semana había sido una tortura sin ella – ¿Vamos?

– ¡Vamos! –respondió, el celular de Alejandra sonó: llamada entrante de Lucía

– ¿Ale te fuiste?

–No, aún estamos en la puerta, ¿pasó algo? –se preocupó

– ¿Cuánto tiempo llevan besándose? –la pregunta de Lucía que causó mucha risa en Alejandra también la escuchó Max, que se estaba ajustando el cinturón y también le robó una risotada.

–Haber, dame con ella –Max tomó el teléfono, con una sonrisa en sus labios –Hola Lucía, ¿pasó algo?

–No, en verdad cambié de opinión y quiero ir con ustedes, si no es mucha molestia

ALEJANDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora