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ELIZABETH AYDIN

Escucho voces a mi alrededor que se me hacen conocidas. Abro los ojos y noto que Ahmed ya no está a mi lado. Mi vista va directo a donde provienen las voces y los veo. Veo a Ahmed hablando con Emir e incluso ríen mientras lo hacen. Cuando se dan cuenta que me he levantado, ambos se acercan y lo único que puedo hacer es apegarme más a la pared.

Ahmed se pone de cuclillas frente a mí y me tiende su mano, la cual tomo de inmediato.

—Ahora le perteneces a él —le da una sonrisa a Emir—. Yo no quiero una mujer que haya sido tocada por otro hombre, me das asco Elizabeth.

Quiero hablar, quiero preguntarle por qué me hace esto, pero no puedo, no puedo ni siquiera hablar o moverme.

Suelta mi mano con asco y se dirige tras Emir. Después de un momento regresa frente a mí de la mano de Elif, a la cual le deja un casto beso en el dorso de la mano.

—Me voy con mi nueva esposa—le dice Ahmed a Emir, el cual solo se limita a asentir—. Espero seas feliz con Elizabeth. Adiós.

Cuando Ahmed y Elif desaparecen de mi vista. Emir se acuesta a mi lado y aunque quiero salir corriendo, mi cuerpo no reacciona, no puedo ni siquiera gritar. Emir me ayuda a recostarme y me empieza a envolver en sus brazos.

«No, suéltame..., suéltame...»

Abro los ojos y lo único que siento son unos brazos a mi alrededor que me envuelven con fuerza desde atrás.

«No, por favor...»

Saco fuerzas de no sé dónde y logro liberarme. Empujo a la persona que me tenía aprisionada sin siquiera verlo y me alejo de inmediato. Cuando mi mente conecta con la realidad me doy cuenta de que ha quien empuje es a Ahmed, el cual se me ha quedado viendo algo consternado.

«Tal vez sea porque lo has levantado de esa manera, tonta.»

Se levanta del suelo y se acerca lo suficiente antes de hablar.

—¿Estás bien? —asiento despacio, aunque es mentira— Tuviste una pesadilla ¿Verdad? —asiento rápido.

—Yo..., perdón, no quise...

—Está bien, no tienes que disculparte Sultana —me brinda una sonrisa—. Por cierto, Buenos días.

Intenta acortar más la distancia que nos separa y a mi mente llegan las palabras que el Ahmed de mis sueños dijo.

—¿En verdad no te-te importa que Emir me haya..., me haya tocado? —se detiene— Es decir, podrías pedir el divorcio si así lo quieres, pues ahora todo el mundo debe saber que él fue..., el que me tomó como suya, fue Emir, no tú —abre la boca para decir algo, pero quiero terminar para que sepa que no me enojaría con él si decide separarse de mí—. Elif, ella podría ser la mujer perfecta si tu qui...

—¿Sobre eso era tu pesadilla? —emito un pequeño sonido en señal de afirmación, pues no me atrevo a decirlo— No, no me importa que ese... que ese maldito te haya tocado antes que yo y eso debió haber quedado claro ayer —dice despacio—. Pero por si te queda alguna duda esposa mía, lo único que me importaba de esa situación era hacer pagar a Emir por lo que hizo con mis propias manos.

—¿Ya no lo piensas hacer? —digo de inmediato.

No sé si soy una mala persona al desear que Ahmed lo mate, pero no me arrepiento de pensarlo, de hecho, esperaba con ansias que lo haga.

—Lastimosamente alguien se me adelantó —se acerca más—. Lo mataron anoche en la estación de policía.

Mi corazón por algún motivo siento que late más tranquilo cuando lo escucho decir eso. Mi cuerpo por alguna razón se siente más seguro y me entran unas inmensas ganas de llorar y reír a la vez.

Se Paciente Conmigo |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora