Capítulo 7. ✨No sé qué me está pasando✨

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Fénix

—¿Cómo vas hacer con la luz que emana tu cuerpo Fénix? Es que ni siquiera lo has pensado.

Esta era la quinta vez que Rora me repetía la misma oración, mientras yo chequeaba algunos documentos que encontré esta mañana.

Mi mente no estaba del todo aquí que digamos, ya que cierta señorita hacia que pensara y sintiera cosas que nunca había experimentado. Así que no podía darle un nombre a lo que sentía en esto momento, por lo que lo único en lo que pensaba era cumplir la misión y volver a irme lo más rápido que pueda.

<<Como si la castaña no invadiera todos tus pensamientos todo el día.>>

—Eso ya está controlado Rora, volveremos antes que anochezcas.— intente tranquilizarla, pero su cara seguía igual de nerviosa.

Ella dio un paso dudoso antes de dejarse caer a mi lado en la cama y apartar todo los papeles que estaban esparcidos por el sitio.

—Fénix, cuídalas por favor.—yo alce mi mirada y vi que estaba a punto de llorar.—Son lo único que me queda de mi Estrellita... además tu y yo sabemos que a dónde vas no es una fiesta si no a meterte en la boca del lobo y llevándotela no me ayudas muchos.

—Ellas fueron las que se invitaron sola.—apreté mi mandíbula un poco molesto porque además que era una misión secreta jamás pensé que estaría de niñero con las gemelas Smith.

Apreté su mano y le di un beso en la frente, porque esto no me agradaba mucho, pero a la vez sentía que quería estar cerca de ella, pero a la vez alejarme y eso me confundía a tal manera que tenía que protegerla.

—Y cuidado con Aldora.—me amenazo levantándose de la cama y saliendo de la habitación.

No entendía su amenaza en esto momento, además la castaña estaba tan incrustada en mi mente desde esta tarde que la vi en toalla que esa imagen dudo que se borre algún día.

Resople molesto recogiendo todo y guardándolo en el maletín que metí bajo de la cama, llevaba años tras años viendo chica en ropa interior, sin ropa y con ropa que ninguna se llegó a quedar así tan fácil en mi memoria. Por lo que tuve que mandar todas esas imágenes a lo más profundo en mi cerebro y concentrarme a lo que vine esta vez y era que necesitaba algo que fue robado de la cueva y que el Alcalde mantenía en su poder.

Y solo por eso hoy estaba dispuesto a jugármela todo contra todo, a entrar a la cueva del lobo por recupera lo robado.

***

Aldora

—Es necesario que utilicen están ropa, jamás se quiten estas mascara y si alguien le acerca alguna bebida extraña no la acepten.

—Claro.—respondimos las tres.

—Esto es muy raro.—susurro Alida a mi derecha examinando el lugar donde estábamos.

<<Lo raro es que me gustaba nuestro supuesto "primo" hermanita, eso sí era raro.>>

¿Aldora a donde están yendo tus pensamientos, amiga?

Hacía más de cinco minutos que llegamos a un viejo puente, que jamás en mi corta vida lo había visto. Y eso que yo nací y crecí aquí.

La fiesta se hacía aquí supuestamente Samuel, el que nos contaba para que no hubiera interrupción de los guadianés de la ciudad y puede arréstanos. Le eche un duro vistazo y me arrepentí de no haberme quedado en mi casita viendo nuevas series, el lugar estaba lleno de jóvenes con la misma ropa negra y mascara de blanco y negro para ocultar nuestro rostros.

Si pude notar que había muchas bebidas de distintos colores que los jóvenes se empecinaban a beber como si fuera agua, la música además estaba alta y eso era porque el puente quedaba en medio de un bosque ya muerto.

<<Si, como leíste.>>

El bosque estaba muerto y tétrico, los tronco eran tan reseco que si lo tocaba se convertía polvo en el aire. No había nada verde en ese lugar y me daba tanto miedo que saliera un oso o que se yo, Pie Grande mutado de entre esos árboles reseco que di un paso atrás nerviosa chocando con el torso de alguien muy forzudo.

Trague grueso cuando sus brazos me envolvieron en un abrazo cálido que mando una fuerte corriente a lugares que no mencionare.

—Buena decisión, tú te quedas conmigo mi trébol.—susurro tan cerca de mi oído que estaba a nada de derretirme ahí mismo.

Mi pobre corazón iba como una locomotora y presentí que me iba a dar un infarto, cuando sus labios rosaron mi mejilla en un corto beso que me encendió por completo y matando mis neurona en el proceso.

—No... no hagas eso.—tartamudee nerviosa.

Ya para este entonces yo estaba más que roja, cuando el me soltó y dio un paso a mi lado. Nadie se había dado cuenta porque ya todos se estaba divirtiendo, la única que por miedo se quedó en la entrada fui yo y el imbécil del sexy amigo de mi madre que estaba a mi lado que sonreía traviesamente.

—No sé porque me gusta cuando te sonroja.

Y volvieron a encenderse mis mejillas, que lleve por impulso mi mano al collar que él me había regalado y que ahora tenía un color rojo fuego.

<<¿Será verdad eso de los colores? Porque si era verdad, ya él tenía que estar informado de lo que me provocaba.>>

—No vuelvas hacer eso, alguien nos puede ver.—lo regañe un poco molesta, pero en realidad me había gustado.

Él solo soltó una risita juguetona para extenderme su mano.

—Vamos.—dude mucho cuando agarre su mano y él se puso la máscara tapando todo rastro de su rostro.

Estaba a nada de desmayarme cuando vi que no íbamos a la fiesta con los demás, si no que rodeábamos el puente y caminábamos más adentro al bosque.

—Heeee, ¿Fénix a dónde vamos?—podía ser muy lindo y mi abuela lo conocería y todo, pero era un viajero y a los viajero lo conocíamos como camaleón.

<<Ellos sabían bien como camuflaguearse, después de la guerra.>>

—A visitar a un viejo amigo.—respondió como si nada.

Yo me detuve y solté nuestras manos sintiendo el frio en ese momento.

<<Yo no pensaba morir así en manos de un badboy misterioso.>>

—Me voy a la fiesta.—demande dándome la vuelta y comenzando a caminar pensé que me seguiría, pero nunca lo hizo y eso me provoco un poquito de miedo y más que ya estaba oscureciendo.

Vi el puente y estaba a nada de rodearlo como hizo Fénix al principio, pero antes que pudiera hacerlo una moto negra clásica se estaciono a mi lado. Trague grueso porque lo único que usaban esa cosa eran los guardia y la que iba a salir perdiendo en toque de queda, era yo.

Me gire nerviosamente para dar mis explicaciones, pero toda explicación o palabra se esfumo cuando mis ojos chocaron con aquellos ojos negro como la noche que me hipnotizaron desde que los vi por primera vez.

—Ya te dije que esta noche te quedarías conmigo mi trébol, así que sube.—demando fuerte con una sonrisa traviesa en su rostro.

<<¿Qué si soy masoquista? Jamás lo supe hasta este día, cuando me hablo con una voz tan fuerte y varonil que puso mis piernas temblar y no de miedo.>>

El Chico de las Estrellas. √ TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora