Capítulo 11

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Eira no podía dejar de pensar en la conversación que habían mantenido Snape y Draco, y que Harry había escuchado también. Ella se debatía entre intentar ayudar al rubio y tratar de no involucrarse, porque no quería ayudar a su tío. Pero tampoco deseaba que Draco muriese o fuese torturado hasta la locura por fracasar en su misión.

Apenas había hablado con Harry acerca de aquello. Solamente habían acordado que era importante saber qué pretendía Draco. Porque no podía ser nada bueno, y tal vez los pusiese a todos en peligro.

Eira se encontraba en aquellos momentos en su casa, pasando las Navidades con sus padres y Orión. Y, por supuesto, también con Tom, que aparecía casi cada día para comer o cenar, o ambas cosas, y a quien Melody siempre recibía con los brazos abiertos.

Eira lo observaba con recelo en muchas ocasiones.

—Ha encomendado a Draco una misión, probablemente peligrosa... y después se pasea tranquilamente por casa como si no hiciese daño a nadie —se había quejado un día a Orión—. No me gusta.

—¿Por qué no se lo dices a tu madre? —le había preguntado Orión, aunque él estaba contento de mantener contacto con su padre.

—¿Tú has visto lo feliz que es cuando estamos todos juntos? No es solamente su hermano, es su mellizo, y durante años ha sido su única familia...

Eira sabía que su madre estaba feliz con su hermano y que, además, cuando estaban a solas, intentaba convencerlo para dejar a un lado ciertas ideas, o ser algo más benévolo. Melody pensaba que podía tener una cierta influencia sobre Tom y, en caso de que se hiciese con el poder, influir sobre él para que dejase a un lado su crueldad. Y, de hecho, Tom no se mostraba tan cruel cuando estaba con su hermana.

—Puede que seamos una familia extraña, con ideas muy diferentes, pero es innegable que, después de todo, somos una familia, y me atrevería a decir que una bastante unida.

Aquel día era Navidad. Eira se levantó y vio los regalos que había a los pies de su cama, y se apresuró a levantarse. Justo cuando lo hacía, Orión entró en su habitación, sonriendo.

—¡Feliz Navidad, Eira!

—¡Feliz Navidad!

La joven abrió los regalos que había sobre la cama. Encontró varios artículos de broma y comestibles que le habían regalado Harry y Ron, un libro sobre grandes magos que le había regalado Hermione, una túnica de gala de parte de sus padres, una pluma elegante por parte de Luke, un libro de Pociones y un nuevo caldero por parte de Tom, y una balanza nueva por parte de Orión. La señor Weasley le había regalado un jersey tejido por ella misma con una escoba bordada. Eira se lo puso de inmediato. El último regalo era una cadena de plata que le había regalado su hermano.

—¡Me encanta todo! —exclamó la joven, lanzándose para abrazar a su primo—. ¡Muchas gracias, Orión!

El joven rio. También él había recibido regalos por parte de sus tíos, su padre, su prima y sus amigos.

—¿Y ese jersey? —preguntó Orión.

—¡Me lo ha regalado la señora Weasley! ¿No crees que ha sido muy amable?

—Sí, mucho. Deberíamos bajar a desayunar, ¿no?

—Ve bajando; ahora iré yo.

Orión hizo lo que su prima había dicho, y salió de la habitación. Eira, por su parte, leyó una nota de la señora Weasley en la que le deseaba una feliz Navidad y la invitaba a ir a la Madriguera cuando quisiese. Eira le escribió una nota de agradecimiento. Ron debía de haber hablado mucho de ella en casa, si su madre le había tejido uno de sus famosos jerséis.

Eira y el misterio del príncipe ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora