Capítulo 8.

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"Mejor... ámame correctamente".

El lugar donde sería la boda estaba preciosamente decorado por varias flores que hacían juego con las sillas blancas, además del arco que tenía algunas flores rosas y amarillas.

Los invitados iban llegando, los cuales se concentraban en ver a su alrededor impresionados, y es que realmente el lugar había quedado precioso.

—Renata, esto quedó precioso —halagó Emma que venía junto a Javier, admirando hasta los mínimos detalles. Renata sonrió orgullosa.

En el salón donde se haría la fiesta después de la boda había unas habitaciones donde las novias estaban vistiéndose, claro que cada una en distintas piezas.

Mientras tanto los invitados se iban sentando y conversaban entre sí, Valentina terminaba de acomodarse la corbata azul marino que era del mismo color que su chaqueta y pantalones, tenía también un par de pulseras que adornaban sus muñecas. Su pelo rubio estaba peinado hacia los lados, suelto.

Suspiró, intentando calmar sus nervios. Lo único que quería era que el tiempo pasara rápido para poder ir hacia el altar y por fin poder ver a su futura esposa.

—¿Nerviosa? —preguntó su madre entrando en la habitación. Valentina asintió mordiéndose el labio.

—Demasiado —la señora le sonrió enternecida, acercándose hasta su hija acunando con sus manos sus mejillas—. ¿Me veo bien?

—Te ves preciosa, hija —La rubia sonrió mucho más tranquila al tener a su madre a su lado—. Debes tener curiosidad por saber cómo está Juliana, ¿no? —su madre le conocía tan bien. Asintió—. Solo te diré que se ve hermosa, y está igual o más nerviosa que tú —acarició la mejilla de su hija con cariño.

—¿Pasa algo, mamá? —se alarmó cuando vio una lagrima caer por su mejilla.

—Es solo que desde que naciste soñé por verte casándote y ahora mira; estas a punto de casarte —no estaba llorando porque estaba triste, al contrario, estaba muy feliz por ver que su "niñita" se estaba a punto de casar con, en su opinión, una de las mejores novias que había tenido en todo este tiempo.

—Mamá... —enternecida acarició las mejillas contrarias. Se abrazaron consolándose mutuamente.

La puerta de la habitación fue abierta, asomándose Nicole.

—Siento interrumpir, pero ya es hora —anunció. La hora había llegado.

[...]

La música comenzó a sonar, Valentina levantó la mirada y pudo ver a Juliana caminado junto con su madre. Sonrió instantáneamente al verla acercarse a ella, siendo correspondida de la misma la forma.

Cuando estaban una frente a la otra se tomaron de las manos. La mayor se dedicó a admirar a su prometida, observando cada detalle, como su vestido blanco hueso, al igual que su velo, llevaba unos aretes dorados algo pequeños.

—Te ves hermosa —dijo en un susurro entrelazando sus manos con las de la menor.

—Tú también —juntó su frente con la contraria, dándose un beso esquimal.

—Bueno, empecemos —inició la jueza que estaba encantada por ver el tierno momento, y es que amaba esa parte de su trabajo, solo esperaba que no viniera la ex de alguna a oponerse porque ya había visto eso tantas veces. Dio su discurso que ya se sabía de memoria, y el momento de su discurso que más amaba había llegado.

—Yo, Valentina Carvajal, te quiero a ti como mi legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida —habló diciendo su parte. Javier se acercó con los anillos. Valentina tomó el anillo de oro para Juliana, lo pasó por el dedo anular de la mano izquierda de la pelinegra y relamió sus labios. Al menos no había pasado a tirar el anillo. Firmó el papel y volvió a mirarla alegre.

—Yo, Juliana Valdés, te quiero a ti como mi legítima esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida —dijo esta vez ella, tomando el anillo de Valentina, pasándolo por su dedo anular de la mano izquierda. Finalmente firmó el papel.

—Por el poder que me da el estado de Londres, yo las declaro esposas. Pueden besarse. —La morena rodeó con sus brazos el cuello ajeno, y Valentina posó sus manos en la cadera de su ahora, esposa. Se acercaron sonriendo, finalmente juntando sus labios.

Los invitados aplaudieron sonrientes.

Oficialmente ya estaban casadas.

Dear Future Wife |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora