Capítulo 9

187 3 7
                                    

EN EL MUELLE 39

─Y bien, hemos llegado ojitos.

─ ¿A dónde quieres ir primero Darren? Digo a lo mejor tienes un plan porque conoces San Francisco mucho mejor que yo.

─ Cualquier lugar es bueno estando en tan buena compañía, pero sugeriría ir a dar una vuelta por los puestos comerciales, mientras seguimos charlando. Oye y ¿te gusta esta ciudad? Es decir vivir aquí, tu trabajo en la radio y en sí, todo.

─ Si por supuesto, deje mi vida monótona y sin sentido en México, amo a mi familia, pero me estaba consumiendo y ahogando con mi situación allá, necesitaba hacer un cambio radical, y lo logré, por tercera vez estoy radicando en otro país, aún así, no es lo mismo cuando lo vives todo en total soledad. El hecho de venir a este lindo lugar contigo ya es un gran cambio, antes, si lo hacía, pues era sola, siempre sola, observando al resto estar acompañados, con rostros felices, mientras yo aparentaba una congelada mueca de sonrisa y normalidad. Sinceramente aun ahora, contando con Nora y su maravillosa familia, no quiero hacerme ilusiones.

─ ¿A qué te refieres ojitos?

─ Desde que tengo uso razón, cada vez que algo me sale bien, cada que me siento feliz y que me pasan cosas buenas, solo es el preludio para algo realmente malo, o triste, o caótico y no tarda en sucederme, por eso tengo miedo. Ahora mismo contigo tengo miedo, estamos pasando un rato tan agradable, y presiento que mi maldición pronto hará su aparición y lo peor es que te alcance a ti. Quizá también es la razón de preferir la soledad, antes de causar daños colaterales.

En ese momento me detuvo tomando gentilmente mi brazo derecho y me volteó de frente a él.

─ Elise, respeto tus pensamientos y formas de ver las cosas, no he estado lo suficiente contigo como para atreverme a opinar, pero a mí no me importan los daños colaterales, ni mil maldiciones, me he convertido en tu amigo para bien, para mal y para peor, y si me toca, pues que venga, lo que sea te ayudaré a enfrentarlo y a padecerlo también –me sonrió dulcemente.

─ Creo que no sabes lo que dices, pero eres el primero en aceptar que se atiene a las consecuencias de estar conmigo.

─ Sé que te duele la soledad, aun así quieres salvar a los demás de ti, prefieres morderte las ganas de un abrazo, un consuelo, un hombro de apoyo, de compañía, por esa dichosa maldición que crees tener, te aguantas, aunque por dentro estés gritando que te noten y te den amor, que necesitas un verdadero amigo. Pero no soy como los demás, me atengo a lo que suceda –lo dijo mientras tomó mis manos con fuerza.

─ Creo que decir wow sería muy tonto de mi parte en este momento, ¿cierto?.

─ Pues sí ojitos, ciertamente –justo al decirlo acaricio suavemente una de mis mejillas con su mano izquierda–

─ No sé qué responder, me agrada que seas mi amigo, tu forma de ser, el aliento que me das y bueno, la decisión es tuya, ante eso no me opondré.

─Además también tengo mi lado peligroso –me miro de forma juguetona.

─ ¿Ah sí?, ya veremos quien resulta más peligroso de los dos –le miré de igual forma y continuamos caminando.

_______________________________

CUARTEL GENERAL DE ARGOS, LUXEMBURGO.

─Comandante Tillmann perdón que lo moleste de madrugada, pero tengo muy malas noticias, los Delta se encuentran en Estados Unidos y para ser más precisos en California, nuestro equipo informático e está trabajando para interceptar sus celulares y según lo que registra el GPS de 2 de sus vehículos, van cerca de San Francisco.

SobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora