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Finalmente la campana de salida había sonado y todos los estudiantes salían casi corriendo a sus casilleros, era 31 de octubre y tenían que apresurarse si querían tener un buen disfraz preparado para las fiestas de esa noche.

El aire frío de otoño peleaba con el aire caliente que salía de los salones, gran resultado de las 8 horas de jornada y realmente era algo que no le importaba a esos grandes adolescentes, ya que por ahora todos luchaban en poder llegar a sus casilleros para poder irse de ese infierno donde estudian sin descanso.

—ah...— suspiró Yeri cuando finalmente abrió su casillero sacando su teléfono. se sentía tan cansada que incluso podía escuchar a su espalda pedir a gritos un descanso que por ahora no tendría y por eso se limitó a recargar su peso contra la pared que estaba a su lado.

entonces vio a lo lejos una cabellera negra brillando entre tantas cabezas más, esa llamativa chica alta y con una belleza tan exótica se acercaba a ella con una sonrisa tan adorable que rompía la estructura tan imponente de su ropa.

—¿Qué pasa Yeri?— Finalmente apareció Seulgi mientras acomodaba sus libros entre sus manos en un intento que pareciera que no le cansaba haberlos cargado durante ese largo recorrido.

— Nada, solamente que las clases me están matando, ni siquiera pude ver mis mensajes de esta mañana— Dijo la menor mientras leía algo en su teléfono. Su cabellos castaños despeinados y sus ojeras confirmaban lo que había dicho, pero aun así seguía manteniendo ese brillo en sus ojos y era un espectáculo que le encantaba ver a la pelinegra.

—Bueno, tampoco es como si hablaras con muchas personas — Intentó calmar el ambiente, pero al ver que la castaña apagaba de golpe el brillo de sus ojos se alarmó. No era algo que la mismísima Yeri hiciera seguido. — Oye, lo siento, no creí que lo tomarías a mal...

La mueca que mostraba Yeri no era agradable, mas que estresada parecía asustada; sus ojos mostraban una sorpresa inexplicable y su labio tembló por un corto pero escalofriante momento, contagiándole rápidamente el terror a la mayor a pesar que no entendía lo que pasaba.

—No es eso...Acaban de encontrar sin vida cerca de mi casa al repartidor de pizzas que llevaba desaparecido 2 días...

El silencio apareció entre las dos, ambas se miraban con ojos sorprendidos. Yeri sentía esa sensación de ansiedad recorrer todo su pecho y aunque no veía su propio cuerpo, sabía que estaba temblando.

—Yeri...—Entró Joy a la conversación mordiendo su uña, escuchar esas noticias no era algo que alguien como ella se tomara a la ligera. — ¿No se te hace aterrador? Han aparecido 3 repartidores de pizza muertos en un mes...y cerca de tu casa...

Y era verdad, habían estado desaparecidos alrededor de 3 repartidores de pizza para luego después de días, ser encontrados muertos cerca de la casa de Yeri, específicamente en un parque trasero.

— Si que lo es. — Afirmó Wendy mientras se recargaba en el casillero de Yeri, miró a las presentes con una mueca de seriedad con el ceño fruncido, su expresión era tensa pero sus ojos mostraban una leve preocupación. — Yeri... ¿No es mucha coincidencia? Los 3 repartidores desaparecieron el mismo día que tu pedías pizza, lo recuerdo porque subes fotografías a instagram de cada cosa que haces. Y no es que quiera echarte la culpa, pero, empieza a tener sentido...Acaso.. — Hizo una pausa levantando las cejas mostrando a lo que se refería, claramente las 3 entendieron su punto y por eso al mismo tiempo fruncieron su ceño.

— Woah! Wendy, estas yendo muy rápido !No tengo motivos para hacer algo tan inhumano! En vez de echarme la culpa por algo que no hice deberías preocuparte sobre el hecho que el asesino esté vigilando cada movimiento que hago como para matar a los repartidores de pizzas que yo misma contraté.

STRANGER: The velvet night  °RED VELVET°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora