I.2

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Ilusiones y realidades

El día que muera y me convierta en un ser de luz, voy a electrocutar a varios que conozco. 


Dedicado a dilomalditasea

ATENCIÓN: Contenido +18 breve.


Nahia  

Presente

Fría era la noche que soñé con el por primera vez, una fina capa de sudor recorría mi frente al terminar, en la aurora de la noche yo me entregue en alma y espíritu, nada pudo haberse sentido igual. 

El me ve, esta al otro lado de la habitación, esta oscuro, yo no puedo verlo pero se que el si me ve. Puedo sentir un escalofrío cuando sus ojos se mueven por todo mi cuerpo, como si estuviera trazando una ruta, para no olvidar. Me siento expuesta, bajo los ojos del depredador. 

No entiendo que hace aquí o como entro; pero esta ahí, todas las noches, solo observando. Observándome dormir. De vez en cuando se acerca en busca de contacto, nada perverso, puedo notarlo. En un momento se enciende una luz sobre el y puedo ver en sus ojos suplica. Estoy sumida ante su esencia, lo veo y no puedo evitar sentirme atraída hacia el, a pesar de que no es correcto, tal vez este aquí para acabar conmigo, pero no quiero desaparecer de su visión me hace querer escapar pero al mismo tiempo quedarme para saber lo le ocurre. 

 Se que lo he visto antes, esos ojos ardientes con una mirada de acero, la piel pálida, ese color oscuro que lo representa. Al principio solo me ve, como calculando sus siguientes pasos, pero pronto ya no estoy sobre mi cama ni habitación.

Siento las piernas pesadas, arden como si hubiera corrido por horas, estoy sudada aunque me congelo con cada paso. Casi puedo ver como cada gota que se resbala desde mi frente al piso se convierte en hielo solido. Corro a toda velocidad, me persiguen pero aun no se quien, cuando me doy cuenta que no me dirijo a lugar alguno me detengo en seco. Vigilo el lugar buscando alguna anomalía en cualquier cosa, no encuentro nada. Estoy corriendo por un bosque con árboles tan altos que oscurecen todo a su alrededor, ni siquiera la poca luz de las estrellas se percibe desde mi lugar. El cielo nocturno me esta consumiendo. En eso el piso se me mueve, parece que esta cayendo, se esta hundiendo y yo lo hago con el. Muevo los pies lo más rápido que puedo, presentándose el defecto que tanto buscaba, es nieve sobre lo que estoy parada; por eso el frió vigoroso. ¿En serio? ¿Nevando en marzo? Esto es lo que estaba buscando.  

Por instinto cubro mi cuerpo con mis manos para mantener el calor –o eso intento–  cuando una ráfaga de viento choca contra mi piel erizada. Volteo hacia el camino que he dejado atrás, mis ojos captan de inmediato su figura alta, sus rizos oscuros que tanto lo definen. La niebla parece tener la necesidad de seguirlo cuando sienten su presencia, cualquier otro creería que realmente esta flotando mientras se mueve, pero sus pies son tan ágiles que solo da esa impresión. Y por primera vez en la noche me da el gusto de oír su voz; es tan áspera pero a la vez se oye como un ronroneo en la oscuridad, susurra con cuidado sus palabras asegurándose de que el viento pueda transportarlas con facilidad hacia mi: 

Je te vois —dice el— ¿A donde has ido?.  

Negro. De nuevo estoy en un lugar diferente, esta vez no puedo ver nada. Estoy cegada hasta unos segundos después donde aparece un ventanal gigante sobre mi, de el sale una luz amarillenta, a pesar de su tamaño esta a una distancia muy separada de mi, me muevo para poder ver por dentro. Cuando por fin llego al límite observo una estancia pequeña con solo un gran sillón de cuero en una de las paredes; lo sorprendente de esto no es ni el lugar ni la situación, sino las personas que se encuentran sobre el susodicho sillón. Soy yo. Me veo ahí recostada con no mas que una sabana blanca cubriéndome  las caderas, aquel desconocido que apareció en mi habitación y me perseguía en la nieve esta sobre mi otra yo. Guiando su boca por mi cuello y pechos dando pequeños besos. 

My Bad Boy © [EN PROCESO] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora