Capítulo 26

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gwnte estoy triste, Camila y Shawn terminaron, escribí esto achicopalada


MARGOT HOWELL





Primer día sin ningún tipo de contacto con él: arduo.

Segundo día sin saber nada de él: me miré al espejo antes de salir del cuarto de baño, diciéndome a mí misma que todo estaba bien.

El tercer y el cuarto día fueron un poco diferentes, salí con Adele de compras y me encargué de terminar todas mis tareas con mucha antelación. Él estuvo faltando a las clases que nos tocaba llevar juntos y su ausencia me estaba estrujando el corazón.

—Creí que fue una de esas discusiones...esas que son normales. Pensé que estaríamos bien, pero pasaron cinco días y no hemos hablado. Supongo que era cierto que se acabó — cubrí mi rostro mientras Alyssa me observaba desde el otro lado de la pantalla. Mi habitación estaba algo oscura, la pequeña iluminación que llegaba a mi rostro provenía de una lamparita situada justo a un lado de mi portátil.

Desde esa noche, estuve teniendo algunos problemas para dormir. Pasaron cinco días, pero desde mi perspectiva parecían semanas. El tiempo pasaba demasiado lento y no podía siquiera entender lo que sentía.

Quise dejarle mensajes de texto, pero justo antes de hacerlo decidí eliminarlos.

Me quedaban aproximadamente quince minutos antes de que tuviera que asistir a mis clases. No tenía nada de ánimos, extrañaba a ese castaño imbécil que me movía el mundo.

Pero se fue, como si no le hubiera importado nada de lo que pasó entre nosotros. Sin embargo, yo aun lo quería de vuelta. Una vez más.

Adiós.

Una palabra y cinco letras. Algo simple para escribirlo, pero son cinco letras que pueden causar tanto dolor al escucharlas. Y quizá él tenía razón, las promesas no importaban. Siempre fue tan fácil incumplirlas como pronunciarlas.

Intenté respirar profundamente luego de terminar la videollamada con Alyssa, estaba por tomar el autobús. Me aseguré de dejar mi habitación en orden, dejé las cortinas cerradas y todas las luces apagadas. Giré la manija de la puerta y me dirigí a las escaleras, bajando con lentitud.

No tenía mucha hambre, por lo que preferí no perder tiempo desayunando, ya comería algo en el instituto. Revisé mi celular una vez más, pero su nombre no estaba ahí.

Tallé mis ojos, al parecer aún tenía algo de sueño. O sólo estaba cansada de pensar en todo, cansada de preguntarme una y otra vez como es que la vida es tan impredecible que a veces cuando menos te lo esperas, da un completo giro, haciéndote tropezar. Nos encontramos con sonrisas apagadas, cálidas, abrazos que hacen que el corazón empiece a bailar, gente que besa tus lágrimas, personas que se convierten en tu sueño. Pero entonces, el destino en el que creías se convierte en una historia no contada.

Y no, no es sencillo.

Pero ahora, ¿Qué más daba? Quizá tenía razón, eso fue lo mejor para ambos.

—¿Llevas dinero? — escuché la voz de mi madre, pero no quise responder. Sólo asentí con la cabeza y crucé la puerta para salir de casa.


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Cuando entré a mi primera clase, Adele estaba muriendo de la risa mientras veía la pantalla de su celular con atención y daba una mordida a una galleta. Al levantar su mirada —cosa que probablemente hizo para asegurarse de que la profesora no estaba ahí—me vio y arrugó la frente.

SATURNODonde viven las historias. Descúbrelo ahora