{Memoria Fugaz}

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— Precisamos las órdenes del rey en estos momentos, es necesario cuanto antes; pero, en ese estado en el que se encuentra, nada podemos hacer.

— También me encuentro ansioso por que despierte lo antes posible. He escuchado que en las afueras ha incrementado la presión —Dos reclutas murmuran en la entrada de la recámara real en tanto que el sol se oculta allí tras la maravillosa vista de la cordillera. La esencia atmosférica de la noche se aproxima.

— ¿Será posible éste el inicio de un conflicto?

El monarca entre su lecho inconsciente, yace presenciando visiones.


— ¡No! ¡Hugo, por favor! —Una ilusión paranoica oprime los sueños del monarca, esa cruda y fría sensación recorre por todo su áspero cuerpo— ¡Hugo!

—¡Merith! ¿¡Dónde está!?

—¡Hugo!

Preso de ensueño y con temor constante busca a su amada al tanto que cada vez que camina presiente que su voz se aproxima; sin embargo, esa cercanía es solamente una patética ilusión. Sus sentidos le enseñan que transita sobre un lugar oscuro y sin desenlace, un vacío donde no hay ninguna manifestación próxima de muros. Su cuerpo extrañamente se debilita y no se hayan objetos en donde pueda apoyarse, el temblar de sus piernas se hace cada vez más fuerte a medida que la voz de Merith desaparece de manera disipada; así mismo, mientras que el gélido panorama abriga sin control todo su ser atemorizado.

— ¡Merith!

La voz de Merith deja de resonar, un silencio profundo queda en aquella infinita oscuridad mientras que el monarca sigue extraviado en la profunda confusión. En ese pequeño lapso de silencio comienzan a oirse algunas pisadas aproximándose; son aquellos pasos secos que emiten un suave crujido, pasos espeluznantes y aterradores que turban completamente su interior ya quebrantada por la agónica desesperación. El monarca no puede evitar generar en su mente los pensamientos de suspenso; el frío, el ambiente y, aquellas pisadas tenebrosas, le roban su anhelada tranquilidad.

— ¿Quién está ahí? —Aquellos siniestros pasos se detienen. El absoluto silencio regresa— ¡Responda! 

Un suave gruñido se manifiesta allí a su respaldo, un denso fluido gotea periódicamente sobre su hombro; con su cuerpo débil y tembloroso gira con lentitud su visión al lugar desconocido. Mientras se gira con bastante diligencia, esforzándose para observar lo que allí se encuentra, se manifiesta por segunda ocasión aquel gruñido, pero esta vez, más apacible. Al completar el deseo de situar la mirada, detiene su vistazo tembloroso y descubre aquello que es predecible, una absoluta tiniebla, nada se localiza en su cercanía.

— ¿Hola…? —El monarca rompe el silencio— Necesito ayuda ¿Se encuentra alguien aquí?

Un rostro sangriento con repulsivas heridas y ojos plenamente blancos se manifiesta dando un fuerte e inesperado gruñido, es entonces que la adrenalina que se ha acumulado en el interior del monarca es avivada, corre espantado y desorientado de ese extraño lugar inexplorado al tanto que su respiración agitada es expuesta por el gélido entorno; pese a no tener suficiente fuerza física, consigue trotar con estabilidad alejándose así de ese ser repugnante.

El frío se hace amo y señor de su cuerpo aunque se mantiene en la huida, regresa la mirada a su retaguardia, percibe a una multitud de estos seres que le acechan repentinamente alcanzando sus pasos. Sus gruñidos resuenan con agresividad a esos sus oídos sofocados por la robusta adrenalina, por su conciencia comprende que todo sucede en uno de sus sueños; sin embargo, no puede evitar sentir esa escalofriante e infernal sensación de terror.

El cansancio se hace cada vez más intenso, no logrando tolerar ese agotamiento cae con gran fuerza sobre la helada superficie; ya estando perturbado y con pensamientos abstractos, decide darse por abatido. La situación crítica en la que se encuentra lo expone vulnerable e indefenso ante estos seres.

Se aproximan las aberrantes criaturas con rapidez al sitio donde se haya aquel vulnerable, con sus rostros destruidos están cada vez más presentes; la visión del monarca comienza a nublarse entre tanto que su cuerpo abrigado por el pánico se extiende en el suelo. 

Al poco tiempo llegan los seres con sus espeluznantes rostros, con esa sucia sangre escurridiza y con esos afilados dientes refulgentes; en ese momento, justo ahí, un sentimiento surge en la atmósfera, el rey percibe una nueva sensación distinta, es algo diferente a todo lo que ha sentido durante ese periodo de tortura en la vasta oscuridad.

Una luz surge de la parte superior donde se haya el monarca, es un fuerte esplendor que ilumina el lugar, pero que a su vez impide ver con claridad, es aquel intenso destello que atemoriza a los seres que a cortos pasos dan marcha atrás evitando ser alcanzados por la luz; sus gruñidos se intensifican a medida que el magnífico esplendor permanece y en cuanto la ventisca gélida es expuesta por la misma.

Del lugar que proviene aquel destello una entidad comienza a descender, los ojos del rey están resguardados por sus brazos para proteger su visión del intenso resplandor, sin embargo, ya habiendo descendido por completo aquello que es anónimo, el esplendor desaparece de manera repentina y permite la visibilidad de su verdadera forma; viste consigo una pesada armadura plateada y al mismo tiempo radiante, una careta simple que disfraza su rostro por completo, un atavío blanco y una magnífica espada, es su arma la más destacada entre las cosas asombrosas que transporta. Sin duda alguna, aquello que está frente al rey, es un hombre.

Los seres atacan al anónimo sin previo aviso obligándolo a desenvainar su potente espada, con grandes movimientos y sin piedad penetra algunas entrañas manchando así el acero con sangre. El caballero dirige su arma cortando a uno de ellos entre tanto que otra criatura proyecta por su costado herirle, rápidamente lo embiste dando un gran salto; al descender evade un arañazo con eficacia, sostiene su mirada en aquella aberración y lo asesina atravesando su punzante arma en su cráneo.

Dos de estos se arrojan sobre el caballero y procuran dejarle sin opciones al tanto que lucha afanoso por uno de sus costados, al percibir su situación, de manera extraña consigue detener por unos segundos aquella escena; se arrodilla girándose para con su espada atravesar al de su derecha, luego con rapidez cruza su arma bajo su brazo izquierdo y lograr eliminar al que se ubica en ese costado. Una maniobra espléndida, digna de una fantasía.

Una criatura procura herir al monarca que se encuentra debilitado sobre la superficie, el sujeto rapidamente con su espada se abre paso innovando ágiles movimientos; algunas cabezas son decapitadas, brazos desgarrados y como aquel que por poco hiere al monarca, partidos a la mitad.

Mientras esa extraña y sangrienta batalla acontece, el monarca comienza a desfallecer, su apacible visión se nubla con lentitud, siente sus párpados cada vez más pesados y permanecer despierto se considera una obra bastante trabajosa; por su mente no se detiene las inquietantes y desagradables dudas, aquellos enigmas que espera alguien le responda en ese mismo instante.

—¿Qué es todo esto...? —Dice el rey así mismo— ¿Quién es ese hombre...? ¿Qué carajos son esas cosas...?

Aquel combatiente extermina las repulsivas entidades, no ha quedado alguno que pueda estar activo y la zona a resultado cubierta completamente de vísceras; el silencio gobierna a partir de aquel momento.

El sujeto se aproxima al monarca entre tanto que desinfecta su espada. Todo en su contorno se transforma en un mundo pacífico, un suave susurro de viento se posa sobre los lomos del monarca que con su visión pronta a colapsar no consigue observar la apariencia de aquel hombre.

El desconocido toma la careta que cubre su rostro y la retira pausadamente, el sonido de su armadura es originada cuando el brazo que eleva su careta está en movimiento y cuando se inclina para aproximarse al rey; en esto, la máscara es levantada por completo, sus rasgos se han hecho visibles ante el asombro de quien está presente a su manifestación.

— ¿Quién es usted? ¿Qué estoy haciendo aquí? —El susurrar es oído por los hombres que custodian al monarca en su recamara— ¿Qué eran esas cosas?

— ¡Señor, señor, despierte! —Un noble guardia procura avivar pasivamente al rey.

El resiente manifestado que ha rescatado al rey en el ensueño, se pronuncia por primera y última vez.

— Mi nombre es...

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2021 ⏰

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