[33] final

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La noche había caído. 

Sunoo montó en el coche de su padre, y Heeseung se acomodó en el asiento del copiloto y se abrochó a toda prisa el cinturón.

—¿Por qué nunca me has dicho que tenías el carné de conducir?

El menor se encogió de hombros como toda respuesta mientras ajustaba el espejo del retrovisor. Se pusieron en marcha poco después.

—¿Tú no tienes todavía el carné?

—No, acabo de cumplir los diecinueve —le recordó—. En Inglaterra somos civilizados, por eso no permitimos que niños de dieciocho años circulen por las calles a su antojo.

Heeseung no confiaba demasiado en el modo de conducir de Sunoo, era similar al de Sunghoon; al parecer la falta de calma frente al volante era un problema familiar.

—¿Sabes...?, estaría bien que parases cuando hay una señal de stop o un semáforo en rojo.

—Ya, pero por aquí no pasa nadie, créeme —replicó.

Encendió la radio del coche y comenzó a cantar entusiasmado. Heeseung se esforzó por no gritar y bajar del vehículo a toda prisa como último recurso para salvar su vida.

—¡Relájate! —le pidió Sunoo.

—¿Falta mucho para llegar?

—No. Y deja de aferrarte al asiento, me pone nervioso.

—¡Mis nervios están a punto de estallar en mil pedazos, así que no me hables de los tuyos!

—¡Heeseung, si sigues gritándome acabaremos teniendo un accidente de tráfico!

—¡No me extrañaría! ¿Crees que han puesto aquí estos semáforos para decorar las calles con lucecitas de colores porque es Navidad?

Sunoo ignoró sus comentarios durante el resto del trayecto. Heeseung se tranquilizó cuando el menor disminuyó la velocidad y se aproximaron hacia un cartel gigante protagonizado por una hamburguesa.

—¿Adónde me llevas?

Sunoo frenó cuando llegaron al carril adecuado, donde había una enorme fila de coches.

—¡Bienvenido a McDonald’s!

—¡Santo Dios! —Heeseung se llevó una mano a la cabeza—. ¿Te has vuelto loco? Ante esto no pienso ceder, y me da igual que sea el deseo de tu vida.

Sunoo dejó de contestar la infinidad de improperios que Heeseung le dedicó y avanzó por el carril del McAuto, hasta que llegaron a la ventanilla principal. Pidió dos menús y apenas unos minutos después le entregaron la comida con un «gracias por su visita, vuelva pronto».

—Nunca volveremos —le dijo Heeseung a la joven empleada, serio y sin apenas pestañear.

Sunoo pisó el acelerador a toda prisa, evitando así que Heeseung originase más problemas. Estacionó el coche en una calle cualquiera y sacó las hamburguesas de la bolsa de cartón.

—Veamos... esta es para ti —comentó al tiempo que se la tendía a Heeseung. Él la miró con asco y la apartó a un lado—. Y aquí están las patatas y la bebida.

—Sunoo, en serio, todavía no has entendido que soy vegetariano y que odio la comida grasienta.

—Tú no has entendido esta tarde que visto de otra manera y que no me ha gustado la tienda a la que me has llevado.

—Pues estabas muy guapo.

—Tú también estarías muy guapo comiendo hamburguesas.

—No me hagas esto, por favor.

𝗯𝗮𝘁 𝗸𝗶𝘀𝘀𝗲𝘀 ▪︎ 𝙝𝙚𝙚𝙨𝙪𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora