II. Where is Peter?

584 21 1
                                    

Poco a poco las cotidianas calles de Londres, las pequeñas casas antiguas, viejas y reformadas se quedaban atrás. La pequeña ciudad se alejaba de ellas, ¿o viceversa? Lo que se convirtió en un paisaje de un azul infinito y luminoso, todo se volvió oscuro. Negro y sin una sola luz que permitiera ver más allá de donde se encontraban.

Mirana miró a las niñas, quienes se habían desmayado tras beber el frasco que les había dado para recordar los recuerdos que alguna vez fueron olvidados (o eso, había dicho Mirana). Ésta había sido capaz de contar la historia. Lo más importante, o eso creyó en ese momento. Sabía que las niñas que yacían ahora mismo en los asientos del coche, eran las mismas que pronto se despertarían con mil preguntas en espera de una respuesta que la Reina Blanca no tenía. O tal vez sí, pero ¿cómo ser capaz de decir lo que ocurrió sin hacerles sufrir? Pero una cosa tenía clara, tarde o temprano… o ella lo contaba, o tanto Wendy como Alicia, acabarían enterándose.

La oscuridad se transformó en destellos blancos, rápidos y fugaces como si fueran estrellas. Y así era. Habían pasado de estar en Londres a estar en el cielo estrellado. La Galaxia. A tan solo minutos de cruzar la delgada línea del mundo que todos conocen para adentrarse al mundo que tan solo unos cuantos han sido capaces de descubrir.

Tras cruzar la segunda estrella, la oscuridad estrellada cesó y un amanecer a lo lejos comenzó. Las niñas empezaron a moverse. Mirana miró al Cheshire y sonrió como una pequeña madre orgullosa de sus hijas.

—Ya era hora.  —dijo.

—¿Q-Qué nos ha pasado? ¿Por qué nos hemos desmayado? —preguntó Wendy mientras se incorporaba en el asiento. Alice le siguió y una vez sentada, Cheshire saltó a su regazo ronroneando. — ¡Tenías razón! L-los recuerdos. ¡HAN VUELTO! El frasco a funcionado.

—Oh, y tanto. —dijo Mirana riéndose. —Pero el frasco no os ha devuelto nada. Mentí. Más o menos. 

— ¿Qué? —dijo Wendy. —Pero… pero yo lo recuerdo todo. Les recuerdo a todos. Recuerdo mis aventuras con Peter. Mis bromas con Tootles. Los días de caza con Slightly. Re-recuerdo a…—suspiró bajando la mirada. —Fox.

—Mis sueños. ¡Tenías razón! Eran recuerdos. —dijo Alicia. — ¡Hatta! Recuerdo a Hatta. ¿C-cómo es eso posible si…?

Mirana asintió riéndose. —El frasco solo os desmayaba. Cruzar la estrella hizo el resto. Os conozco chicas. Sabía que beberías si os contaba lo que os conté. Más que nada por una cosa: curiosidad. —Miró a Wendy. —Tenías suficiente curiosidad en tus ojos como para preguntarte si realmente estaba loca. Y ella, tu hermana, se moría por saber si decía de verdad acerca de sus sueños. Querías respuestas y por eso bebisteis creyendo que vuestros recuerdos volverían. Pero tan solo os desmayasteis. Si hubierais sabido desde un principio que haría eso, nunca habríais cruzado la estrella y nunca hubierais vuelto.

—Pero Ábsolem…

—Ábsolem dijo que no había poción, hechizo o magia capaz de haceros recordar. —dijo Cheshire. —Excepto la estrella.

Mirana asintió. —Y aquí estáis, de vuelta a casa.

—Nos conoces desde hace ocho años, por lo menos, ¿y aún no eres capaz de decirnos la verdad? —dijo Wendy. —Es decir, sé que la has dicho. Pero… escondes algo, ¿verdad?

La reina Blanca miró a Cheshire. Alicia habló con preocupación. —Por favor, Mirana, cuentanos todo lo que ha sucedido.

—Hay cosas que es mejor que las veáis y descubráis por vuestra cuenta. Pero quiero que sepáis dos cosas: la primera, que puede que no todas sean buenas y la segunda, que yo siempre estaré ahí para ayudaros.

Two twins in CursedlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora