Parte 5 | Una oportunidad |

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Yelena pintaba tranquilamente sus uñas sobre su cama, cuando el estruendoso ruido del teléfono de casa estallo. Su esposo insistió tanto en un modelo antiguo que hiciera ruido lo más posible y Pietro adoraba contestarlo. Rodó los ojos sabiendo que solo estaba ella en casa y que por tanto tenía que bajar a contestar. Bajo las escaleras corriendo escuchando el sonido cada vez más desesperante— ¿Diga?— contesto malhumorada.

—Soy yo Enana— escucho la voz de Nat al otro lado— Lamento haberte llamado a este número— Yelena les había prohibido llamar al número de casa si no era para emergencias, odiaba escucharlo y contestarlo— Pero el idiota de tu marido no contesta el teléfono.

—Pues no está en casa— respondió con simpleza mientras se sentaba en la orilla del sofá— ¿Desde cuándo estás tan interesada en tu cuñado que tanto odias?

—En primera no lo odió y en segunda, es por un asunto muy importante— al escuchar la preocupación en la voz de Nat se puso en alerta.

—¿Sucede algo malo? — Natasha suspiro.

—Bucky ya lo sabe y acaba de llegar a Londres— Yelena casi deja caer el teléfono ¡Ese idiota de Barnes!

—Tenemos que decirle a Wanda— dijo alarmada— Trataré de llamar a Pietro ustedes sigan insistiendo con Wanda— tan pronto como la llamada se terminó la rubia empezó a llamar a todo el mundo, el jefe de Pietro, sus suegros que tampoco contestaron, compañeros, amigos y hasta el entrenador de atletismo, pero al parecer Pietro Maximoff había decidido desaparecer de la faz de la tierra. Tomo el auto, dispuesta a recoger a Wanda del trabajo, inventarse una mala excusa y ocultarla en su casa hasta que Pietro hablara con Barnes y encontrarán una forma pacífica de abordar el tema.

Lo malo del plan es que requieren circunstancias perfectas que a ella no le favorecieron aquel día.

Cuando llegó a Stark Industries London noto que el auto de Wanda no estaba, así que tomo aire y entro a la oficina. Peter, el recepcionista, casi se asusta al verla entrar tan molesta— Necesito ver a Wanda Maximoff.

—Acaba de irse, señora.. 

—Belova, Yelena Belova— la chica suspiro pasándose las manos por el cabello rubio que había olvidado cepillar— ¿Sabes de casualidad a dónde se dirigía?

—Dijo que a su departamento señora, estaba muy cansada— Yelena asintio para luego desaparecer por el pasillo—¡Hasta pronto!— se despidió el muchacho pero Yelena, ansiosa por encontrarla lo ignoro por completo. Fue en dirección a casa de los Maximoff y tocó el timbre, una vez tras otra pero no había nadie. Tomo su móvil y comenzó a llamar a Pietro quien no volvió a contestar. Eso la preocupo, Pietro siempre contestaba sus llamadas, pasará lo que pasará. Llamo a Wanda y está tampoco contesto, así que sin más remedio encendió el auto y condujo hasta el Instituto Deportivo dónde Pietro daba entrenamiento.

—¿Qué haces aquí, nena?— dijo el platinado y ella se acercó peligrosamente empujando con sus manos su pecho.

—¿Porqué no contestas el maldito teléfono?

—Se quedó sin batería— dijo asustado viendo cómo casi su amada esposa quería ahorcarlo— Te juro mi vida que he estado aquí, puedes preguntarle a todo el mundo y revisar las cámaras de seguridad— Yelena rodó los ojos. Si bien era cierto que en ocasiones era insegura y que llegaba a desconfiar de Pietro, se juro que nunca volvería a revisar las cámaras para asegurarse de que el platinado no tuviera una infidelidad o para confirmar que le decía la verdad. El gemelo la amaba y ella tenía que aprender a confiar.

—No es eso, tenemos un problema mayor.

—¿Cuál?— pregunto botando el balón sobre la cancha de basquetbol.

Un final felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora