⁵ . Un momento de dulce paz.

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Sí, cuando todos sus hijas están en la planta alta de la casa, él se permite respirar en calma de nuevo, un momento de dulce paz que definitivamente le sabe a gloria

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Sí, cuando todos sus hijas están en la planta alta de la casa, él se permite respirar en calma de nuevo, un momento de dulce paz que definitivamente le sabe a gloria.

Desliza sus pies dentro de las pantuflas, hasta el sofá de la sala, antes de dejarse caer en los acolchados asientos color uva. Una muñeca de Elisha se le incrusta en la espalda al caer y él sisea, sacando el juguete del incómodo sitio al que ha ido a parar para lanzarlo sin cuidado a algún lugar de la sala. La muñeca estampa contra el librero, haciendo que uno de los libros de la repisa media se tambalee y caiga al suelo abierto por la mitad.

Apenas se mueve lo suficiente para verificar la caída, con la preocupación de que Mariana despierte, pero cuando comprueba que la bebé sigue durmiendo, con su chupón en la boca, se permite respirar de nuevo.

De rodillas sobre la alfombra, el cansado padre se acerca a ver qué libro es el que ha caído y lo que encuentra es un álbum abierto en la página del medio.

Escucha a las niñas correr por el segundo piso especialmente a Elisha quien huye a gritos de su hermana mayor; la pobre Angy la persigue sin freno por toda la segunda planta gritándole "¡No corras desnuda, Elisha!" y la pequeña le contesta a gritos y carcajadas.

Él solo sonríe, negando con la cabeza.

Toma entre sus manos el libro, observando la página que contiene una foto de Nicky en su primer día de clases, uniformadita y llorando a moco suelto, mientras sostiene en una mano su lonchera de Barbie y con la otra se jala la corbata. Toda la hoja es de ese fatídico día en el que Julls tuvo que dejarla sana y salva en la puerta de su salón y la pequeña se negaba a dejarla ir.

Recuerda cómo su hermana mayor le prometió unas zapatillas de ballet nuevas si se portaba bien en el kinder y solo así, Nicky accedió a entrar a clase.

Pasa los dedos por las imágenes, sonrisas nostálgicas entre suspiros adornan su rostro y se sienta, con cuidado, pasando las páginas una a una desde el comienzo.

Hay una foto de tres chicos rubios sonriendo a la cámara, después de haber comprado tintura casera de cabello, porque no les alcanzó el dinero para ir los tres a que la bella señorita del salón en su barrio, se los cortara y pintara. Un día les duró el nuevo look, puesto que a los tres los castigaron sus padres argumentando "Ningún hijo mío va a llevar el pelo como si hubiera caído de cabeza en el retrete". Y los enviaron a la peluquería para que les quitaran esos "pelotes de elote" y además, les recortaron la mesada como castigo.

Recuerda que gracias a su look de aquel día, pudo hablar con su crush, así que después de todo había valido la pena ser rubio por un día.

»Pasos tranquilos se escuchan bajando por la escalera, pertenecen a la mayor de sus hijas, quien cargando como costales de papas a los dos menores baja a la primera planta, seguido de un cansadísimo pelirrojo que arrastra los pasos.

—¿Qué es eso? —asoma con ojitos curiosos Elisha, desde el hombro de su hermana, retorciéndose para bajar de aquella enorme torre que lo aprisiona.

—Fotos. —Le sonríe su padre, palmeando el espacio a su lado en la alfombra. —Vengan, vengan.

Todas obedecen en silencio, tomando asiento alrededor de su padre quien sostiene el álbum entre sus piernas.

Las fotografías comienzan con una enorme postal de página completa de todos los miembros de la familia: Julls actuando cool con los brazos cruzados mientras Nicky cuelga de su antebrazo riendo a carcajadas, Elisha le hace cuernos desde atrás, sost...

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Las fotografías comienzan con una enorme postal de página completa de todos los miembros de la familia: Julls actuando cool con los brazos cruzados mientras Nicky cuelga de su antebrazo riendo a carcajadas, Elisha le hace cuernos desde atrás, sostenida por su padre, Angy muestra una enorme sonrisa y la pequeña Mariana mira con ojitos abiertos la cámara, cargado por él. Es la foto de las vacaciones de verano, donde viajaron a la playa y Julks se quemó totalmente por evitar el bloqueador "Las chicas cool no necesitamos bloqueador", había dicho y pasó toda la noche llorando por el ardor, pero su papi le puso cremas y toallas sin descanso hasta que se durmió porque después de todo, a pesar de ser una chica cool, seguía siendo su bebé.

—¡Mi hermana, parecía un tomate! —Señala Nicky, recibiendo un leve empujón por dos dedos de Julls.

—¡Ayyyyy, papá, me pegó!

—Lo mereces.

Ambas comienzan una discusión entre trompetillas e imitaciones infantiles por parte de la mayor, siendo detenidos únicamente por el sonido del timbre... Un segundo de silencio reina antes de que un grito colectivo sea soltado y él se levante a velocidad luz para sostener a Mariana, antes de que rompa en llanto, nuevamente.

—¡LLEGÓ PAPÁ!

La puerta se abre después del sonido característico de las llaves y una avalancha de pequeñas corre al encuentro de su padre, quien no tiene tiempo de poner un pie dentro cuando ya hay dos pequeñas traviesas tirando de sus pantalones y tambaleando su portafolio.

—¡Papá hice una pirueta!

—¡Encontré un caracol en mi zapato!

—¡Tengo una estrella dorada en lectura!

—Uh, yo escribí algo ¿Sabes? pero nah, no es la gran cosa...

—Chicas, chicas... —Se ríe entre suspiros, tratando de calmar a todas sus gritonas hijas y a la calmada Julls —Uno a la vez.

—Dejen a su padre respirar. —Meciendo a la bebé, el más bajo se acerca a saludar a su esposo, recibiendo miradas curiosas desde arriba cuando une sus labios en un piquito. —Bienvenido mi amor.





 —Bienvenido mi amor

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Avioncito de papel ლ [Adapt. BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora