Un final feliz

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Wanda amaba los finales felices que solía leer en los libros desde que era niña, primero en los cuentos de princesas y después en todas las historias románticas que leyó cuando era adolescente. Pero olvidó una cosa, la más importante de todas. Para llegar a un final feliz primero se tiene que caminar por ese sendero lleno de dolor y confusión, había que sufrirlo, que luchar por el. Y solo entonces todo encajaría en el lugar donde debería estar. 

Wanda y James se conocieron siendo demasiado jóvenes, con metas y sueños totalmente diferentes, pero con la certeza de que eran el uno al otro. Durante la universidad se enamoraron perdidamente pero el tiempo estaba seguro que aún no era el momento de que se mantuvieran juntos para siempre y por ello los envío por caminos diferentes, uno hacia el este y el otro hacia el oeste. Pero a la vez que del este una persona puede volver al centro y viceversa con oeste, James y Wanda se reencontraron, años después, con sueños cumplidos y metas alcanzadas, volviendo al centro. Y a pesar del tiempo, todos esos sentimientos que fueron verdaderos desde el inicio, despertaron con solo mirarse y tocarse una vez más. Para ambos fue como si los últimos años que estuvieron separados no existieran. Incluso la noche que hicieron el amor como si fuera la primera vez, recordaban los puntos más sensibles del otro y cuando salían a caminar por la quinta avenida fue como regresar al campus de aquella universidad. 

El tiempo los llevo a reencontrarse, en el momento perfecto. Y tal como dos protagonistas de un final feliz, ambos sufrieron en el camino, tomaron decisiones que lastimaron el uno al otro pero que a pesar de todos esos golpes, de esos intentos de alejarse mutuamente, no pudieron hacerlo. Ellos estaban hechos para estar juntos, por más que lo negaran, que se resistieran. 

Al final ya no servía de nada resistirse y todo floreció, como una canción de amor que te remueve las mariposas en el estómago desde las primeras notas que escuchas. Esa noche fue el inicio, Wanda le pidió quedarse para siempre y James nunca volvería a irse, jamás se atrevería a tomar nuevamente esa decisión. Porqué al final, todo lo que quería, todo lo que necesitaba, estaba en Wanda. Ese vacío que los persiguió y que no pudieron llenar con nadie, ni Sharon que no lo intento demasiado ni Visión que hizo todo para lograrlo, desapareció. 

Él le cubrió los ojos con una venda, lucía demasiado guapo con vaqueros y una camisa negra que dejaba al descubierto sus bíceps y marcaba su abdomen. Sintió su respiración en su cuello y por la misma razón de sus hormonas un poco aceleradas con el libido, sintió un escalofrío, cerro los ojos y los abrió al sentir su lejanía. Pero no se fue demasiado, la ayudo a subir al auto. Ambos gemelos que estaban en su interior parecían igual de nerviosos e inquietos por la sorpresa que su padre les tenía a los tres— ¿Y bien? ¿A dónde vamos? — pregunto cuando escucho a James subir al auto, el coloco su mano sobre la de ella y sonrió.

—No puedo decírtelo si es una sorpresa, lo sabes Wan— dijo e inmediatamente la castaña sintió un movimiento en su vientre de casi ocho meses. Después de varios cuidados intensivos podía volver a estar de pie, pero no volvió a trabajar más que para una sesión de embarazo que hizo en su propia casa y que fue todo un éxito en las revistas de moda, tanto que Stark la perdono por rechazar a su hijo. Tomo la mano de su novio y la colocó sobre su barriga— Billy no está de acuerdo contigo. 

—¿Cómo sabes que fue Billy?— pregunto mientras encendía el motor del auto, ella sonrió. 

—Ya te lo dije, ambos patean diferente. Billy es más calmado y Tommy más agresivo, es quien golpea mis costillas a las tres de la mañana— Bucky rio— Y Billy es quien golpea mi vejiga cada vez que queremos ver una película. 

—Tendremos mucho trabajo para cuando nazcan este par de judías verdes— ella sonrió en solo pensar que en unos meses serían esa familia que pensó que había perdido solo semanas antes. James manejo con cuidado y ella tenía la picazón en las manos por quitarse la venda pero cada vez que trataba de dar un vistazo para ver hacia donde la llevaba, Bucky la atrapaba y le decía que hacia trampa— No será una sorpresa si sigues espiando, tramposa— dijo haciéndola reír y ambos gemelos se removieron en su interior, al parecer igual de divertidos que ella. 

Dejo de intentar espiar y solo cinco minutos después el auto se detuvo. Escucho a James bajar y después abrir la puerta del copiloto. La ayudo a bajar del auto y Wanda sintió la ráfaga de viento contra su piel, eso le indico que no estaban al centro de la ciudad, había un olor a bosque y un poco de lavanda—¿Lista?

—Si, estamos listos— dijo posando una mano sobre su vientre y Bucky sonrió, le encantaba escuchar como incluía a los gemelos en todo. Se acercó hasta ella y tomo la venda detrás de sus ojos, la bajo lentamente y entonces le mostró su gran sorpresa. 

Hermosa de arriba a abajo. Era de grandes paredes blancas, de dos pisos con pequeñas rejas en el techo y cada ventana. Con un pequeño porche que daba la bienvenida a entrar y dónde descansaban un par de sillas y una casa para un cachorro. James subió un escalón del porche y tomo su mano, la ayudo a subir y le entrego la llave— ¿Es.. es para nosotros? 

—Es nuestra— Wanda sonrió con las lágrimas escapando por sus mejillas antes de lanzarse a los labios de Bucky y besarlo con tanta ternura, en una danza suave que solo detuvieron cuando Tommy dió una patada, estaban tan cerca que el ojo azul pudo percibirla. Se separon riendo y ella abrió la puerta, aún estaba medio vacía, con solo unos cuantos muebles pero eso no fue lo que llamo su atención, al fondo, en la pequeña sala de estar había un ramo de globos transparentes llenos de confeti, un ramo de flores y una caja de chocolates que se le aparecía demasiado. Pero a medida que se acercó a la mesita de centro, observó la pequeña caja de terciopelo que descansaba ahí, se inclinó levemente de lado antes de girarse y que Bucky le diera una mirada cómplice. La tomo entre sus manos, era pequeña e imaginaba lo que tenía dentro pero con el corazón latiendo fuertemente en su pecho, la abrió mirando la sortija, era de color plata con una piedra blanca y pequeña, acompañada de otras más pequeñas a su lado. 

— Es hermosa— susurro apenas, James se acercó hasta ella, Wanda se giro y alzó la mirada de la sortija— ¿Jamie, qué.. ? 

No completo la frase pues el ojo azul se sostuvo en una rodilla y tomo sus manos, atrapandolas mientras aún sostenía la cajita entre sus manos— Quiero ser honesto contigo, no quiero perder más el tiempo ni darle otra oportunidad de separarnos. Te ame ayer y te amare mañana. Déjame quedarme contigo, para siempre— con sus lágrimas rodando por sus mejillas asintio fervientemente. James sonrió y coloco la sortija en el dedo anular— ¿Te casarías conmigo? 

—¡Si!— grito antes de saltar a sus brazos y besarlo aún con más pasión y amor. Pero sobretodo de amor— La repuesta siempre fue si, antes o después, siempre lo será— admitió. James no se tardó en hacer la pregunta, Wanda no tardó en responder. Más bien era el momento perfecto en el que permitían darse su final feliz. Uno que podían comenzar a imaginarse y que parte de él también dieron saltos de alegría dentro del vientre de la castaña. 

Ese era el final feliz de su su historia, el que tanto buscaron y que tantas veces observaron en Natasha y Steve o en María y Sam, incluso en Pietro y Yelena, tal vez después que los demás, en una historia tal vez menos o más complicada pero que al final era suya. 

Y ese final feliz, en realidad era el comienzo de una aventura más grande, de una vida que solo podrían descubrir juntos. 

 Fin

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