BARBIE
A veces cerrar los ojos y permitirme escapar a otra realidad era lo único que quería hacer. Esperaba por el que día terminara. Esperaba dejar lo que se suponía que era mi maldito trabajo de ensueño y cerrar los ojos. Esperaba dejar todo. Y es que recién cuando tenemos algo, recién cuando sentimos la satisfacción de poseerlo, nos damos cuenta que en real no lo queremos, solo queríamos ver cómo era nuestro.
Odiaba mi trabajo. Odiaba mi vida. Me odiaba a mí misma. Hasta incluso he llegado a pensar varias veces que el trato que me daban en el trabajo era lo que merecía, que era un karma que estaba pagando por algunos de mis pecados de mi vida pasada.
Era una científica. Pero solo tenía el título. El maldito título. Es más, nunca había visto cómo un simple oficio era tan desprestigiado. Bueno, en realidad, yo lo era.
En mi trabajo, ni siquiera me dejaban proyectos dignos para poder explotar mi potencial. No me preguntaban mi opinión como lo hacían con otros que eran nuevos o asistentes. Me trataban mal. Me dejaban proyectos de otros científicos por solo ser mujer. Y, sobre todo, y eso la parte que más detestaba, se burlaban de mi peso.
De hecho, lo hicieron tantas veces que hasta yo misma empecé a recordármelo cada vez que despertaba.
—Pero, mírenla—decían, señalándome—, ni siquiera entiendo porqué se llama Barbie. No hace alusión a su nombre.
—¿Segura que no quieres hacer estos trabajos, Barbie? —decían con clara ironía mi nombre—. Deberías hacerlo. Tal vez si no quieres, puedes comértelos— y se reían. Soltaban una enorme carcajada que incentivaban a los demás a seguirlos.
¿Y si me defendía? ¿Y si les hacía cara? No podía. Porque si lo hacía, me despedían. Me tendrían cólera. Y aparte no podía, porque este era uno de los lugares más prestigiosos para científicos, algo así como la NASA. Solo que trabajábamos para una empresa privada. Para un rico, de hecho.
Solté un suspiro. Ni siquiera me puse mi pijama como debería haber hecho, me eché con mi ropa que usé. A la mierda la limpieza, mi vida ya era un asco como para preocuparme por evitar más suciedad.
Cerré los ojos. Y no pude evitar en pensar nuevamente en la imagen de aquella criatura que había visto en el informe científico. Un nuevo proyecto que el jefe tenía en mente.
No habían pasado más de las doce de la tarde, cuando entré a la oficina del jefe. Pero cuando entré, me sorprendí al no encontrarlo. Estaba vacio. Y solo había varios papeles e informes pegados en la pared. Su computadora estaba prendida, y al costado de ella había una imagen gigante. Tal vez no debí haberme pasado de curiosa y acercarme a chismosear. No debí ser tonta. Pero como soy tonta, entré y chismoseé.
Y es que cuando la curiosidad llama es cuando algo bueno, o malo, va a pasar.
Y sabía que iba a pasar. Porque cuando vi la foto, no pude evitar alarmarme. Pero no porque fuera horrible, o fuera espantoso. En sí, no pude leer correctamente qué decía el informe, pero pude ver que había un sello confidencial de color rojo. Pero eso no era la cosa. Fue al ser vivo que pude ver en la foto.
Todo de él. En sí.
Mi mano, sin poder evitarlo, agarró la foto y la acercó a mí. Haciendo que pueda estudiarla, muy minuciosamente.
Y lo vi. No pude evitar sentir unos escalofríos al ver realmente en cómo estaba tomada la foto. Estaba horrible, porque demostraba lo cruel que podían ser los experimentos científicos con las pruebas. El extraterrestre estaba jalando las rejas con tremendo salvajismo.
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En mi sueños (AVANCE)
Teen FictionDicen que el amor no tiene límite; el deseo, tampoco. Y eso no se limita a un extraterrestre de un laboratorio científico. Un extraterrestre. Una científica. Un sueño lúcido. Después de haberlo visto de reojo en un informe, Barbie Lowell no ha po...