BONUS

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Si Alexander y Halia fueran humanos:

Dejé las llaves de mi departamento sobre el mostrador, me quité los ya incómodos tacones y los arrojé en la entrada

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Dejé las llaves de mi departamento sobre el mostrador, me quité los ya incómodos tacones y los arrojé en la entrada. Al ser organizadora de eventos, normalmente me ponía unas zapatillas o sandalias para estar más cómoda decorando y corriendo de lado a lado, pero esta vez los clientes pidieron el uso de tacones para la ocasión, una renovación de votos, sin excepciones al personal.

Decir que estaba cansada era poco, el evento tardó más de lo que se tenía estimado y las personas del banquete se retrasaron, por lo que se retrasó una hora. Casi me pongo a llorar. Pero bueno, acabó y eso es lo importante.

–Ahí está mi diosa –escuché que decían desde la sala de estar.

Alcé la cabeza y sonreí al ver a Alexander, mi esposo. Años de casados y mi corazón se seguía acelerando como el de una adolescente en su primera relación.

Me acerqué a él con pasos pesados y me senté sobre su regazo. Él me envolvió en un abrazo y escondió su rostro en el hueco entre mi cuello y mi hombro.

–Estás agotada pero aún así te ves hermosa –susurró.

–Gracias, amor –susurré de vuelta.

–¿Por qué no vas a la habitación y te quitas esa ropa? –sugirió dándome un beso en el hombro–. Te prepararé la bañera.

Asentí, susurré un gracias y entré a nuestro dormitorio. El aroma a su colonia me invadió inmediatamente, nunca me cansaría de este olor. Me empecé a desvestir mientras veía con cariño nuestras fotos juntos sobre las repisas de mármol en uno de los muros. Cinco años de matrimonio después de diez años de relación y seguía amando a ese hombre como el primer día.

Tomé una bata del armario, la enrollé al rededor de mi cuerpo y salí de la habitación. Entré al cuarto de baño y estaba mi hermoso esposo agachado junto a la bañera, echando jabón para hacer espuma mientras se llenaba con el agua fría. Prefería que fuera así después de un día entero trabajando.

Volteó y me sonrió antes de levantarse.

–Bella dama, su baño la espera –dijo haciendo una pequeña reverencia.

Solté una risa, me quité la bata y entré en la bañera de la mano de Alex. Solté un suspiro de tranquilidad y cerré los ojos. Respiré profundamente cuando sentí sus manos en mi cabello, lavándolo.

–¿Qué hice para merecerte? –murmuré.

–Existir –respondió simplemente.

Saqué una mano del agua y lo salpiqué con las pequeñas gotas en mis dedos. Abrí los ojos y vi que me estaba mirando con una tierna sonrisa en su rostro. Me enjuagó el cabello y depositó un beso sobre mi cabeza para después juntar nuestras frentes.

–Te amo –musitó.

Me volteé y crucé los brazos sobre el borde de la bañera para mirarlo.

Los Herederos - PARTE ÚNICADonde viven las historias. Descúbrelo ahora