capitulo 6

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Camila
Siento alivio cuando mis labios tocan los de ella, sabiendo que por fin ha despertado. La doctora me dijo que estaría bien, pero todavía me
preocupaba. Caminé alrededor de su cama durante horas. Me sorprende
no haber dejado huellas en la alfombra. Mi mamá finalmente me calmó y me dijo que fuera a averiguar más sobre mi chica antes de que finalmente me alejara. Me tranquilizó, se quedaría a su lado y la vigilaría.Sus suaves labios se moldean fácilmente contra los míos, y un dulce aroma a vainilla me envuelve. Un pequeño gemido sale de sus labios y sus dedos se hunden en la parte delantera de mi camisa. La acerco más a mí, ahondando mi mano en sus largos mechones de seda. Nunca supe que algo pudiera ser tan suave antes de ella. Lamo la costura de su boca,
deseando que se abra para mí. Necesito más de su dulce sabor.
Hace lo que ordeno y deslizo mi lengua entre sus labios separados,
profundizando el beso. Tengo que luchar para no acompañarla de regreso a la cama, tirarme sobre ella y tomar lo que pronto será mío. Quiero hacer esto bien. Ella ya ha perdido tanto en su vida. Quiero asegurarme de que todo a partir de este momento sea perfecto, más de lo que podría haber esperado.
Si alguien me hubiese dicho que estaría actuando y pensando de
esta manera cuando me desperté esta mañana me hubiera reído. Qué
equivocada habría estado. Nunca antes había sentido tal conexión con una persona y ni siquiera la conozco todavía realmente. Pero puedo sentirlo.
A regañadientes saco mi boca de ella, apoyando mi frente en la suya.Las dos estamos respirando pesadamente. Tengo que cerrar los ojos por un momento. La vista de sus labios hinchados y sus mejillas enrojecidas
me dan ganas de besarla una vez más, y sé a dónde nos llevará eso.Tomando unas cuantas respiraciones calmantes, abro los ojos cuando la
siento soltar el agarre que tiene sobre mí.Agarro su muñeca, colocando sus manos sobre mi pecho.
—No te alejes. —digo con suavidad, observando el sonrojo correr hacia su cuello.
—Eso fue increíble. —susurra con un pequeño tirón en su aliento.
Corro mi pulgar por sus hinchados labios.
—Tu eres lo increíble, princesa —digo.Ella me da una pequeña sonrisa.
—No soy realmente una princesa.
Sacude la cabeza y me mira a través de sus gruesas pestañas.
—Lo sé. —Ella es mi princesa—. Pero pronto serás reina.
Sus labios se separan un poco en un pequeño jadeo, y la beso rápidamente, silenciando cualquier refutación que pueda tener antes de tomar su mano y acercarla a la sala de estar. Sé que necesito alimentarla. Quiero mostrarle que sus necesidades siempre estarán antes que las mías, no importa que mi polla esté más dura de lo que jamás ha estado en mi vida y no quiero nada más que tirarla sobre la cama y hacer lo que quiero con ella. Voy a ser lo que ella necesite siempre.
Me siento en una de las sillas y va a sentarse en otra, pero jalo nuestras manos unidas y la envío a mi regazo. Deja escapar un pequeño resoplido, haciéndome sonreír por primera vez en horas. Entierro mi cara en su cabello por un momento, aspirándola, recordándome que está bien.Huelo mi propio champú en ella y eso hace que mi polla crezca aún más.El pensamiento de ella oliendo como yo satisface algo primordialmente
profundo dentro de mí. Nunca antes pensé que era alguien de las
cavernas. Ella está sacando eso de mí. Cepillo mi nariz a lo largo de su cuello, haciéndole cosquillas y
haciendo que se mueva en mi regazo. Toma una bocanada de aire cuando
se frota contra mi dura polla, y un poco de semen se filtra, estoy
desesperada por ella. Tengo que luchar contra un gemido que quiere
escapar. Ella se menea de nuevo, y agarro su cadera, deteniéndola. Sé que si sigue haciendo eso me correré pronto.
—Déjame alimentarte. —le digo, dándole un beso en el cuello antes
de retirarme. Busco un plato y lo pongo en su regazo—. No sabía lo que querrías, pero nunca puedes equivocarte con los panqueques .
Ella se lame los labios.
—No puedo recordar la última vez que los tuve. —Levanto el tenedor y la empiezo a alimentar, le da un pequeño mordisco antes de llevárselo completamente a la boca. Ella separa los labios, tomando el bocado y gimiendo tranquilamente por el sabor. Aprieto los dientes para evitar reaccionar y trato de concentrarme en su alimentación.
—Puedo hacerlo, sabes. —Ella me mira y se muerde el labio.
Sé que puede, pero también sé que está disfrutando esto. Creo que ha pasado mucho tiempo desde que alguien la cuidó. Quiero tener el honor de hacerlo. También enfría el enojo que todavía está latiendo a fuego lento debido a todas las cosas que descubrí sobre su tío y cómo la han tratado como si fuera una esclava. Ni siquiera la envió a escuela.
—Sé que puedes, pero ¿me permitirías el placer? —Le pregunto.
Ella asiente, abriendo la boca de nuevo. Toma otro bocado y deja salir otro de esos gemidos sexys. No creo que sepa que es la cosa más sexy que he escuchado en mi vida. No tenía ni idea de que un sonido pudiera
encenderme de esta manera.Cuando termina, dejo el plato sobre la mesa y le doy algo de beber.No puedo evitar besar la comisura de su boca y lamer una mancha de jarabe en sus labios.
—¿Qué quieres hacer hoy? —pregunto, tratando de concentrarme en otra cosa además de hacer lo que quiero hacer en este momento.
Ella se encoge de hombros, y su túnica cae otra vez, revelándome su
hombro desnudo. Mis ojos van allí, y quiero besarlo y marcarlo.
—Espero que mi mamá tenga ropa aquí pronto para ti. No puedo dejarte salir de la habitación de esta manera.
Me inclino y la beso en el hombro, mi control se va por un momento. Ella ajusta su posición, dejándome tener tanto espacio como quiero. Doy un pequeño pellizco antes de hacerme
retroceder. Mis ojos van hacia donde dejé una pequeña marca, deberé
conformarme con eso por los momentos. Pronto tendré un anillo en su dedo y un heredero en su vientre.
Entonces ella realmente estará marcada por mí. Nadie olvidará entonces que ella me pertenece.
—Tengo algo de ropa en la bolsa que llevaba. —Sí, había visto los harapos que tenía. No estaban en condiciones de tocar su piel, no lo permitiré.
—Te conseguiremos nueva. Ropas que sean más adecuadas para alguien de tu estatus. —Sus ojos buscan en mi cara. Veo tantas preguntas allí—. Si no te gustan, te conseguiremos algo más. Nos conformaremos con lo que sea que mi mamá traiga por ahora. Así que al menos tienes algo con lo que cubrirte.
—Está bien. —Ella está de acuerdo. Incluso eso es un puto giro. Me
pregunto si voy a vivir el resto de mi vida en un esfuerzo constante ahora
que la tengo.
—¿Cómo te sientes? —pregunto, tocando la marca en su cara.
No encontré mucha satisfacción con el castigo que le di al guardia que la
golpeó. Mi ira sigue siendo burbujeante.
—Estoy bien. Me había olvidado de eso hasta que tocaste mi cara. —
Ella inclina la cabeza y levanta la mano hacia su mejilla, pero la atrapo besando su palma—. ¿Está bien el chico que golpeé? Realmente no quise hacerlo. Fue solo una reacción
cuando me agarró.

Jesús. Ella es tan jodidamente dulce. No puedo creer que esté preocupada por él.
—No le hiciste daño. —le digo y nada más.
Ella no necesita saber lo que hice. Supongo que eso no le sentaría muy bien si está preocupada por el golpe que le dio. Libero su mano, y me la trae a la cara. Me inclino hacia ella para tocarla.
—Gracias por todo lo que haces por mí. Nunca sabrás de qué me salvaste.
Mi estómago se aferra a la idea de lo que su tío podría haber hecho con ella. Es un borracho que siempre busca dinero fácil. Todavía no estoy segura de qué voy a hacer con él todavía. No hasta que sepa más
sobre cómo la trataban.
—Haría cualquier cosa por ti. —le prometo a ella, porque no tiene
idea de cómo me salvó también.

La novia inocente Del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora