El cielo estrellado se tiñó de púrpura cuando una pequeña nave ovoide atravesó la atmósfera. Cual lluvia de estrellas, varias partículas luminosas salieron disparadas desde el vehículo espacial hacia distintos puntos geográficos. Poco después, el estruendo de la nave al caer en medio de un bosque activó las alarmas de una base científica cercana. De manera inmediata, un equipo de investigadores comenzó a prepararse para salir en busca de aquel objeto volador no identificado.
En cuanto llegaron al sitio del impacto, Kayla Becker, quien estaba al mando de la brigada, se ofreció como voluntaria para el primer contacto. Cubierta por un traje de protección NBQ, se aproximó despacio hasta el sitio del impacto. El resplandor amarillento de la linterna que llevaba consigo dio de lleno sobre el liso ovoide plateado. La apariencia metalizada del mismo le devolvió un potente reflejo que deslumbró a todo el grupo. Justo en ese momento, un crujido escalofriante los obligó a lanzarse cuerpo a tierra. Sin razón aparente, la superficie de la nave había empezado a resquebrajarse por la mitad.
En segundos, los militares en la retaguardia se colocaron como un gran escudo frente a los científicos. Estaban atentos para disparar ante cualquier movimiento sospechoso. Conforme la grieta se hacía más amplia, los corazones de los presentes latían cada vez más a prisa. Nadie se atrevía a mover ni un solo músculo debido a la expectación generalizada. ¿Qué se ocultaba en el interior del curioso artefacto? ¿Desde dónde y cómo había logrado venir a la Tierra? En caso de que representara una amenaza, ¿podrían neutralizarla?
El barullo de pensamientos fue acallado al instante cuando el ovoide se partió en dos. Tras unos instantes de quietud absoluta, un agudo pitido llegó acompañado de una señal holográfica brillante. Boquiabierta, Kayla se apresuró a ponerse de pie. Con un ademán manual, les indicó a los soldados que no dispararan. Dicha orden ponía en riesgo varias vidas, pero ella no podía permitir que atacaran la nave sin saber cuál era el propósito de quien la había enviado.
La mujer hizo una grabación de la señal para enviarla de inmediato a sus colegas en la base. El tiempo de espera mientras el vídeo era analizado se le hizo eterno. Cuando por fin le comunicaron los primeros resultados del estudio, su semblante perdió el entusiasmo. A pesar de que contaban con un sistema decodificador sumamente avanzado, los caracteres proyectados mediante el haz de luz azulada les resultaban incomprensibles. No había registros de ningún lenguaje vivo o muerto que se pareciera a esas extrañas imágenes.
No obstante, la incapacidad para interpretar el mensaje no fue un impedimento para que descubrieran algo interesante: la secuencia de símbolos se repetía una y otra vez. Un signo similar a una flor de loto señalaba el comienzo y el final del bucle. ¿Sería aquello un discurso de paz o de guerra? ¿Lograrían entenderlo? ¿Esperaban los remitentes algún tipo de respuesta? Sin importar lo que fuera, nunca conocerían la verdad si se quedaban de brazos cruzados.
—No podemos seguir esperando sin hacer nada. ¡Es absurdo! Voy a seguir adelante —declaró la líder del equipo al tiempo que reanudaba la marcha.
Las miradas reprobatorias y los intentos por disuadirla no causaron ningún efecto en su determinación. Había sacrificado cosas muy valiosas para conseguir la posición que tenía y aspiraba a lograr mucho más en su carrera como investigadora. Si aquella nave contenía secretos alienígenas, era urgente desvelarlos. No desperdiciaría la oportunidad de hacer historia por el simple temor a lo desconocido. Con la respiración y el pulso acelerados, la mujer avanzó erguida hacia el que de seguro se convertiría en el mayor hallazgo de la ciencia en siglos.
Cuando Kayla pisó el pasto quemado en torno a la zona del impacto, una intensa sensación de frío la envolvió de arriba abajo. «Debo estar mucho más nerviosa de lo que pensaba», se dijo, intentando racionalizar la reacción anormal de su cuerpo. Sin embargo, un fuerte hormigueo en las plantas de los pies la obligó a replantearse lo pensado. Al bajar la vista, se percató de que estaba totalmente desnuda. Se dio la vuelta al instante con el pánico deformándole el rostro. Esperaba recibir ayuda de inmediato por parte de su equipo ante semejante anomalía. Para su desgracia, solo encontró un campo vacío tras de sí.
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De sangre mestiza y polvo estelar
FantasiLa llegada de los Kaukeli a la Tierra marcará un antes y un después en la historia. La poderosa conexión entre Samsara y Sofía provocará que los cimientos de todas las civilizaciones conocidas se tambaleen. Cambios profundos e ineludibles redefinirá...