Avioncito de papel ლ [Adapt. BrightWin]

Especial ¹: Cita Relámpago

¡Cómo desearía estar en casa!... tomando una enorme taza de chocolate con malvaviscos mientras escucha baladas y jazz a volumen bajo, usando nada más que su pijama calentita y una manta cálida sobre las piernas...

¡Pero no!

En su lugar, está en esa estúpida silla que le lastima el trasero, usando estúpida ropa elegante y perfume, hablando con extraños cada dos minutos hasta que el reloj haga su pitido característico anunciando que su cita relámpago ha terminado y viene una más en camino.

A Gulf no le hace especial gracia estar ahí, en ese restaurante al que Win le insistió que fuera para conocer a alguien y salir de su "cueva" que era su acogedor estudio donde pasaba la mayor parte del tiempo, escribiendo. No entendía cómo Win podía ir y hacer tantas cosas de gente normal, como... Socializar, siendo un chico embarazado, que además de las clases online, trabajaba a medio tiempo en la cafetería de su suegra. Es que a su hermano, nunca se le acababa la pila.

Accedió a ir a ese lugar que organizaba, una vez al mes, eventos ofreciendo el servicio de citas relámpago, a cambio de que por los siguientes cuatro meses antes de que Win diera a luz, lo dejara concentrarse en su novela sin insistencias sobre conocer a alguien.

Patrañas.

Nadie mejor que un escritor de romance para decir que el amor a primera vista no existe. Y no es que él fuera un experto en la materia, y de hecho, sí que se había enamorado a primera vista, pero de eso ya habían pasado algunos años... además ¿Cómo podría salir con alguien a quien sólo conoce durante dos minutos? Y para rematar, todos los que se han sentado, hasta el momento, en la silla libre frente a él, resultan ser muy raros... O quizás Gulf es muy aburrido.

El aspirante a escritor se recarga sobre su mejilla, haciendo círculos sobre el mantel. En los próximos cinco segundos un nuevo candidato va a sentarse frente a él a hablarle de cualquier cosa que no tiene ganas de escuchar y cuando finalmente su próxima cita llega, Gulf alza los ojos con pereza, anticipando lo peor.

—Hola, —le saluda el recién llegado: alto y apuesto con dientes jodidamente perfectos, ojos sumamente intimidantes y a la vez perfectos. —Mew Suppasit.

Gulf le observa la cara, esos ojos brillantes y casi infantiles, el hoyuelo que se forma en su mejilla, sus labios gruesos y de pronto siente muchas ganas de llamar a Win y decirle que va a organizarle el baby shower, será el padrino de su hija y le organizará la boda cuando se case. Si logra que ese hermoso hombre frente a él le acepte una cita al final de todo el evento. Porque diablos, es Mew... ¡Su Mew!.

—Gulf. —Espabila, tratando de poner su mejor sonrisa —Gulf Opas-iamkajorn, mucho gusto. Sonríe, tratando de seguir la dinámica del evento.

El chico frente a él asiente y entrelaza sus dedos bajo la barbilla, mirándolo con los ojos ligeramente cerrados y una ceja alzada.

—Algo me dice que no quieres estar aquí.

Gulf se ríe, de nervios y asiente solemne, bebiendo de su vaso de agua.

—¿Psicólogo? —lo pregunta y suspira

El alto niega.

—Trotamundos. —momento.

Gulf alza ambas cejas.

—¿Viajas mucho?

—Es mi pasión, Gulfiee. —un guiño que pretende ser súper sexy pero lo hace ver adorable y ambos se ríen. —Dejé la carrera en el primer semestre. Mis padres casi se vuelven locos, pero ahora soy fotógrafo de paisajes extremos.

Gulf se inclina sobre la mesa, claramente interesado. Ah ¿Para qué mentir? Él siempre supo lo que le gustaba a Mew, nunca hablaron y hasta pensó que era invisible cuando estaba junto a él, pero ahí estaban, y no le importaba si Mew trabajaba pegando estampillas postales, porque de igual forma él está totalmente interesado. Tal vez por el tono rasposo que había adquirido su voz después de dos años de no saber de él, porque se fue a vivir fuera del país, o porque los músculos que había adquirido, lo hacían ver endemoniadamente sexy.

—No sabía que los paisajes eran o no extremos.

Mew sonríe, negando con la cabeza.

—Cuando tomas una foto desde un paracaídas, todo es extremo. —Gulf le da la razón con un asentamiento y media sonrisa —¿Y qué hay de ti? No te ves muy extremo que digamos. ¿Cómo has estado Gulf?

Gulf se encoge de hombros. Luego de suspirar y responder con los ojitos cerrados...

—Culpo totalmente a las gafas. —Mew se ríe y Gulf puede ver como lo hace sin vergüenza alguna, con un escándalo incluido y eso le parece adorable. —Intento ser escritor.

Mew asiente, más tranquilo.

—Interesante.

—Sabes que no lo es. —El pelinegro se retira el flequillo de la frente —Debes conocer a mucha gente interesante todo el tiempo.

Mew lo mira bajo sus pestañas.

—Nunca a un escritor tan guapo como tú.

La campanita suena anunciando el final de su cita y ambos se miran a los ojos: los de Gulf titubeantes, los de Mew seguros cuando le extiende una mano sobre la mesa.

—Salgamos de aquí, Gulfie.

Y agradeció mentalmente a su hermano, porque estaba seguro de que fue quien lo planeó todo... Tomó la mano de Mew y supo en ese momento que era la cosa más arriesgada que hubiera hecho jamás, aparte de haber sido rubio durante un día, la primera de la enorme lista que siguió después para finalizar en la más alocada de todas, un 9 de enero del año 1989:

Darle el "sí" a 200 metros de altura, cayendo en paracaídas.