Volviendo con los chicos en la zona de derrumbamientos... bueno, sí, la verdad es que seguían combatiendo. Aunque, codo con codo contra aquellos enemigos categorizados como unos "completos panolis de campeonato", pues... ya derrotaron casi a toda la docena. Bakugō, sin problema alguno, fue quien dio el supuesto golpe final, consiguiendo deshacerse de dos a la vez; se sacudió las manos burlón.
—¡Estáis acabados!
El rubio y el pelirrojo recuperaron el aliento por la incesante batalla y conectaron miradas cómplices.
—¿Ya hemos acabado con todos? —cuestionó Bakugō como si nada —. Menudos inútiles.
—Sí, ahora vamos a ayudar a los demás —comentó Kirishima. Estaba preocupado por los portales que aparecían y desaparecían en la distancia y temía que sus compañeros se encontraran justo allí, en las garras púrpuras de aquel mayordomo —. Espero que ni Akira ni ninguno esté en el lugar de donde provenían esos portales... —susurró, maldiciéndose a sí mismo por haber hecho algo tan insensato como atacar sin pensar —. Si no nos hubiésemos precipitado al atacar al enemigo, seguro que Número 13 lo habría absorbido y si Número 13 lo hubiese absorbido no estaríamos metidos en este lío. ¡Siempre hacemos las cosas sin pensar!
—Tú puedes irte adonde quieras, yo voy a cargarme al tío de los portales —farfulló Bakugō. ¿Pero sabéis en lo único que podía pensar? En la maldita enana, en sus malditos... malditos... ¡malditos sentimientos hacia ella! Esa estúpida idiota siempre en su cabeza. Agh, como la odiaba por eso.
—¿Qué? —alzó una ceja Eijirō —. Venga ya, deja de hacerte el gallito. Solo quieres derrotarlo porque temes que cierta chica con poder demoníaco esté en peligro por su culpa. Admítelo ya, Katsuki.
—¡Cállate! ¡Esa maldita nube negra de pacotilla es la puerta de entrada y salida del enemigo! ¡No es porque esté preocupado por esa enana estúpida! ¡¿Cómo te lo tengo que decir?! ¡Hay que eliminarlo para que los villanos no puedan huir! ¡Debe haber alguna forma de derrotarlo! —y a pesar del cabreo, extendió su brazo y atrapó la cara del enemigo camaleón que faltaba, bombardeándolo sin ni siquiera apartar su enervada mirada del pelirrojo —. Además, si estos son los enemigos para los alumnos, los demás no tienen nada que temer...
—Tienes reflejos de lince —debía admitir que Kirishima estaba asombrado —. A todo esto, ¿desde cuando eres tan racional y calmado? Normalmente estás en plan... "muere muere muere".
Kacchan no respondería de buena manera a aquello... Eijirō, amigo mío, te metías en arenas movedizas; ibas muy bien, ¿para qué preguntas eso? Realmente, el rubio explosivo no supo bien cómo reaccionar; desde aquella charla con Akira tras el combate contra Deku... algo dentro de él había cambiado. Ya no veía las cosas de igual modo.
—¡Yo siempre soy racional y calmado, pelopincho!
Pero, claro... eso no lo dejaría ver.
—Eso, justo así —señaló divertido Eijirō. Entonces, como salvación hacia el pobre Kirishima, antes de que Bakugō comenzara con su maquiavélico plan psicópata de despedazarlo pedacito a pedacito... Sero y Mezō cayeron a través de un portal morado para ser su salvación.
Exacto, la salvación de Eijirō al menos... porque Sero no podía decir lo mismo, pues ya era salvajemente zarandeado por Bakugō que había dirigido sus pasos coléricos hacia el par; sospechaba la razón para que esos dos hubieran acabado allí a causa de un portal y no le gustaba nada.
—¡¿Qué hacéis aquí, maldito par de idiotas?! ¡¿Dónde está el tío de los portales?! ¡Dímelo, vamos!
—Exactamente así... —recriminó Kirishima, señalando y suspirando agotado. En fin, el pelirrojo terminó aproximándose al rubio y con ayuda de Shōji le apartó de Hanta para que éste explicara la situación con más calma.
—Estábamos luchando contra él. Creo que Tenya logró escapar para pedir refuerzos, pero... lo último que vi antes de ser engullido por uno de esos portales fue como Akira se lanzaba contra él para distraerlo y ayudar al delegado.
—¡Esa enana estúpida! ¡¿Pero cómo se le ocurre luchar sola contra él?! ¡No tiene ninguna posibilidad! —exclamó histérico. Kirishima se giró a él, aún más burlón que antes... ¿iba enserio, Bakugō?
—Antes de enfrentarnos, Akira cayó del cielo y entró en una especie de trance... muy extraño. Número 13 no le dejó intentar algo y después quedó él gravemente herido y entonces ella dijo que lo intentaría. Incluso me pidió que fuera a por su arma —decía rápido. Soltó un suspiro pesado —. Debemos volver, estarán en peligro.
—¡Sois unos inútiles! ¡¿Cómo sois tan idiotas para volver a caer en el mismo truco que antes?! —Kacchan estaba fuera de sí, se desataba la nitroglicerina por su sistema, sus impulsos se sumían a sus explosiones... Agh, solo imaginarse a esa cosa haciéndole daño...; tan irascible se mostró que ni cayó en la medida de sus pensamientos. Solo tenía un objetivo ahora mismo y ese era llegar hasta Akira... Debía hacerlo, tenía que salvarla.
—¡Bakugō! ¡Espera! —Kirishima le siguió sin pensarlo dos veces. Maldición, sí, Bakugō era así, todo lo decía entre insulto e insulto, pero... el pelirrojo ya aprendió a leer entre ellos. Ya le conocía lo suficiente; no era fácil de decir para el rubio y por eso lo camuflaba, sin embargo, realmente le inquietaba que sus compañeros pudieran estar en peligro, le inquietaba que a Akira Kuroki le pudiera pasar algo malo.
A pesar de su carácter explosivo y malhumorado, de esa mala leche que le venía incluida en el pack... a pesar de todo eso, Kirishima no se lo pensó dos veces cuando le siguió porque podía ver la madera de líder de Bakugō y confiaba en él.
Nuevamente en el puente, la situación seguía sin mejorar ni un solo ápice. Akira seguía siendo obligada a presenciar la escena de tortura a Aizawa por parte del Nomu y Kurogiri pareció flaquear por unos segundos cuando localizó a su líder.
El profesor protagonizó uno de esos gritos agonizantes y estridentes cuando el Nomu seguramente le partió un brazo como poco. Hasta Akira escuchó como se quebraba, el crujido del hueso...; se encontraba tan impotente bajo el agarre de aquella enorme sombra.
—¡No! ¡Dejadlo en paz! —casi rogó Akira. Ya no podía aguantarlo más, no podía presenciar aquello. Estaba tan aterrada. Aizawa alzó a penas la cabeza hacia arriba y, a pesar de su situación, alcanzó a lanzarle una leve sonrisa que le indicó que "todo estaría bien". Pero, mierda, no podía permitir que le mintiera así... no iba a dejarle morir, no quería.