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A la hora del almuerzo, me senté, unas cuantas bancas alejada de ti. Pero fuiste hacia mi, y te sentaste al lado. Todoroki, no estamos saliendo. ¿Por que lo haces ver cómo si así fuera? 

Comiste. Sin siquiera hablarme, yo también lo hice. 

Una bola de papel hecha con una servilleta golpeó mi mejilla, comenzamos mal. Volteaste a ver de qué dirección había venido, pero todo se veía normal. Muy, normal. 

Seguiste comiendo, alerta de quien me había arrojado esa bola de papel. Me arrojaron otra, y después otra. Me arrojaron una roca de verdad, ¿Tanto me odian por un simple rumor? 

Me levante, un poco se sangre salía por mi brazo. Tome mis cosas para irme, pero me detuviste. Todoroki, ¡Deja de hacerlo! Solo somos amigos. Lo qué pasó ese día fue... no, no pasó nada. 

Jalaste mi mano, y me sentaste. "Espera aquí" dijiste, y te fuiste. Me arrojaron otras cuantas cosas, pero nada que me lastimara mucho. Volviste, con algunas cosas para curar la herida pequeña. ¿No sería mejor ir a la enfermería?

Hiciste que me volteara, y te acercaste mucho a mi. Tu respiración chocaba en mi cuello, mientras curabas la herida que sangraba poco. 

—Todoroki, no es necesario que... 

—Lo es, se puede infectar, no quiero que mueras, si lo haces ya no... olvídalo. 

Si muriera, no podría estar enamorada de ti. 

Oh, Todoroki. ¿Recuerdas eso? 

Te fuiste a devolver esas cosas. 

Volviste rápido, me abrazaste. 

—Perdón, tenía planeado algo hermoso, pero no podré hacerlo así. 

Te paraste sobre la mesa, ¿Que estás haciendo? 

Todoroki, no vueles. Eres un ángel, pero no vueles. Si lo haces, no podré alcanzarte. 

—¿Que les importa si estamos o no saliendo? Si estoy con ella hoy es por qué somos amigos, no pareja. —comenzaste a hablar, pero los demás no parecían muy convencidos de aquello. Me hiciste parar junto a ti, estás llamando la atención demasiado. No quiero esto. Todoroki, quería que me quisieras, quería ser algo más que nada. Pero no quiero que llames la atención como ahora, quiero ser amigos, quiero una relación normal.

Suspiraste cansado, al ver que nadie te creía. 

—¡Yaoyorozu Momo es mi novia! —gritaste, y sin previo aviso me besaste. Fue como aquella vez, corto, apenas si nos tocamos, no me dejaste corresponder. 


ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora