3.- Elizabeth y Meliodas

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Habían pasado exactamente 6 meses desde su unión Matrimonial. Elizabeth se había ganado el amor y lealtad de Irlanda.

Estaban de la mano en la feria de la cosecha que el pueblo hacia cada año.

Está era la segunda ocasión en la que ella asistía. Pero esta vez como la reina.

Recordó la primera vez que fue con Meliodas justo hace un año. Fue la primera vez que llegó a Irlanda.

En su mente llegaban los recuerdos de aquel día.

Miró a Meliodas a su lado y el le devolvió la mirada y ella se sonrojo.

-¿Aún te apena el que choquemos miradas Elizabeth?-

Pregunto el rubio con cierto tono burlesco en su voz.

Ella lo miro y asintio aún apenada.

Meliodas no pudo evitar soltar una ligera carcajada.
Seguidamente ella rio de igual manera y le tomo la mano.

-Quien diría que regresaría a esta feria justo un año después contigo, pero ahora como tú esposa. ¿No crees que fue muy rápida nuestra relación?-

Preguntó la reina de ojos celestes con su tono dulce y gentil.

-Para nada, además no tenía que pensar mucho en casarme contigo, desde que te vi supe que eras la mujer de mi vida y estoy muy feliz de que estarás a mi lado por  siempre.-

Elizabeth se alegro tanto que lo abrazo en medio de aquella feria, sin importarle que los aldeanos estuvieran ahí.

Muchos miraban con ternura aquella escena.

Irina a lo lejos sentía celos, ella es quien debería abrazar a su rubio.

Sebastián llegaba recién a la feria.

Visualizo a Irina y se acerco a ella.

-Buen día princesa Brown.-

Comento con su tono de voz grueso.

-No se que tiene de buenos si estoy viendo esa escena.-

Respondió de mala gana mientras apuntaba hacia la pareja de reyes recién casada.

Sebastián miró hacia donde su dedo apuntaba

Sintió también celos de ver cómo el rey quien dejaba de abrazar a Elizabeth ahora le daba un tierno beso en los labios, para después abrazarse y continuar caminando por las calles.

Se perdió en esa escena, imaginando en como sería estar en lugar de Meliodas.

Suspiró triste y comenzó a caminar lejos de Irina

A diferencia de Irina, el era cauteloso, inteligente pero sobretodo Fiel. Sabía que tenía que servirle a ellos, no por nada se había ganado aquel título de general.

Además si atentaba en contra de la corona toda vida se arruinaría completamente.

Caminaba por las calles de la feria mirando todos los aperitivos y las artesanías.

Vio un puesto de postres tradicionales de Irlanda.

Tomo uno pero su mano choco con otra.

Miró a su lado derecho y la misma reina era quien estaba ahí.

-¡Oh lo siento Joven Buckley! ¿Iba a tomar ese?-

Comentaba con cierta pena y timidez.

Sebastián se quedó sin habla al verla pedir disculpas.

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