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ELIZABETH AYDIN

"...Todas las promesas de mi amor se irán contigo

Me olvidarás

Me olvidarás

Junto a la estación hoy lloraré igual que un niño

Porque te vas

Porque te..."

— ¡Elizabeth! — Siento unos brazos rodear mi cintura.

— ¡Ah! — intento zafarme desesperada.

— Tranquila, tranquila, soy yo, George — me suelta.

— ¡¿Por qué haces eso?! Casi muero del susto. — Suelto el tejido que estaba haciendo.

Mi hermano empieza a reír a carcajadas y después de un momento también lo acompaño.

— Ya, ya, déjate de burlar, por cierto, ¿No deberías estar en la fábrica con papá?

— Debería, pero papá me mandó temprano, según él, le llegaron rumores de que te habían visto esta tarde con dos tipos en la casa, y me mandó para vigilarte, pero no le creí — abro los ojos — espera... ¿Es verdad?

— Si y no, pero déjame explicarte por favor — asiente.

Empiezo a contarle cada cosa que me dijeron sobre el trabajo, sin embargo, omito un poco la explicación que me dieron sobre las tradiciones en la ciudad, porque pienso que no es el momento para sacarle información sobre eso. Él me escucha atentamente y solo espero que no piense mal de mí, porque odiaría que él dude de mí y empiece a tratarme como mis padres.

— Entonces ¿Qué piensas? ¿Hice mal verdad? — golpeo mi cabeza —, soy una tonta.

— Detente, no hiciste mal, pero debiste haber tenido más cuidado. — acuna mi cara en sus manos — Tu no los conoces y pudieron haberte hecho algo... Malo. — Asiento.

— ¿Y con respecto a...?

— Lo del trabajo que te ofrecieron me parece muy raro, es algo que no tiene mucho sentido. Y tal vez sea mentira, lo siento Eli, tal vez solo estaban bromeando.

— Pero dijeron que vendrían a hablar con nuestros padres ¿No crees que eso estaría de más si fuera una broma?

— No lo sé Eli, pero si vienen a hablar ¿Vas a aceptar el trabajo?

— ¿Por qué no? Total, paso siempre aburrida en casa todos los días y eso sería una distracción para mí.

— Tienes razón, pero...

Escuchamos que abren la puerta y de inmediato escuchamos a todos entrar mientras hablan y ríen a carcajadas. Cuando nos ven en la sala, su actitud cambia drásticamente.

— Tienes que contarles, porque si vienen en verdad esos tipos, mis padres podrían castigarte— susurra George en mi oído — y no podría ayudarte esta vez.

— Madre, ¿Escuchaste los nuevos rumores sobre Elizabeth? — dice Issadora mientras se acerca — ¿No crees que ahora sí te pasaste? Mira que traer dos hombres a casa...

— Cállate Issadora, no sabes nada y Elizabeth ya me contó que hacían esos tipos aquí.

— ¡Así que es verdad que esta cualquiera trajo a dos hombres a mi casa! — Grita mi madre.

— ¡Se calman! ahora mismo se sientan y escuchan lo que Elizabeth tiene que decir, de seguro después de eso dejarán de creer en esos malditos chismes de pueblo. — Interfiere George y todos obedecen.

Se Paciente Conmigo |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora