Parte 3 | Una decisión |

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Sintió las lágrimas rodar por sus mejillas y se detuvo en seco ante un semáforo rojo. Tomó su móvil y llamó a Nat, aún sin romperse por completo, con la respiración agitada y su voz rota. Nat detectó el dolor en su voz. No dijo ninguna otra cosa, más que necesitaba verla. Pero su timbre tan angustioso los preocupó. Natasha le llamó varias veces pero no contestó, no quería decir ni una sola palabra porque sabía que estallaría. Sus manos temblaban mientras sostenían el volante y trato de que su visión fuera lo más clara posible a pesar de sus lágrimas.

Cuando llegó a la residencia Rogers, ambos estaban en el porche, esperándola. Detuvo el auto pero no bajó de él y fue en ese instante en que las lágrimas brotaron con más fuerza y sollozo. No los miro y solo agachó la cabeza contra el volante del auto. Se sentía usada, humillada, rota. El mismo hombre, al que supo que siempre volvería, al que esperó inconscientemente los últimos cinco años, le rompió el corazón una vez más. Pero esta vez, no fue por un bien común, fue por egoísmo, por un sin fin de razones que no quería escuchar.

La puerta del auto se abrió y Steve la miró con el maquillaje hecho un desastre. ¿Qué si algo estaba mal? Todo lo estaba. Con delicadeza la tomó de los brazos y la ayudó a bajar del auto. En cuanto Natasha la vio corrió a sus brazos y lloró contra su hombro. No sabía si eran las hormonas, si era su corazón roto, no sabía lo que era. Pero lloró un largo rato antes de decir una sola palabra. Pero ambos, Nat y Steve estuvieron a su lado, sin decir nada y dejando que se desahogará.

Ahora estaba sentada en el sofá de los Rogers, con Natasha rodeandola con sus brazos y Steve frente a ella, escuchando atentamente cada parte de la historia— ¿Se lo dijiste?
Ella negó con la cabeza— Lo único que quería hacer era huir de ahí... Me sentí humillada, siendo la amante sin saberlo.

—No te llames así— le riño en tono serio la pelirroja— No es tu culpa porque tú no lo sabías. Él nunca te lo dijo.

—¿Cómo iba a decírmelo? ¿Después de besarme o de acostarse conmigo?— pronunció con voz rota, una voz que hizo a Steve llenarse de una especie de culpa y molestia. Ese no era su amigo, estaba estupefacto.
Conocía a Bucky, desde niños. No entendía cómo fue capaz de hacer semejante jugada. No encajaba con la persona que conocía.

—¿Y qué piensa hacer ahora? ¿Te irás a Inglaterra?— Wanda asintió con la cabeza.

—Solo quiero irme, quiero ir a un lugar donde no está él, ni Sharon, ni nadie. Solo quiero desaparecer— dijo abrazándose a sí misma— Mis padres están en Inglaterra, me quedaré en su granja mientras tanto.

—¿Y el embarazo..?

—Tengo bastantes ahorros Nat.. Y firmó un contrato como diseñadora para Stark Industries. Nunca volveré a modelar así que.. es mi mejor opción.

—¿Y tú estarás bien? ¿Quieres vivir todo eso tú sola?
Wanda negó con la cabeza—No estaré sola.. los tengo a ustedes, a mi familia.

—Sabes que no es a eso a lo que me refiero— Wanda trago grueso— ¿Se lo dirás?

—¿Para qué? ¿Para que le oculte a todo el mundo que tiene un hijo?

—Pero debes decírselo Wanda..— habló Steve de nuevo.

—No— dijo poniéndose de pie— ¿De qué me servirá? ¿De verdad le importaría?

—También es su hijo..— Wanda negó con la cabeza y Natasha lo miró enojada. ¿Justo ahora tenía que sacar sus discursos de moralidad?

—¡Ya déjala en paz Steve!— dijo Natasha poniéndose a lado de Wanda, luego la tomó por los hombros y la guío hacia la puerta— Ven, empacaremos tus cosas y para mañana no estarás aquí..— la guío al auto y la subió al asiento del copiloto pero antes de subir, volvió a su casa, hecha un manojo de furia.

Un final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora