†Capítulo seis†

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El bosque, la puerta a los gritos.

Un frondoso bosque verde se posó sobre todos nuestros ojos.

Estábamos a punto de correr para atravesar el bosque para llegar a la primera prueba.

— ¿Estáis listos? —pregunté.

— Sí, lo que pasa es que íbamos a estar solos.

Se refería a que habían guardias detrás nuestro con rifles apuntandonos a cada uno.

Me giré para mirarlos un momento, daban miedo, parecía que querían volarte los sesos.

— ¡Hola, hola!

— Otra vez no, cállese señora —dijo Evo por lo bajo.

No la culpo nadie aguantaba la voz de Eloísa.

— Os explicaré las reglas dentro de él juego.

¿No eran las mismas? Pues no, eran todas distintas, pero habían menos creo.

— Uno, tenéis unos cuarenta minutos para pasar cada prueba. Dos, cuando hayáis matado, ahorcado lo que sea que hagáis, tendréis cinco segundos para coger la llave, abrir la puerta y cerrarla. Tres, si esos cinco segundos pasan y seguís en la misma prueba el guardia que está detrás vuestro ahora os, aniquilará a todos y no, matar al guardia no es una opción —se quedó pensando si decir la siguiente hasta que lo dijo—. Cuatro, recordad, cada vez se ponen más difíciles las pruebas y cada vez morirán más personas hasta que solo quedéis uno en cada equipo.

¿Uno en cada equipo? ¿Segura? Porque yo no lo recuerdo así señorita, yo lo recuerdo totalmente diferente.

Todas las reglas eran mentira, ninguna existía, menos la dos y tres.

La regla de los guardias se llevó a muchos de nosotros, que serán recordados para siempre como héroes.

— En diez segundos sonará un disparo de salida.

Me giré y miré a todos los guardias que habían detrás de cada grupo, sospechando de que hacían aquí en ese momento. Algo me olía mal y os aseguro que acerté.

— Mara ¿Qué miras tanto? —me preguntó Eloísa y todos se giraron para mirarme.

— Nada.

— Tranquila, los guardias no os harán nada —paró y añadió muy flojo —. De momento no.

¿Adivinad a quién no le gustó esa última frase? Exacto a nadie, ahora entenderéis por qué.

— ¡Todos a sus puestos! —nos gritó.

Algunos se agacharon como si estuvieran a punto de correr en una competición importante de atletismo, otros solo miraban asustados el inmenso bosque pensando que todo lo malo estará allí reunido y otros, como yo, solo alternaban la vista entre el bosque, los guardias y la pistola que tenía Eloísa en la mano.

Algunos como Maddox y Evolet pensaron que nos iban a disparar, pero en cambio, disparó al cielo haciendo que todos corrieramos hacía el bosque.

Aquí fue donde todos nos dimos cuenta de que no podíamos fiarnos de nadie ¿El motivo? Los guardias venían detrás nuestro listos para dispararnos, más de una vez lo hicieron.

— ¡Amara! —me gritó alguien detrás mío— ¡Al suelo!

No me pude tirar al suelo porque aquella persona que me gritó ya lo hizo por los dos.
Aparecimos los dos en el suelo, él se levantó rápido me cogió de la mano y corrimos juntos hasta juntarnos con tres grupos.

Corrimos todos, por suerte ya no estaban disparando.

— ¡Ey! ¿Cómo te llamas? —le pregunté al que me tiró.

Miedo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora