CharlotteYa han pasado dos días desde que llegué y la verdad es que sigo muy sorprendida con el lugar, cuando Gigi me dijo que era diferente pensé que lo decía para animarme a venir—o por el simple hecho de que es la fundadora— pero en realidad tenía cierta razón, a simple vista no es como cualquier otro centro de superación que habrías imaginado, este da una vibra de campamento —claro, sin contar a los médicos y enfermeros que entran y salen por la puerta de mi habitación—. Aún no he querido salir a explorar el lugar. El día que llegamos no pasó nada extravagante, me entregaron mi habitación, me dieron unos horarios donde había actividades de campo, grupales, etc. Para que participara y me integrara, aparte de mis sesiones con Gigi y la hora en que debía tomar mis medicamentos, me explicaron que cada cierto tiempo vendrían enfermeras a monitorear, que mi habitación era mi lugar y que estaba en todo mi derecho de decorarla para hacer mi estancia más amena y esas cosas, también me comentaron que habían ciertos botones al lado derecho de mi cama donde podía comunicarme con ellos si requería de su presencia —el verde era si necesitaba compañía, el amarillo si quería ayuda con alguna cosa, ya sea comida, pastillas, cobijas etc, y el rojo si entraba en crisis— y muchas cosas más.
Mis papás no se podían quedar a pasar la noche pero me acompañaron durante toda la tarde. Luego llegó la hora de la despedida.
—Lotty cariño, sabemos que esto es algo nuevo para ti y no queremos que te sientas forzada a superar todo de la noche a la mañana, al contrario, deseamos que tú de verdad quieras estar aquí para sanar y que simplemente te tomes tú tiempo— me dijo papá mientras me tomaba de las manos.
—Mi niña quiero que tengas presente que te amamos y estaremos aquí todos los días de visita sin falta— mamá me dió un beso.
—Te amamos hija— nos abrazamos los tres y permanecimos así por varios segundos.
Ya son las once de la mañana, me han levantado temprano para tomar mis pastillas matutinas, me trajeron el desayuno y ya tuve mi primera terapia con el doctor Long.
Una enfermera tocó a mi puerta y luego pasó con un carrito de servicio.
—Hola Charlotte, soy Jenna. Te traje tus pastillas de las nueve— me tendió un plato con tres pastillas y un vaso con agua— En diez minutos tienes tu primera sesión— se percató de que me las hubiera tomado y preguntó— ¿quieres que te acompañe?— antes de que pudiera tan siquiera responder siguió— Estas en todo tu derecho de decirme que no, en "centros del Alma" somos partidarios de que nuestros pacientes se sientan libres y cómodos de decidir si quieren nuestra compañía.— y bla bla bla toda esa mierda de adaptación, me miró expectante.—E-eh, creo que sí, me podrías guiar hasta el lugar.
—Está bien, en cinco minutos estoy de vuelta. — recogió los platos a medio comer del desayuno y salió de la habitación.
Cinco minutos más tarde nos encontrábamos caminando por los pasillos del centro hacia mi primera sesión. Para ser sincera estaba un poco nerviosa, me habían notificado de que en mi estancia en este lugar tendría a un psicólogo y un psiquiatra, el doctor Long y Gigi. Tengo un nudo en la garganta, me cuesta mucho expresar lo que siento y temo a fallarle a mis padres, no quiero decepcionarlos más.
Quedamos en frente de una puerta de madera—como todas las demás —con un cartel en ella que dice "Doctor Long".
—Es aquí— dijo Jenna— no te preocupes, todo estará bien.Dio media vuelta y vi cómo se alejaba en el pasillo, dirigí mi mirada hacia aquel cartel y tragué con fuerza. Justo cuando iba a tocar, se abrió la puerta y salió un doctor —de no más de treinta años— y me sonrió.
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Ni una lagrima más
Fiksi RemajaHa pasado un año tras la muerte de su mejor amiga. Charlotte Bell, una joven de 18 años, tiene una fuerte recaída por ello y debe ser internada. En ese tiempo sus familiares y doctores harán todo lo que tengan a su alcance para que Charlotte se recu...