†Capítulo diez†

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Se suponía que el circo era divertido ¿no?

Se escuchó un fuerte estruendo haciendo que todos pegaramos un salto del susto.

— ¿Qué ha sido eso? —preguntó Arvel.

Miré al cielo que era de donde provenía el ruido y apareció el cronómetro.

— ¡Mierda! ¡Correr, vamos! —les dije a todos y señalé al cielo.

Todos dirigieron su mirada a donde señalé. De los seis, tres se llevaron la mano a la boca y los otros tres abrieron los ojos como platos, una de esas soy yo.

Nos guiamos a la vez y se volvió a escuchar un estruendo mucho más fuerte y la vez apareció la puerta y al lado algo que brillaba, la llave.

Corrimos todos hacia allí sin mirar atrás. Una vez llegamos, Madd agarró la llave y la metió en la cerradura.

— Date prisa que se acaba el tiempo y-

Pegaron un disparo al lado mío y grité dejándome la garganta.

Una vez abierta la puerta, me agarraron y me tiraron hacia dentro. Cerraron la puerta y pude volver a respirar.

Me pasé una mano por el pelo, me giré a todos, me abrí paso y vi lo que era una carpa de circo.

— ¿Circo? ¿Quién me tiene miedo a los payasos? —dijo Evo en forma de burla.

Maddox se acercó a ella y tuvo que bajar la cara ya que era más bajita que él.

— A mí me dan miedo, señora bosque.

— Vete a la mierda Max.

Él la cogió del cuello y se acercó a su oreja.

No se qué le dijo, solo sé que se puso pálida ella y cuando la soltó empezó a toser como una loca.

— ¡Estás loco! —le gritó ella.

— Grita más fuerte hada del bosque.

— Casi me matas, me duele el cuello por tú culpa ahora —le dijo y le pegó en el pecho.

Error porque ahora él la empujó y ella cayó al suelo. Se levantó y él alzó su ceja.

— Ya basta chicos —dijo Juls—. No tenemos cinco años.

— Evolet —le llamó Arvel—. Cuando te ahorque alguien, respira por la nariz o eso hago yo al menos.

¿O eso hace él? ¿Cómo?

Ella solo asintió y Madd le volvió a mirar mal, apretando sus manos y su mandíbula.

Juls y Nett fueron los primeros en no decir nada y caminar a la carpa por el caminito que había. Detrás iban Arvel y Evolet.

— ¿Por qué te molesta que te llamen Max?

— Porque mi madre me llamaba así —me miró y sonrió—. Bueno, si tú me quieres llamar Max, adelante.

— No, no, es como algo ¿simbólico? de tu madre.

— Pero a ella siempre le gustó compartir. Así que si quieres llamarme Max, adelante.

Lo miré y asentí.

— Vayamos más rápido, estamos muy atrás —le avisé.

— A ver reina, es mi miedo, claro que iré lento —dijo y empezó a reírse.

— Cierto. Con más razón, así te lo quitas de encima, así lo vences de una vez ¿no, rey?

Me puse delante suyo y me crucé de brazos, él bajó su mirada a, lo que viene siendo, mi escote y se relamió los labios.

Miedo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora