VI. It's your choice!

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Hook caminó decidido por el pasillo del tercer piso del castillo. Iba arreglándose las mangas de la chaqueta de cuero negro que había utilizado desde que Mirana se la regaló hacía décadas. Seguía tan nueva como el primer día. Incluso a la luz, brillaba. Éste se aclaró la voz al llegar a la puerta más grande que encontró. Era de madera envuelta en bronce, tenía dibujos de batallas ganadas y perdidas por alrededor de toda ella. Arriba las victorias más importantes, y abajo, la derrota más dolorosa de la historia del País de las Maravillas -el lugar de donde procedía la reina-. La guerra que hizo que todo habitante que sobreviviera, fuera condenado a Cursedland. El pirata tocó dos veces la puerta y espero. Minutos después una dulce voz dijo:

—Entra.

Éste entró dudando, cogió aire y cerró la puerta tras de sí. Al girarse, pudo ver a Mirana aparecer desde el pequeño balcón de su habitación. Llevaba un traje largo de color plateado y dorado. La parte de arriba era de encaje floral, como habitualmente llevaba, de manga corta. La parte de la falda era lisa y se arrastraba por el suelo pasara por donde pasara. Era estrecho y eso hacía que su figura de mujer de veintiocho años se reflejara en él. Hook quedó estupefacto al verla. Se fijó en que probablemente iba descalza, ya que no era tan alta como solía serlo al salir de su habitación y tampoco iba maquillada. Llevaba el rostro liso y limpio. Eso hacía que su cabello negro azabache resaltase ante la piel pálida que tenía. Recordó que desde que Wendy contó el cuento de la princesa llamada Blancanieves, el físico de Mirana había cobrado vida a aquél personaje ficticio que tanto gustaba a las niñas del pueblo. Decían que ella era aquella princesa, al igual que los Niños Perdidos eran los siete enanitos del cuento. Iracunda era la Malvada Reina y él, era el cazador. Éste rio por el recuerdo y la reina lo miró preocupada. —¿Qué ocurre?

Hook volvió de sus pensamientos a la realidad y negó con la cabeza. —Nada. Cosas mías. Estupideces.

—¿Algo de lo que deba preocuparme? —preguntó ésta caminando hacia el tocador. Cogió el peine y empezó a peinarse la larga caballera negra.

—No, mi reina. —dijo él con una sonrisa. —Me han dicho que quería verme.

—Así es —respondió ella—. Y por milésima vez, querido, tutéame. Odio cuando me tratas por alguien más importante que tú.

—Lo eres. —dijo éste. —Eres la reina.

—Y aún así soy veinte años más pequeña que tu. —replicó ella.

—En realidad, son catorce. Catorce años en un mundo donde el tiempo está parado. Lo cual significa que hemos vivido más de los años que tenemos. —dijo Hook con una sonrisa.

—¿Cuántos años deberías tener, James? —preguntando ella, por primera vez nombrando el verdadero nombre del capitán. —¿340? ¿117? ¿917?

—523. —contestó. —Soy un viejo, al fin y al cabo.

—Yo también. —dijo girándose, ya que se había puesto a mirarse en el espejo. —Debería tener 430 años. Supongo que has vivido más tu qué yo, en esta isla.

—Esta era mi isla antes de vuestro destierro, Mirana. —ésta sonrió al oír su nombre salir por la boca del capitán. —Nunca Jamás ha sido siempre una isla muerta. Una isla sin tiempo. Por eso he vivido noventa y tres años más que tú.

Ésta asintió. —Sois eternos, pero no inmortales. El País de las Maravillas no era así. Era como el mundo en el que vive tu hija, pero con magia. Nacían, vivían, crecían y morían como un ser humano normal. Excepto mi familia. Nosotros fuimos maldecidos por un antepasado nuestro que hizo que fuéramos eternos. —miró a Hook con una delicada sonrisa. —Tú puedes irte y vivir una vida como todo hombre de cuarenta y dos años. Yo, en cambio, vaya donde vaya seguiré siendo la misma.

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⏰ Última actualización: Mar 30, 2015 ⏰

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Two twins in CursedlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora