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– Cleo. ¡Cleo! Despierta
– ¡Yo no fui! D-digo que -dijo mientras daba un brinco algo alterada.
Una vez más, habían llegado a su destino.
Ikaris y Sersi bajaron del avión, discutiendo en voz baja acerca de algo mientras las dos chicas los seguían unos pasos atrás.
– ¿Estás bien?
– Si
– ¿Segura? Te ves algo distraída.
– S-solo tuve un sueño extraño, todo bien sprite -dijo sonriendo e intentando hacer a un lado el sentimiento que la envolvía.
Aún sentía la necesidad de buscarlo, de asegurarse que no le hubiera ocurrido nada malo. Lo cual le parecía ridículo, ya que el no existía. Había sido solo un sueño. De nuevo.
No recordaba con exactitud cuando había comenzado a soñar y dejado de descansar.
Ese tipo de sueños se habían presentado a lo largo de su vida de forma esporádica. Cuando era más pequeña, se conformaban por cosas banales y Cleo solía llamarlos sus pequeños recuerdos.
Iban desde correr en dunas del desierto, jugar en las calles de una antigua ciudad y probarse hermosos vestidos elegantes hasta aprender acerca de hierbas medicinales y la vida en el más allá.
Con el tiempo estos fueron evolucionando, casi como si crecieran junto con ella. Pero hace unos días habían cambiado nuevamente, había aparecido el. Y desde entonces no podía soñar con nada más.
Con su voz, sus fuertes brazos, sus bellos y profundos ojos. Tenía la risa más bonita que alguna vez hubiera escuchado y era sumamente culto y astuto. No recordaba su rostro, era más una idea de cómo debía verse. Una recopilación de cosas que la hacía sentir al verlo.
Soñaba con un amor que se sentía lo suficientemente real como para hacerla sonreír a lo largo del día.
Sin embrago, en muy raras ocasiones, los sueños eran distintos. Se caracterizaban por ser cortos y ambiguos, pero se sentían fríos, oscuros, la envolvían de preocupación y angustia y la hacían sentir sofocada.
De vez en cuando, sus sueños la perseguían. Y esta era una de esas veces.
[...]
– Kingo nunca deja de sorprenderme -exclamó Sprite burlonamente mientras entraban al set de grabación.
Los actores estaban realizando una escena de baile sumamente elaborada y los eternos no podían dejar de mirarla algo extrañados.
