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BARBIE

Mi pecho se movió con aceleración. Con una vehemencia. Haber sentido la lengua de Azazel en mi piel, lamerme con la mantequilla me había desquiciado por unos momentos. Pero ahora...ahora no sabía qué decir. Cómo reaccionar. Jamás había pasado por estas sensaciones antes. Y si lo hice, no fue igual. Por eso, cuando me mostró su cola, larga un poco gruesa, me sorprendí.

—Dime, Barbie—volvió a decir—: ¿adelante o atrás?

Incredulidad. Pasmo. Sorpresa. Mis ojos estaban abiertos ante la imagen ante mí. Aún sentía el roce de su mano en mi cuello. La presión. La fuerza moderada. Sentía su aroma masculino, totalmente cautivador. Su cercanía. Y esa cola...que se movía de un lado a otro como si fuese un perrito.

Había sentido antes que algo había rodeado mi pierna, pero no se me pasó en la mente que llegaría a ser eso: una cola. Pero ahora que lo veía, con mi mente nublaba, con los pezones erectos, y estaba segura que con mi vagina mojada, lo primero que se me imaginó al mostrarme su cola y decirme aquello fue que me lo iba a penetrar...

¿Me iba a penetrar con su cola?

Miré los ojos de Azazel. Había una pequeña maldad en sus ojos. Una diversión con una mezcla de vergüenza. Ambos sabíamos que de cierta manera esta forma era como pagar lo que había hecho en el pasado y lo que estaba pasando él.

Tragué saliva.

—Qué...¿qué piensas hacer con tu...tu cola? —pregunté. No sé cómo pude articular bien, los nervios me carcomían al igual que el sabor del deseo.

Azazel se separó de mí. Su agarre en mi cuello se soltó. Azael se paró ante mí, todo poderoso, omnipotente, musculoso. Sus manos se dirigieron a su cola, y la agarró. La agarró para mostrármela.

Era blanca al igual que su piel, se veía sedosa, delicada, suave. Se veía algo frágil, pero no tanto como para poder partirla. No tenía nada de pelos ahí. Era otra extremidad, pero sin pelos.

Azazel me sonrió con maldad.

—¿Qué te gustaría que haga con mi cola, Barbie? —muchas cosas, pensé. Cerré los ojos ante mis pensamientos totalmente pervertidos. Esto era algo imposible—. Abre los ojos, joder. No te ninguna orden de que los cerraras—dijo molesto. Yo los abrí—¿Te gustaría que mi cola apretara tus preciosas tetas? ¿Qué sientas cómo las aplasta? ¿O te gustaría chuparla como si fuera mi pene?

¿Chuparle la cola...? Podía ver cómo mis pezones estaban muy pero muy erectos. Aun sentía la saliva de Azazel en ellos, y esa fue la razón por la que no pude evitar apretar mis piernas. Instintivamente, mis ojos se fijaron en la entrepierna de Azazel. Evité morderme un labio al ver la gran dureza que estaba ahí. Se veía grande, y se notaba que le debía de doler mucho a Azazel.

Miré a Azazel. Me puse de rodillas ante él, y volví a gatear hasta llegar a su sitio. Azazel me miró con recelo y suspicacia. Sus ojos dorados como los rayos del sol y la representación pura del oro no me quitaban la vista de encima. Una sonrisa pícara salió de mí, algo impropio, pero así fue. Le sonreí con un poco de malicia y una seducción llena de valentía. Cuando alcé mi rostro, sentí cómo su erección apuntaba directamente a mí. Yo levanté mi mano hasta la rozar la suya y tocar su colita.

Azazel tembló. Pude sentir su cuerpo endurecerse ante mi tacto. Mi sonrisa se ensanchó más. Así que agarré con mis dos manos su cola y la llevé a mi rostro.

Azazel apretó los puños.

Hice que su cola rozara con todo mi rostro muy...muy lentamente. Lo hice pasar por mi nariz, haciendo que saliera un poco de aire, lo pase por mi frente, por mis mejillas sonrosadas y calientes, por mis labios...y por mi lengua. Una mínima lamida, pero eso fue suficiente para que Azazel cerrara los ojos y soltara un gruñido.

En mi sueños (AVANCE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora