C11
Lauren
Deslizo las manos por su pecho y envuelvo mis brazos alrededor de
su cuello. También quiero eso, pero tengo miedo de aferrarme y que sea
arrancada de mí. No estoy segura de poder vivir eso. He perdido tanto en
mi vida ya.
—Tenemos un mes hasta la boda. —me dice, y mi boca se abre.
—¿Nuestra boda? —Ni siquiera me ha pedido que me case con ella.
Hace apenas cinco minutos intentaba alejarme de ella lo más rápido posible. ¿Ahora está diciendo que nos vamos a casar? Eso explicaría todas las cosas de la boda en su oficina…
—Sí, nuestra boda. —Las vibraciones de sus palabras me hacen reír—. Dame este mes para que veas que esto es real. Que estoy en esto y no hay nadie más.
No tengo nada que perder y la quiero tanto.
—No me gusta estar celosa. —solté un gruñido.
Esto es una gran parte de lo que todavía me está frenando. Nunca he sido tacaña con nada en mi vida, pero con ella la idea duele en lo profundo de mis huesos.
—Tampoco me gusta la sensación. No estás sola en eso, princesa. Estoy luchando contra mis propios celos. Pero confía en mí, sólo estás para hecha para mí.
—¿Por qué estás celosa? Nunca antes había estado en una cita. Fuiste mi primer beso. —le digo.
Mis mejillas se sienten calientes por mi admisión. ¿Cómo puede alguien sin experiencia mantener su atención? Ella es una reina. Una gobernante experimentada y sofisticada. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo. Todavía no puedo creer que pusiera su cara entre mis muslos. Mi centro se contrae cuando lo pienso. Quiero hacerlo otra vez. Ella clava su erección en mí.
—No me recuerdes lo intacta que eres. No tienes idea de lo que eso me hace a mí. —El hambre pura se muestra en sus ojos—. Me pongo celosa porque quiero mantenerte así. Sólo para mí. No me gusta que otros hombres te miren. ¿No te fijaste en cómo mis hombres se mantienen a distancia de ti?
Lo hice. —Pensé que simplemente no querían tocarme porque era la amante. Que pensaron que yo era repugnante o algo así. —Miro hacia
abajo, odiando admitir eso.
—No te llames así otra vez. —dice.
Levanto mi cabeza de golpe. —Lo siento. No quise molestarte. No me gusta que nadie, ni siquiera tú, hable de ti de esa manera. Evitaron tocarte porque sabían que sería lo último que habrían tocado.
—Oh. —digo sin aliento.
Eso probablemente debería asustarme, pero curiosamente me hace algo más. Me inclino y coloco mis labios sobre los suyos, deseando estar más cerca de ella.
—Sólo quiero ser tuya. No quiero que nadie más me conozca de la forma en que quiero que me conozcas. —susurro contra su boca, sintiéndome un poco tímida por mi admisión.
Su boca toma la mía en un profundo beso. Siento que mi espalda cae contra una pared cuando una de sus manos se desliza por mi vestido y envuelvo mis piernas con fuerza
alrededor de ella.
—Soy la única que toca esto. —Desliza sus dedos por mi centro. Me siento mojada y con necesidad.
—Sí, solo a tu. —Intento empujarme más en su mano, necesitando el mismo alivio que me dio más temprano.
—Joder, estás empapada por eso. —murmura—. ¿Estabas corriendo por el castillo así? ¿Con tu coño pidiendo atención? —Hay un toque de ira en sus palabras. Sus celos me excitan aun más.
—Tal vez deberías haber estado aquí cuando me desperté. Entonces eso no habría sucedido. —bromeo. Ella me pellizca el cuello, y jadeo de placer.
—No voy a cometer ese error de nuevo. —dice en mi oído. El poder
en su voz envía un delicioso escalofrío por mi cuerpo. Cuando su mano me abandona, yo grito—: ¡Camila! ¡No!
—Me llamas tu reina cuando te tenga así. —dice. Mis ojos se bloquean
con los suyos. Me gusta eso. Mi Reina.
—Ella me dijo que solo debería llamarte Rey. Que solo las personas
cercanas a ti te llaman Camila. —Su mandíbula se endurece por mi confesión.
—Me llamaras Camila en público. —Ella mueve su mano entre nosotras un momento después, y siento su polla dura y desnuda contra mi coño—. Pero cuando estemos así, soy tu reina. Tu todo. —Su polla se desliza
contra mí, haciéndome gemir.
—Para todos los demás soy la reina, pero para ti soy tu reina. Tu todo.
¿Entiendes la diferencia? —Asiento, incapaz de hablar.
Estoy tan cerca de acabar, pero entiendo lo que quiere decir. Para todos los demás, ella es su líder, pero para mí es todo mi mundo, y lo más importante es que ella quiere ser eso y yo lo quiero también.
—Dilo. —Deja de moverse hacia atrás y adelante.
—Tú eres mi todo. —jadeo. Lo es. Ella es todo lo que sé. Mis dedos se hunden en su camisa—. Mi Reina.
—Joder, sí, lo soy. —Comienza a moverse de nuevo—. Voy a marcar
este coño. Puede que no lo estoy tomando en este momento, pero lo estoy reclamando. —gimió mientras su polla se deslizaba de un lado a otro por mi clítoris
Mi respiración se hace más profunda y sé lo que viene. Estoy tan cerca. Sólo un poco más y estaré ahí.
—Dale a tu reina lo que quiere, mi princesita. Vente en mi polla para
que pueda reclamarte. —Sus palabras provocan mi orgasmo, enviándome
al límite.
Grito, pero su boca cae sobre la mía, silenciando mi grito de placer mientras su liberación se derrama sobre mí. Se sacude contra mí, y me aprieto más de en busco de su abrigo de calor. Mis ojos se cierran mientras me mantiene clavada en la pared. Su
respiración es pesada como si hubiera corrido millas. Me lleno de placer
sabiendo que le hice eso. Mi duda sobre no poder complacerla escapa de
mí. Si ella quisiera estar con esa otra mujer, estaría con ella ahora. No aquí
conmigo, prometiéndome el mundo.
Camila se aleja lentamente de mí, besando mi cuello mientras lo hace. Me deslicé hacia abajo por su cuerpo, mis pies se abren de alrededor de su cintura y toco el suelo. La miro. Una sonrisa satisfecha está en su hermoso rostro, haciéndola parecer más joven. Levanto y toco su cara. Me siento tan cerca de ella ahora mismo. Es un sentimiento tan extraño para mí.
—Tengo una sorpresa para ti. —Ella se retira un poco y mi vestido cae
en su lugar. Se ajusta, poniendo su polla de nuevo en sus pantalones. Mis
ojos se abultan un poco mientras me pregunto cómo encajaremos las dos
juntas.
—Quiero mostrarte algo. —Agarra mi mano y la levanta, besando la parte posterior antes de que empiece a sacarme de la habitación, sus dedos fuertemente apretados alrededor de la mía.
**************
Camila
Guio a Lauren por el castillo, queriendo que sepa cómo moverse sinperderse o darse la vuelta. Quiero que se sienta cómoda aquí. Esta es su
casa, no solo un lugar donde va a quedarse.Cuando llegamos a la parte superior de las escaleras que bajan al
sótano, le doy un pequeño apretón en la mano antes de dejarla ir.Envuelvo mis brazos alrededor de su hombro y la atraigo hacia mí. Beso laparte superior de su cabeza.
—Necesito hacer una parada antes de llevartea tu cumpleaños sorpresa.
Me mira y sus ojos llenos de lágrimas.
—Sabes que es mi ¿cumpleaños?
Me inclino y la beso.
—He tratado de aprender todo lo que puedasobre ti. Tendrás que darme el resto. —La beso de nuevo. Su cuerpo se funde con el mío, y me aparto a regañadientes antes de que esto vaya más lejos y la tenga contra otra pared. No quiero que nadie que la vea
cuando se deshaga por mí. Eso es para mí sola.
—Ven. —La guío por las escaleras, deteniéndome en la puerta de John. Doy un golpe antes de abrir. John está detrás de su escritorio y parece aburrido, mientras que Nicolette se sienta en una silla en un rincón, con la cara roja y los brazos cruzados. No sé si es porque está enojada o si ha estado llorando. Tampoco me importa una mierda cuando camino.
Mi princesa se tensa a mi lado. Me inclino y le beso la cabeza. Lo que
me sorprende es ver a mi madre parada allí. Sus manos están en sus
caderas y se ve cabreada. Conozco la mirada. La conseguí algunas veces
cuando era niña. Es una que me aseguro de nunca obtener de mi dulce madre porque sé que si tiene esa mirada, la han dejado de llegar al límite.Los ojos de mamá vienen a nosotros.
—Lauren, cariño. —Ella se apresura hacia ella y la saca de mi agarre. La dejo ir, aunque no quiera. Mi mamá la envuelve en un fuerte abrazo—. Te ves descansada. —dice ella,alejándose hacia atrás.
—Gracias, me siento genial.
Tomo la mano de mi chica en la mía, queriendo su contacto.
—¡Eso es genial! Podemos comenzar a hacer planes para la boda. —Mi madre sonríe a Lauren y Nicolette suelta un resoplido que nos hace
mirarla a todos. La emoción deja la cara de mi madre y le da a Nicolette
una mirada dura—. Lo siento, Lauren, se que tuviste que conocer a esta mujer. Estoy segura de que después de hoy nunca volverás a verla. —
Lacara de Nicolette palidece por un momento antes de que se borre pero la ira regresa rápidamente. La mimada mocosa en su interior es sencilla de ver.
—Jesús. —John suspira, probablemente porque ha estado lidiando con esto por un tiempo y todo lo que quiere es volver a casa con su esposa.
—Nicolette, le debes a tu futura reina una disculpa.
Su boca cae abierta.Le doy una mirada desafiante. —Que sea una buena.
—Lo siento. —muerde ella.
—¿Y? —agrego, queriendo más.
—Lo siento, mentí. —No, ella lamenta que no haya funcionado, pero no digo eso. Solo quiero dejarle claro a Lauren que esta mujer le mintió. Y
quiero mostrarle que no tengo nada que esconder.
—John. —Asiento a Nicolette. Él se acerca y la agarra del brazo—. Asegúrate de que haya sido expulsada de aquí y que se ordene que no se le
permite acercarse a menos de quinientos metros de mi reina y de mi.
—Sí, señora. —La pone de pie, arrastrándola mientras me suplica que lo retire. Ella jura que nunca lo volverá a hacer, pero no me importa. Veo cómo la culpa se cuela sobre la cara de mi dulce niña.
—No te sientas mal por ella. —le digo a Lauren —. Recibió lo que estaba
buscando. —
No le digo que quiero hacerle algo peor a la mujer, pero sé que al corazón de mi chica no le gustaría eso. Así que hago lo único que sé que funcionara para ambos.
—Todo esto es mi culpa. —Mi mamá le dice a Lauren —. Nunca debí
haberle dejado pensar que tenía una oportunidad con mi hija, pero no
quería ser cruel.
—Está bien. —Lauren intenta tranquilizar a mi madre.
Sé que estas dos se van a llevar bien. Ambas son tan tiernas de corazón que mi papá y yo tendremos que vigilarlas para asegurarnos de que nadie intente causarles daño. Es algo que me sentiré honrada de hacer. He visto a mi papá hacerlo durante años y sé que puedo hacer lo mismo. Quiero
mantener su dulzura tal como esta. Incluso con toda la crueldad que
recibió de su tío, todavía está allí, y me aseguraré de que siempre lo esté.
La cara de mi mamá se suaviza y besa a Lauren en la mejilla.
—Ustedes dos vayan a divertirse. Te veré mañana, cariño—. Mi mamá
después me besa en la mejilla.
—No muy temprano, mamá. —Le recuerdo, solo volviendo a mirarla
antes de irse. Tengo suerte de que no se haya ido con mi chica para comenzar a planificar la boda.
—Tu madre es tan dulce. —Escucho una nota de añoranza en su voz.
—Ella también va a ser tu madre. —le digo, y su rostro se ilumina con eso—. Estás a punto de tener toda una familia.
—Me gusta el sonido de eso.—La atraigo hacia mí. —Y vamos a trabajar para hacerla más grande.—Miro sus mejillas enrojecerse—. Ven, quiero mostrarte algo. —La llevo de vuelta por las escaleras y salgo por una puerta lateral, recordándome que
luego le mostraré algunos de los pasadizos secretos que rodean el castillo.Creo que a ella le encantará eso.
—¿A dónde vamos? —pregunta mientras caminamos hacia afuera y
recorremos un largo camino que conduce a través de las rosas del jardín.
—Es una sorpresa. —Le guiño un ojo—. No está todo hecho, pero quería que lo vieras. —
Me detengo para recoger una de las rosas y colocarla en su cabello. Su sonrisa crece aún más, haciendo que me duela el corazón. Cuando llegamos al final del camino, escucho que su aliento se detiene.Ella se vuelve mirándome.
—¡¿Cabras?! —Ella casi está saltando de arriba y abajo—. ¿Cómo? —ella pregunta.
—Descubrí tanto de ti como pude. —
Saco una foto que tengo en mi bolsillo. Venía de algunas de las pertenencias que mis hombres habían recogido del lugar de su tío. Encontraron una caja que estaba llena de fotos de Lauren cuando era niña. Le entrego la imagen.Es de ella y su abuela en su granja. Una granja de cabras. De lo que pude sacar de las fotos, a la6 le encantaba el lugar. Había cientos de fotos de ella jugando con las cabras. Era adorable. Me imaginé a nuestras niñas haciendo lo mismo.
—Quería darte algo de tu pasado que amas.
Las lágrimas caen de sus grandes ojos azules, y me quita la foto, sosteniéndola en su pecho.
—Pensé que se habían ido. —dice ella—. Seguí tratando de recordar cómo era mi abuela, pero cada día sentía que mi recuerdo de ella se estaba
escapando de mí.
—Recibí todas las fotos de tu casa. —Tomé su cara, besando suslágrimas. Cada una me corta más y más profundo—. Se fue. Tengo esa
casa destrozada. Nunca tendrás que pensar en despertarte allí otra vez.