La reina se encontraba en sus aposentos tejiendo un pequeño suéter. Ella sabía bien como tejer. Al ser la segunda heredera al trono se le habían enseñado algunas cosas útiles en su vida.
Se encontraba sola en su habitación. Sentada en una mecedora que el rey le había hecho especialmente a ella.
Suspiro de cansancio. Dejo el tejido y lentamente camino a su cama. Se sentó y se mantuvo en silencio mirando hacia el piso.
Hace algunos días atrás sintió nuevamente el dolor en su vientre pero su bebé aún no debía nacer por lo que el médico le indicó reposo el resto de su embarazo.
Tenía apenas las 30 semanas. Le faltaban 10 más.
Se aburría el no realizar bien sus deberes pero la vida de su pequeño estaba en peligro.
La puerta sonó. Y ella dejó pasar.
Gelda entraba con el pequeño ryan, ellos eran su mayor compañía y distracción
Le llevaron bocadillos y pasaron un rato con ella.
Minutos después llegó Elaine con su agua de baño.
Elizabeth camino cuidadosa para su ducha diaria.
Se cambió de ropa y se acostó de nuevo en su cama.
Apenas estaba por ponerse el sol y ella ya no tenia nada mas que hacer.
Se sentía impotente, una lagrima derramó en sus mejillas y justo en ese momento Meliodas entró a la habitación
-¿te sientes mal?-
Ella seco rápido su lagrima.
-No, estoy bien. Tranquilo-
Meliodas la conocía bien, se sentó junto a ella y le tomo sus manos.
La abrazo y simplemente le brindó su abrazo, su apoyo. Ella sabía que su amado estaría siempre para ella
Los días pasaron tan rápido, su vientre abultado le costaba hacer aún más cosas.
Le dolía estar sentada mucho tiempo. Entre otras cosas, pero su tiempo estaba por terminar.
Su etapa de embarazo llegaba a su recta final.
