Ojos del mismo color del oro.
Kokonoi encontró a la chica afuera durante una tormenta.
Las gotas de lluvia deslizándose por sus manos y algunos rincones de su cara, además de su impermeable.
Dinero era lo que buscaba de ella.
Amor genuino fue lo qu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ame, teniendo ya 15 años de edad, se encontraba tranquilamente leyendo acompañada de su hurón hasta que una de las mucamas se acercó a ella.
— Señorita Ame, tiene visita.
— ¿En serio? ¿Quién? Koko dijo que no iba a venir esta semana.
— Ese es el asunto, señorita. Dice que es un amigo de él. ¿Lo dejo pasar?
— Sí, por favor.
— Enseguida. — dio una pequeña reverencia antes de retirarse.
Llena de curiosidad, Ame esperó a que aquella persona llegara, y después de unos minutos la mucama regresó acompañada de un chico rubio con una marca en la cara.
— Señorita Ame, aquí está la persona. — le informó la mujer.
— ¿Entonces tú eres Kimura?
— Sí, pero más importante, ¿quién eres tú?
— Seishu Inui, Koko me habló sobre ti. Bueno, en realidad no me dijo tu nombre; sólo dijo que había estado viéndose con una chica y yo tuve que averiguar todo lo demás.
— Entiendo... ¿y qué necesitas de mí?
— Koko te pidió dinero cuando se conocieron ¿verdad? Él me lo contó; me dijo lo que estaba tratando de hacer.
— ¿Qué tienes que ver tú con todo eso?
— La chica que a la que Koko estaba tratando de pagar sus tratamientos médicos era mi hermana mayor, Akane.
— Bueno, eso explica mucho. Disculpa mi sinceridad, ¿esa marca en la cara te la hiciste en el incendio que hubo en tu casa? Lo siento, la curiosidad me mata.
— ¿Qué...?
— Olvídalo, perdón. ¿Tu hermana está bien ahora?
— ¿Koko te contó todo pero luego no te lo dijo...?
— ¿No me dijo qué cosa?
— Mi hermana falleció hace años, antes de que él pudiera reunir todo el dinero.
— Ay, lo siento mucho; ese estúpido Koko.
— No importa, no lo sabías.
— No, pero me siento culpable; cuando conocí a Koko estaba enojada por la forma tan descarada en que me pidió el dinero, y me negué a darle 5 millones de yenes. Quizás si no hubiera sido tan egoísta tu hermana hubiera podido salvarse, así que lo siento mucho.
— Está bien, eso... no me lo esperaba, pero no tienes que sentirte culpable; ya pasó hace mucho tiempo. Aún así... Koko parece no poder superarlo todavía.
— Eso también explicaría el porqué a veces se veía tan deprimido; supongo que venía a distraerse. Pero de todas formas, ¿por qué querías hablar conmigo? — él se encogió de hombros.
