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Abrió lentamente los ojos al sentir la luz del sol apuntando directamente sobre su rostro. Era una mañana fresca ya que las telas que colgaban frente a la ventana se movían suavemente, casi como si bailaran una desconocida melodía.
Se estiró sobre la cama y sintió como esta la envolvía completamente, las frescas y extremadamente suaves sábanas enmarcaban su figura a la perfección, invitándola a quedarse recostada solo un rato más. Se sentía completamente en paz.
A lo lejos podía escuchar el ruido de algunos pájaros, que anunciaban el comienzo de un día nuevo. Sin embargo, algo más llamó su atención.
Bajo el marco de la puerta descansaba la silueta de una persona. Esta se acercó intentando no hacer ruido, pero después de unos pasos noto que ya estaba despierta.
– ¿Te vas a quedar ahí o me vas a dar un beso?
El chico soltó una pequeña risa y brincó sobre ella.
– Mi bella y preciosa Cleopatra -dijo admirándola mientras sus dedos se atrevían a recorrer su rostro delicadamente.
Tomó suavemente de su ropa y lo atrajo hacia ella, sin poder dejar de ver su hermosa sonrisa para finalmente besarlo.
. . . . .
– ¿Alguna me va a decir que es lo que está sucediendo?
– ¿Cómo? Ósea, ¿como? N-no comprendo... yo la vi, todos la vimos...
Ikaris estaba demasiado confundido con lo que sus ojos presenciaban y las dos eternas no estaban ayudando a mejorar la situación. Solo lo miraban en silencio y se miraban entre ellas.
– No sabemos -dijo sersi finalmente.
– ¿Cómo no van a saber nada? ¿Cuánto tiempo llevan con ella? ¿Por qué no le avisaron a alguien más? Esto es demasiado raro... jamás había visto algo así...
– Decidimos aplicar una filosofía de no cuestionar y solo dejar que las cosas fluyeran -comentó sprite encogiéndose de hombros después de recibir una mirada molesta del eterno.
– Deberías de intentarlo, es muy desestresante
– Druig las va a matar.
Y en ese momento Cleo abrió los ojos.
[...]
– No entiendo nada. ¿Tú entiendes algo? Parece que si lo haces, a decir verdad parece que todos lo hacen menos yo. Me siento algo excluida...
– ¡Cleo ya basta!
Llevaban viajando un rato y la cabeza de Cleo no paraba de dar vueltas, llena de dudas que ninguna de sus amigas parecía querer resolver. Así que había optado por la mejor opción, ser insoportable hasta que le hicieran caso.
