Es apenas la segunda semana de octubre y Harry siente que en cualquier momento va a comenzar a nevar.
Los vientos fríos le sacuden burlonamente el pelo y él resopla cuando sus cabellos se despeinan desordenados, limitándose a encogerse de hombros para ocultarse un poco más dentro del cuello afelpado de su abrigo.
La Harley le espera estacionada mientras la campanilla de bienvenida suena, y él pisa la florería de siempre llevándose la grata sorpresa de que los calentadores están haciendo su trabajo y el espacio se percibe notablemente más acogedor que afuera en las calles gélidas que le hacen tener incontables escalofríos.
—¡Hola, Harry! —La voz de Niall es tan acaparadora como siempre y el rizado sale un poco de su escondite para darle una sonrisa que arruga ligeramente su nariz. El ojiazul rodea el mostrador en el que ha estado recargado antes de su llegada, y se aproxima a él con grandes pasos y la boca entreabierta. —Qué agradable verte por aquí. Digo, no es como si no lo hicieras seguido, pero por lo de la última vez creí que no vendrías por un tiempo.
—Bueno, ahora las cosas están solucionadas, ¿no? Ya no hay excusa para no visitar.
Lo ocurrido con Thomas había llegado prontamente a oídos de todos los empleados de la floristería, siendo que Louis habló con Niall al respecto, y después no tardó mucho en informar a su jefa –dueña del local– sobre la situación vivida con su compañero y supuesto amigo.
Su superior no dudó en llamar al pelinegro a su oficina uno de tantos días, y lo siguiente que supieron fue que él había renunciado definitivamente. Sin decir adiós ni darle una advertencia a ninguno.
Sólo se marchó tomando todas sus cosas sin que nadie pudiera verlo y puede que aquello incluso haya sido una especie de alivio nimio tanto para Harry como para Louis.
—En realidad, me parece que esta vez sí hay una excusa para ello. —Vuelve a hablar el rubio.
Harry enarca una ceja.
—¿Por qué lo dices?
—Tu razón de siempre no ha venido a trabajar —declara Niall con una mueca.
—¿Louis faltó? —cuestiona asombrado. —Pero, ¿por qué?
Se arrepiente un poco de no haber avisado su llegada al negocio, tal vez de otro modo el florista le hubiese notificado de que no se presentaría allí, y él se hubiera podido ahorrar un poco de gasolina.
Sin embargo, el recuerdo de que ha querido sorprender al castaño con una caja de chocolates, que está resguardada bajo su abrigo y la tiene abrazada a su pecho al cruzar sus brazos sobre ella, le hace caer en cuenta que no ha hablado con Louis desde el día anterior y Harry no evita el hacer un mohín al reprocharse el querer ser siempre demasiado romántico al incluir un factor sorpresa en todas sus acciones.
—Sucede que enfermó. —No es la respuesta que espera y el semblante del ojiverde cambia abruptamente cuando escucha la noticia. —Él es muy friolento y por estas fechas es común que el frío le haga caer en cama por alguna gripe o catarro. Ayer por la noche me dijo que le dolía mucho la garganta y que era probable que hoy no viniera a trabajar —informa. —Espero que esta vez pueda recuperarse pronto, el año pasado estuvo ausente por dos semanas y realmente las cosas aquí no eran lo mismo sin él.
Harry palidece.
No sólo Louis no se ha presentado, sino que encima de todo, se encuentra indispuesto debido a su salud y él no puede frenar todos los pensamientos que llegan a su mente una vez consigue procesar la situación.
Imagina al castaño tendido en cama. Temblando aún y si está cubierto por las más gruesas mantas. Con sus ojos llorosos, la piel caliente por la fiebre, y los músculos adoloridos gracias a la enfermedad.
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New kisses ✦ larry
FanfictionEn el cumpleaños de su madre, Harry sólo quería unas flores para sorprenderla, pero se ha topado con un florista que le da la sonrisa más bella del mundo, y lo único que puede pensar es en cómo se sentirían sus labios contra los suyos en un palpitar...