Capítulo 12

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Las vacaciones fueron demasiado cortas, en opinión de Eira. Se había sentido cómoda en casa, y se había acostumbrado cada vez más a las visitas de Tom, que la trataba como si fuese un tío normal y corriente. Ella cada vez se sentía más cómoda en su presencia, e incluso se atrevía a rebatirle algunas opiniones, siempre con moderación.

Luke también se había acostumbrado un poco. El día de Navidad no era el único que había estado en la mansión de la familia Sayre, sino que también había acudido un par de días más, invitado por Melody y Thomas, para cenar con la familia.

—Pensaba que el Señor Tenebroso era más... solitario —le confesó un día a Eira—. No esperaba verlo en una comida navideña, así.

—A mí también me costó acostumbrarme —admitió la joven—. Pero la verdad es que puede parecer un mago normal si se lo propone, y nunca ha tenido ninguna actitud violenta conmigo. A ti... ¿te ha castigado alguna vez?

Había oído que su tío era un hombre estricto, al que no le gustaba ser desobedecido o que sus mortífagos cometiesen errores. Y sabía lo crueles que podían llegar a ser sus castigos.

—No, no lo ha hecho aún —comentó el joven—. Tampoco le he dado ningún motivo para hacerlo, aún.

Eira recordaba con nostalgia los momentos navideños, sabiendo que pasaría meses sin volver a estar con sus padres, o con Luke. Sin él, todo en Hogwarts era diferente. Lo echaba de menos.

A su regreso al colegio, Harry continuó insistiendo en que Draco tramaba algo, y en que Snape, en quien la Orden del Fénix confiaba, lo estaba ayudando y sabía qué era lo que tenía que hacer. Eira no sabía qué pensar acerca de Severus Snape pero, en cualquier caso, no confiaría en él por el momento.

—Tienes que tener en cuenta que tal vez quisiese saber qué trama Draco —le comentó a su amigo.

—¿No has oído nada durante las vacaciones? ¿Nada sobre ninguno de sus planes?

No hablaban sobre aquellos temas durante las comidas. Thomas y Tom solían alejarse para intercambiar ideas y, de vez en cuando, Melody exigía saber qué estaba ocurriendo o qué iba a ocurrir. Orión sabía poco, lo que su padre quería contarle, y Eira apenas sabía nada.

—No, no he oído nada.

Se preguntó si, en caso de haber escuchado algo, se lo contaría a Harry. Un año atrás, o incluso unos meses atrás, habría asegurado que sí. Pero ahora, ya no estaba tan segura. Su tío actuaba con ella como si fuese alguien normal, eran una familia... No le gustaba lo que hacía, eso no había cambiado, pero, ¿estaba dispuesta a destrozar a su familia? No estaba segura.

—El ministro de magia me visitó cuando estaba en la Madriguera —comentó entonces Harry, y Eira prestó atención.

—¿Qué quería Rufus Scrimgeour? —preguntó ella.

Sabía que, fuera lo que fuese, no sería nada bueno para Harry. Seguramente, el hombre querría beneficiarse de alguna manera.

—Quería que fingiese que trabajo para el Ministerio, para que así la gente piense que están ganando la lucha contra Voldemort. También quería saber qué está haciendo Dumbledore, pero no le he contado nada. Tampoco es que yo lo sepa. En cualquier caso, no creo que se atreva a interferir en Hogwarts, como Fudge, que ya no es ministro...

Eira apenas había oído hablar sobre Scrimgeour, pero debido a las palabras de Harry, no le gustaba. El Ministerio no había apoyado a Harry cuando había comenzado a decir que Voldemort había regresado, lo habían desacreditado, y ahora pedían su ayuda.

—No mereces que les ayudes —dijo.

—No lo haré. Yo estoy con Dumbledore.

Aquella noche, un anuncio colgado en la sala común de Slytherin llamó la atención de los alumnos.

Eira y el misterio del príncipe ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora